Asiento con la cabeza.

— De acuerdo.

Con esas últimas palabras, salgo del consultorio de Jungkook, y sin perder tiempo me dirijo al ascensor. Para mi suerte, no me encontré con nadie que pudiese comprometerme frente a Lía, y en menos de cinco minutos, me encuentro parado frente a la puerta de la habitación de Hoseok.

Mi corazón es un puto desastre y mis nervios amenazan con salir a flote, pero reuniendo toda mi fuerza de voluntad, los mantengo a raya. Sin poder evitarlo, una pequeña sonrisa curva mis labios. El menor se encontraba a pocos metros de distancia y el deseo y la necesidad de por fin verlo, me tomo por desprevenido, causándome una sensación vertiginosa en el estómago.

Inspire profundamente y relajando todos mis miembros, tome el pomo y con determinación, abrí la puerta de la habitación con sumo cuidado. La escena frente a mí, me hizo tensarme. La ira consumiendo cada parte de mi ser, mientras mis manos se cerraron en puños, apretando con fuerza. Frente a mí, Min Yoongi, sostenía a Hoseok, apretándolo contra su cuerpo. A mí no me gustaba. No me gustaba su proximidad, ni la fácil comodidad, en la que parecían estar. No, no, no. Hoseok no debería sentirse cómodo con nadie más, nadie más excepto conmigo. No debería sonreír así con otra persona o tener ese suave reflejo de gratitud, en lo profundo de sus ojos.

Ninguno de los dos parecía haberse dado cuenta de mi presencia. Su conversación parecía intima. Algo vil y doloroso atravesó mi estómago, pero negué a dar un paso atrás. Mi interior dolía, pero mi rabia y furia eran superior a eso. No quería creerlo, pero lo estaba viendo en primera persona. Hoseok me había traicionado y había faltado por completo a sus palabras. Sin embargo, recuerdo las palabras de Jimin de la noche anterior y trato de apaciguar toda mi ira, porque sin duda alguna, no armaría un escándalo, que pusiera la vida de mi hijo en peligro.

No pasaron muchos segundos, cuando fui consciente, de que me encontraba ahí de pie en la entrada de la habitación, viéndolo con mi imperturbable rostro. Mi puta fachada. El sentido común me decía que me alejara de ahí, sin embargo, yo no lograba conseguir que mis pies y piernas se movieran. Solo sabía que la sangre surgió a través de mis venas, cuando el volvía su mirada en mi dirección, solo para que su expresión se congelara con sorpresa, cuando se dio cuenta a quien estaba mirando. Mi corazón comenzó a latir con fuerza y mi respiración se detuvo, como si estuviera preocupado por lo que iba a decirle luego, y la forma en que tenían que ser exactamente las palabras adecuadas.

Mientras lo miro fijamente, lo veo contener la respiración, estremeciéndose silenciosamente. Lo cual parece ser perceptible para Min Yoongi, quien inmediatamente se separa del cuerpo del menor, ladeando la cabeza y mirando por encima de su hombro. Al percatarse de mi presencia, su rostro se distorsiona, con una expresión molesta y suficientemente cabreaba, como para cometer un asesinato. Sin embargo, no dice nada, fulminándome con la mirada, para segundos después, volver su mirada hacia Hoseok, quien parecía a punto de desmayarse.

Min, le dice algo al menor, que no logro escuchar, e inmediatamente Hoseok, responde con un contundente. ¡No!, que, aunque no logro escuchar, fue demasiado fácil de leer en sus labios. Min, asiente con la cabeza y entonces dirige toda su atención en mí. Aclarándose la garganta, dice.

— Hoseok no puede recibir visitas en estos momentos. —Su tono de voz es amable, pero duro. — Así que te voy a pedir que te retires y regreses en otro momento.

La ira que estaba apaciguando, se encendió completamente. Esta vez más rápido que la precaución, y tuve que hacer un esfuerzo sobre humano, para no mandar todo a la mierda.

— Necesito hablar con Hoseok. —Digo, mi voz es dura y amenazadora. Segundos después, sin apartar mis ojos de los de Min Yoongi, demando. —Ahora.

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