Capítulo XVIII

117K 12.8K 9.7K
                                    

XVIII - BESOS

—¿A ti te sabe a algo?

—Mmm... no.

Ante mi respuesta, Tommy me quita el porro de la mano y se lo lleva a los labios. Le da una calada, tose, y vuelve a dármelo. Yo hago exactamente lo mismo. En cuanto toso, tengo que contener una arcada. Qué asco.

Hemos decidido vernos en su casa. Su hermano tiene la graduación de no sé qué curso de profesionalización —se saca uno cada dos años, así que ha perdido un poco la emoción—, así que estamos solos.

La cosa es que, en la última fiesta, Tommy decidió que era buena idea hacerse amigo de un grupito con aspecto raro. Estos le prometieron que si cumplía con no sé cuántos retos conseguiría un porro gratis. No es que mi amigo necesite mucha motivación para aceptar retos, así que el caos estaba servido.

Ahora, sentados en su sofá, con las cortinas echadas y las ventanas cerradas para que sus vecinos no sospechen —como si fueran a asomarse o algo—, nos lo estamos pasando el uno al otro.

—¿Estás seguro de que eso es maría? —pregunto, confusa.

—¡Eso me dijeron!

—Y esos tipos raros que ofrecían porros gratis parecen muy honrados, ¿no?

—Oye, al menos yo le doy un poco de vidilla a esta amistad —protesta, dándole otra calada. Intenta aguantarlo, pero enseguida se pone a toser como un desquiciado y me lo devuelve—. Yo... yo estoy un poco mareado, ¿eh? Creo que está funcionando.

—Tommy... a mí me sabe a pizza.

—¿Cómo te va a saber a pizza?

—¿Estás seguro de que eso nos estamos fumando no es orégano?

Una pregunta que jamás pensé que leería.

Hay un momento de silencio incómodo. Tommy le da la vuelta al porro y le echa una ojeada. No sé si se piensa que podrá diferenciarlo o algo así, pero por lo menos parece muy concentrado.

Al apagarlo contra el cenicero que siempre esconde bajo su cama, tuerce el gesto.

—Vale —admite en voz baja—, quizá me hayan timado.

—A ver, te salió gratis... técnicamente, no es tan timo.

—¿Eso es para consolarme?

—Un poco. ¿Funciona?

—Un poco.

Esbozo una sonrisa, pero esta se borra en cuanto él resopla y se hunde un poco más en el sofá. Odio no saber qué decirle, porque también soy consciente de que hay algo que le molesta. Tommy no fuma, ya sea tabaco o cosas peores. Si hoy le ha dado por hacerlo, es que algo le va mal. No quiero sacar el tema y que se ponga incómodo, y normalmente me aguantaría las ganas, pero hoy particularmente me siento más lanzada.

—¿Quieres que vayamos a por uno de verdad? —pregunto.

—¿Ahora?

—¿Por qué no?

Lo considera unos instantes.

—Siento que te estoy induciendo al mundo oscuro de las drogas —admite al final.

—No pasa nada, ya estoy pervertida por la vida.

—Pero no sé dónde empezar a buscar ni nada...

—Creo que tengo una idea. Si te fías de mí, claro.

—Contigo hasta el fin del mundo, querida Olivia.

Sonrío y me estiro para alcanzar mi móvil. Apenas tardo unos segundos en encontrar el contacto que necesito.

La primera canciónWhere stories live. Discover now