Capítulo 9 | Investigación

Start from the beginning
                                    

La clase acabó y me dirigí a la próxima junto a Jonas. Allí ya nos separamos, porque él siempre se sentaba en el extremo izquierdo de la clase, en primera fila, mientras que yo iba a segunda y en el extremo opuesto. Justo detrás de Alice, aunque todavía no había llegado. Lo hizo junto a la profesora, por lo que no pude decirle nada, ni ella a mí.

Bastaron una leve mirada y una sonrisa para saludarnos y dar a entender que más tarde hablaríamos.

🗒️🗒️🗒️

Como Alice tenía clase al acabar y yo laboratorio, no pudimos hablar, así que lo aplazamos para más tarde. Mientras yo iba de camino al tercer piso, dos manos me agarraron de la camiseta y me arrastraron hacia el ¿baño de chicas?

―¿Qué hacéis? ―pregunté confundido a Louise y Rosalyn, las amigas de Alice.

―La pregunta aquí es: ¿qué haces tú? ―preguntó Rosalyn muy cerca de mí, arqueando sus cejas rubias.

―Ir al laboratorio...

―Hemos visto la lista de sospechosos que habéis hecho con Alice ―explicó Louise más calmada que su amiga, que parecía un chihuahua a punto de saltar del bolso―. No le hemos querido preguntar a ella para que no nos considerara todavía más sospechosas, así que hemos pensando en preguntarte a ti la razón por la que...

―¿Por qué mierdas somos sospechosas de chantajear a NUESTRA mejor amiga? ¿Qué puto interés tendríamos nosotras en hacerle daño?

Estaba claro quién era la poli buena y quién la mala, ¿verdad?

―Todo el mundo es sospechoso hasta que se demuestre lo contrario. Ella no sospecha de vosotras ―aclaré, haciendo que el rostro de ambas se relajara un poco―. Soy yo el que lo hace.

―¡¿Disculpa?!

Obviamente, esa fue Rosalyn.

―Baja la voz, Rose ―le reprochó Louise.

―Ambas os beneficiáis de algún punto de la lista del chantajista y, además, obtenéis los apuntes gratis y, sobre todo, no hay registro en ningún lado de que los obtenéis, por lo que nadie salvo vosotras y Alice sabéis de ello. Si algún día registraran los chats de W123, no apareceríais. Estáis a salvo.

―¡Menuda estupidez!

―Tiene sentido ―dijo Louise al unísono de su amiga.

―¿Cómo que tiene sentido? ―Bufó ofendida―. Nosotras jamás le haríamos algo así a Alice. Yo sospecho más de este, que de ti, Lou.

―La estoy ayudando en todo. No digas gilipolleces.

―Sí, y también rompiste su amistad cuando más te necesitaba y la dejaste tirada ―espetó mirándome de una forma que no me gustó nada―. Nosotras estuvimos allí para ella y seguimos estándolo, al igual que Alice ha estado para nosotras cuando más lo hemos necesitado, y cuando no, también.

―Si no conoces los hechos, mejor cállate, Rosalyn ―pedí, luciendo mi grandísima paciencia.

―Lo mismo te digo a ti, guapito de cara. Nosotras jamás le haríamos daño a Alice, ni siquiera sin querer, ¿entendido? Es como una hermana para nosotras y si una sufre, todas lo hacemos. Así que cierra el pico y deja de querer ponerla en nuestra contra.

―Te digo y me repito, ella no sospecha de vosotras. Soy yo. No os la estoy poniendo en contra. Lo haréis vosotras si resultáis ser las chantajistas. Y ahora, si me disculpáis, tengo cosas que hacer.

Salí de ese baño, escuchando a mi espalda una sarta de insultos de lo más originales.

Entendía sus razones para estar molestas. No negaré que era consciente de que había pocas probabilidades de que fueran ellas las culpables, dado que Rosalyn no se equivocaba: ellas habían sido su pilar. Y Alice... Alice era muy buena amiga. Nadie con dos dedos de frente le haría daño, perdiendo así su amistad.

Medidas Desesperadas ©Where stories live. Discover now