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El siguiente en aventurarse fue Haibara, retiró sus zapatos negros y corrió hacia ella, abrazándola tirandola a la arena consigo en el proceso. Tras el de cabello corto se unió el rubio, caminando serenamente hacia sus dos amigos, con una leve sonrisa en sus labios.

—Vas a hacer que le entre arena en los ojos, Yū. —Kento se agachó a ellos y la ayudó a levantarse tras levantar a su compañero.

Suguru fue el último en entrar, sus zapatos descansaban en el asfalto junto con los del resto. Caminó hacia su amigo y ambos empezaron a dar un paseo por la arena. Allinq sacudió su ropa y decidió ir con sus compañeros de clase. Entrelazó sus brazos poniéndose en medio de ambos.

—Oh, mira lo que ha traído el viento. —Satoru la miró y sonrió acariciando su cabello. Suguru carraspeó su garganta y Gojo apartó su mano mientras reía levemente. —¿Eh?¿Que?¿Me llamas Nanami-kun? —Separó su cuerpo del de la menor y se acercó al rubio.

—En ningún momento te he llamado.—El albino tapó su boca mientras seguía riendo.

—Debe ser la edad, me hace oír cosas, bueno, chicos, hablemos sobre vuestra próxima misión. —Se alejaron de allí.

El azabache la guió hacia la orilla y ambos comenzaron a caminar con el agua del mar mojando sus pies.

—¿Sabes? Creo que ya te lo he dicho, pero estás muy bella esta noche... —Miró a la albina, la cual mantenía fija su vista en el horizonte oscuro. Suguru frenó sus pasos, posicionándose frente a la mujer, que al ir distraída chocó contra su pecho. —Allinq... —Fue acercándose a su rostro. —¿Que me has hecho Allinq? —Susurró sobre sus labios.

Y con la luna únicamente de testigo de aquellos dos decidió acortar la distancia y besar a la mujer tras tomar sus mejillas con suma delicadeza. La albina correspondió al beso posando sus manos en su pecho. Sus labios se movían con sintonía, como si de una danza se tratase. Suguru se separó de ella y acarició su cabello lentamente.

—No... ¿Que me has hecho tu a mi, Suguru? —Murmuró ella con la misma cercanía que había hecho el anteriormente. Una amplia sonrisa asomó en el rostro del azabache y si no llega a ser por los gritos emocionados de su mejor amigo habría acabado besándola de nuevo.

—¡Que bonito!¡Ha sido hermoso! —Fingió quitarse un par de lágrimas. —¿Que opináis chicos?

—Allinq... —Haibara la miró, con una mirada entristecida que solo pudo notar ella. —Me alegra que seas feliz. —Sonrió ampliamente.

—Haiba-

—Bueno, vamos al mar un poco ¿No? —Geto la interrumpió mientras tomaba su muñeca, adentrándose en el agua helada.

Tras el pasar de las horas los cinco ya se encontraban de regreso al coche del más mayor. El transcurso a la escuela fue en absoluto silencio, nadie decía nada, formando una situación incómoda. Una vez llegaron bajaron del coche y cada uno fue a su habitación. Mientras ella se cambiaba su puerta fue tocada con sutileza lo que descartaba dos opciones, Satoru y Suguru, el primero aporreaba la puerta y el segundo tocaba una sola vez y luego entraba.

—Oh, Yū. —Dijo al abrir la puerta, sonrió levemente. —Adelante, pasa. Creo que tenemos que hablar. —El asintió adentrándose a la habitación, cerró tras de si. —¿Que ha pasado antes?

—Allinq... Yo... —Tomó una bocanada de aire. —Me gustas... Se que no va a poder suceder nada entre nosotros porque te gusta Geto-san, y es entendible los dos estáis aquí. —Formó una linea recta con sus manos. —Y yo estoy aquí. —Desplazó su mano derecha unos 20 cm más bajo que la izquierda. —Pero, también es culpa mía por no decirte nada. Espero que podamos seguir siendo amigos.

—Pero por supuesto que sí... —Se acercó a él y lo abrazó con fuerza. —Y no digas que estás por debajo de nosotros, no es cierto. Además, me da igual en qué categoría estés, totalmente. Te quiero igualmente.—Acarició su mejilla y besó su frente. Ganándose una sonrisa sincera del menor. Quién diría que ese momento sería el último en que tuviera la oportunidad de verla.

(...)(capítulo 13 desarrollo de esta situación)

La mujer salió de la escuela mientras abrochaba su uniforme, tenía una misión junto a Kento y Haibara. Debían repartirse el trabajo entre los superiores y ellos, por lo que Geto y Gojo habían sido enviados a proteger a una mujer, decidió no indagar mucho más en el tema, solo sabía que ellos tres debían esperarlos en el aeropuerto de Naha, Okinawa, para cubrirles en caso de que fuera necesario, aunque lo dudaba.

—Tsk, esto es inaceptable ¿Como mandan a unos alumnos de primer año a una misión de esta categoría? —Nanami no dejó de quejarse.

—¡Vamos! No pasa nada. —Rodeó los hombros de la mujer mientras sonreía. —Tenemos a Allinq ¿Que puede salir mal? —Sonrió levemente, de manera forzada, se le notaban los nervios. —Además, me encantaría lucirme frente a Gojo-san.

—Pierdes el tiempo si quieres impresionar a Satoru. —Informó la mujer mientras lo abrazaba por la cadera.

Yū iba a contestarle pero una llamada llegó a su teléfono, por lo que decidió alejarse. Minutos más tarde volvió.

—Masamichi-sensei me ha dicho que debemos quedarnos un día más en Okinawa.

—Ese viejo... Agh... Que remedio, tocará quedarse.

Las horas fueron pasando y allí no había llegado nadie, y para rematar el día se puso a llover de manera torrencial. Los menores llegaron a una pequeña residencia que les había proporcionado la escuela, al menos no dormirían bajo un puente, aunque viendo el estado de la vivienda no sabía cuál habría sido la mejor opción. Mañana volverían a Tokio.

(...)

Tanto ella como Nanami corrían en la ayuda de Haibara, la misión que les habían asignado habría sido para alguien del calibre de Satoru. La maldición que los atacaba era tan fuerte que ni Allinq siendo de categoría especial podía acabar con ella, dañarla si, pero no conseguía matarla, aunque esto también influia que llevaba 3 días sin dormir y sus cortes no habian sanado, por lo que estaba agotada. De pronto un fuerte empujón la hizo volar un par de metros hasta caer al suelo de espaldas. Se dió la vuelta mientras jadeaba del dolor y frente a sus ojos pudo presenciar la escena más horrenda que nunca había visto. Aquella maldición había atravesado el cuerpo de Yū con una de sus manos, sangre comenzó a brotar de la boca del azabache.

—¡Yū! —Un grito desgarrador salió de los labios de ambos compañeros que observaban la escena.

Allinq se levantó con rapidez tras resbalarse un par de veces y corrió hacia la maldición mientras gritaba de la rabia por haber asesinado a uno de sus mejores amigos. Cortó su abdomen sangrando en abundancia, de esta sangre salió una maldición una vez que alzó sus dedos al cielo, la cual arremetió contra la otra, causando que Haibara cayera al suelo. Ambos corrieron hacia el, arrodillándose a su lado.

—Yū... No puede acabar tu vida así... —Murmuraba la mujer mientras trataba de aplicar su técnica de maldición inversa en el, pero era inútil, ya se había ido. —¡Aún no has impresionado a Satoru, Yū! ¡Porfavor!

Kento posó una mano en su hombro y negó mientras agachaba la cabeza, ocultando las lágrimas que caían por sus mejillas. La albina miró con atención el cuerpo de su difunto amigo y una vez más un grito aún más doloroso que el anterior resonó por el lugar debido a los edificios. En algún lugar de Tokio el de cabello azabache se giró a mirar hacia la ciudad algo preocupado, sentía que algo iba mal.

—¿Pasa algo? —Cuestionó Gojo.

—No... Deben ser imaginaciones mías...

Medio HechiceraWhere stories live. Discover now