Capítulo 5

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Gun abrochó la cremallera del pantalón y estiró el jersey de color lila. Con los elegantes zapatos de tela, el rostro libre de maquillaje, pero bien hidratado, y el pelo suelto no se parecía nada al chico que había sido una semana antes. Por supuesto, desde unos días antes poseía un amplio guardarropa para cualquier ocasión, aunque probablemente jamás se pondría muchos de los trajes porque no podía imaginar a Off llevándolo a navegar, por ejemplo, o a cenar en algún sitio elegante o a una gala que exigiera un traje de noche. Era tirar el dinero, pero ya había descubierto que una vez que Off daba instrucciones no había forma de dar marcha atrás. Nadie se atrevería a contradecirlo.

Una pena que él fuese un poco más rebelde, pensó. Después de una vida entera de penurias económicas, todas esas extravagancias lo hacían sentir culpable. Y desayunar en la cama, más aún. Necesitaba buscar una excusa, cualquier excusa, para desayunar solo. Después de todo, había hecho el ridículo la noche anterior, ¿no?

Gun se mordió los labios, notando que le ardía la cara. Pasaría mucho tiempo antes de que pudiese olvidar el éxtasis que había sentido en la cama de Off. Pero, afortunadamente, no habían llegado hasta el final, se recordó a sí mismo. Y estaba seguro de que eso haría un poco más fácil volver a establecer los límites para la relación. Él no era naturalmente lascivo, nunca lo había sido; sencillamente se había dejado llevar por el alcohol, la curiosidad, la tentación. Gun no era como su madre, no era dado a enamoramientos.

Durante años el único hombre en su vida había sido Andrew; por eso, la lenta muerte de su relación, que había empezado con tantas esperanzas, fue más dolorosa. Le parecía indecente que la intimidad que no había explorado con Andrew, a quien amaba, pudiera ser tan tentadora con Off Jumpol, un hombre del que no estaba enamorado y que no lo respetaba en absoluto.

A Off le daba igual lo que fuese de él o cómo se sintiera después. Sencillamente lo había utilizado para conseguir la isla de Lionos y pensaba que pagándole por ese privilegio terminaría con cualquier duda que pudiese tener.

– El señor Jumpol está en su oficina, al final del pasillo – le informó Primo cuando bajó al primer piso.

Enfermo de vergüenza, Gun encontró la puerta entreabierta y entró sin llamar.

Off levantó su arrogante cabeza del ordenador con una sonrisa en los labios y le hizo un gesto para que se sentase frente al escritorio... sin dejar de admirar las delicadas curvas que revelaba el jersey. Pero al recordar una imagen de Gun en la cama tuvo que apretar los dientes. No por primera vez lamentaba la interrupción que lo había dejado ardiendo y frustrado como nunca. Cuando llamó por última vez a Cale, descubrió que tenía un problema que no había anticipado. Sabiendo que iba a casarse, su amante francés ya no quería saber nada de él. Cale quería cuidar su reputación porque sus clientes, que le pagaban pequeñas fortunas por anunciar carísimos perfumes, eran muy conservadores y Off entendía que pensase en su carrera. Pero no sabía cómo iba a soportar los próximos meses estando casado y sin estar casado al mismo tiempo. Él no había vivido sin sexo más que un par de semanas desde que era adolescente. ¿Qué iba a hacer, buscar un sitio discreto para aliviarse? Sin duda, tendría que evitar ser visto con alguien que no fuese su esposo o nadie se creería su matrimonio con Gun y ese era un riesgo que no estaba dispuesto a correr. Le gustara o no, su única opción en los próximos meses era Gun Natouch.

– Estás muy guapo, caro – le dijo amablemente.

Pero cuando le llegó su perfume a jazmín recordó el encuentro que habían mantenido unas horas antes... Ningún hombre podría olvidar esa pasión, razonó, exasperado por su obstinada libido y por los efectos que sus turbulentas hormonas ejercían en su normalmente frío intelecto.

– Gracias, pero en realidad parezco un maniquí, no soy yo de verdad – replicó Gun, incómodo, mientras se sentaba en el sillón.

– Aprende a aceptar un cumplido – le aconsejó Off. – Tienes una figura preciosa, un pelo estupendo y un rostro muy bonito. La ropa solo es un buen marco para una belleza natural.

Amor millonario  OffGun   Where stories live. Discover now