Prefacio

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De pronto Ilva sintió un líquido negro y viscoso, espeso entre sus pies, que cubría toda masa a su alrededor, impidiendo que la débil luz transite por ahí.

Excepto a ella.

Su respiración se aceleraba y su pulso también. Sus músculos no reaccionaban ante tal miedo. Ilva deseaba gritar, pero su voz se congelo en su garganta obstaculizando su paso.

Ilva se frustró. Su mente no lograba procesar ante la ofuscante situación en la que se encontraba, simplemente todos sus sentidos bloquearon su comunicación. En esos momentos, lo único que deseaba Ilva era que todo fuese un maldito sueño más.

Silencio.

Este reinó el recinto por unos largos minutos.

Hasta que Ilva reaccionó y sus oídos escucharon pies chocando contra el piso. Ella podía sentir como leves pasos, cargados de misterio y sensualidad, se acercaban poco a poco con cautela.

Y lo vió.

Un hombre con un largo saco oscuro y cínica sonrisa puesta en su cara cubriendo sus ojos con sus mechones largos de cabellera oscura que reposaban hasta sus hombros.

Ilva se limitó a soltar toda la fuerza acumulada y correr.

Un excitante escalofrío descendió por la columna de Ilva cuando una fina mano la tocó.

Sin pensarlo, Ilva giró su cuerpo mirando detrás de ella.

Aquel misterioso hombre estaba posterior suyo sonriéndole otra vez.

Y pronunció.

- ¿Lista?




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