Orfeo y Eurídice

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Kara tomaba té cómodamente descalza y sentada en el suelo junto a Céline mientras la escuchaba hablar tan sabiamente sobre el amor, también sobre ese significado tan profundo que tenían las letras de sus canciones. Asentía ante cada palabra, sin darse cuenta calaba en su interior; la rubia por alguna razón le nacía en su corazón decir a esa famosa cantante su extraña experiencia con los mensajes que le llegaban.

—Por eso no puedes sentir mis canciones. El amor es un extraño, pero asombroso sentimiento que hace mover al mundo. Y creo que cada persona está destinada a estar con alguien, no importa cómo ni dónde esté, siempre termina llegando. Solo debes seguir las señales y ahí estará —terminó la cantante tomando un poco más de su té.

—¿Puedo decirte algo, Céline? —esta asintió prestándole genuina atención— Esta semana he estado recibiendo una serie de mensajes... —hizo una breve pausa— No sé específicamente quién, pero de alguna forma todo lo que escribe me hace sentir interesada.

—Oh, querida —sonrió—, esa es exactamente una señal, debes seguirla. Quién sabe, puede ser que ahí está la mujer de tu vida —Kara respiró hondo asintiendo—. Además, me encantaría llegar a escucharte cantar alguna de mis canciones.

—¿Cómo...? —se asombró, luego asintió comprendiendo que era una persona con muchísimos contactos— Será un placer —se corrigió.

Las puertas se abrieron, la asistente de Céline llegó con su postura rígida y tablet en manos para indicarle que la hora y media había transcurrido.

—Señorita Zorel, el tiempo se le ha agotado. Puede retirarse por favor —Céline siguió tomando el té tranquilamente, su postura seca volvía.

—Pero... No hemos empezado la entrevista —miró a la cantante intentando buscar apoyo, uno que no consiguió.

—El tiempo ha acabado —repitió cortante indicándole que debía salir de la habitación.

Entre regañadientes se levantó tomando sus zapatos, no se tomó la molesta de despedirse; frunció su entrecejo casi queriendo tirar por las escaleras a esa asistente impertinente y la indiferencia repetida de Céline no ayudó mucho más.

—Mierda, Cat me va a matar —murmuró colocándose los zapatos de tacón intentando mantener el equilibrio—. Mierda.

—¿Estás segura que quieres hacer esto, Lena? —preguntó Sam una vez que había escuchado toda la explicación de su amiga.

—Necesito saber quién está usurpando el lugar de Jack, Sam —su mejor amiga suspiró dejándose caer en el sofá.

—Nadie está usurpando su lugar, Luthor. Los números que pertenecieron a personas fallecidas, la mayoría de las veces pasa a ser disponible de nuevo —intentó hacerla entrar en razón—. Tampoco creo que debas obsesionarte con eso, ¿por qué te importa saber quién es? Deberías solo dejar de escribirle y ya, es más, elimina su número.

—¡No puedo! —elevó su voz dejándola congelada— No puedo eliminar el número, o dejar de escribirle porque necesito saber quién es —Sam gruñó cubriéndose el rostro.

—Al menos intenta dejar de escribirle una semana. Estás dándome mucho miedo, te pones histérica y obsesiva, Lena —la ojiverde respiró profundo casi contando hasta diez—. Eso de comprar una entrada para ver esa opera Orpio y no sé quién, está pasando el límite de lo normal.

—Orfeo y Eurídice —corrigió arqueando una ceja—. Necesito hacerlo, Sam. Por eso te llamé, deseo que mi mejor amiga me apoye en esto.

—Lena, siempre te he apoyado en todo y lo sabes —tomó su mano entre las suyas—. Solo necesito que ahora me prometas algo a mí —la ilustradora asintió apretando su mano—. Si esto sale para bien o para mal, busca ayuda profesional. Temo que esto comience a superarte cada vez más.

Love AgainWhere stories live. Discover now