Abschied

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Como decia la carta, solo tuve tres días para despedirme de mis amigos ya que solo tres personas podrían ir a visitarme, según Yeji, la guardia, los tres días era para despedirme de mis padres y algún hermano que tuviera, pero por suerte era hija única, así que el tercer día lo pasé junto a Giselle.

— ¿Y si me corto una pierna? —le susurré a Giselle, ambas nos encontrábamos acostadas desnudas en mi habitación —No creo que la princesa quiera a una chica sin una pierna

— La princesa puede comprarte una pierna nueva, Minjeongie —me dio un corto beso en los labios — Sólo se la chica insoportable que eres, así no creo que te acepte.

— Yo igual te amo, mi amor —me di la vuelta, dándole la espalda pero ella me abrazo y así pude sentir sus perfectos pechos en mi espalda, sonreí por la sensación.

— Sabes que así te quiero, gritona e insoportable —comenzó a besar el cuello.

— Tú eres peor que yo —hice un puchero, aunque era inútil ya que ella no podía ver mi cara.

Luego de eso tuvimos nuestro quinto último adiós, donde esta vez si fue el último ya que tenía que vestirme para así poder irme de la casa.

En 10 minutos venían a buscarme y al menos quería pasar esos últimos 5 minutos junto a mis padres. Ellos estaba igual de dolidos que Giselle, mis padres aman tanto a mi novia que la trataban como su propia hija, cuando les dijimos que Giselle me había propuesto matrimonio, mi padre lloró y mi madre chilló de emoción, mi vida iba de maravilla.

— Intenta no cagarla tanto, no queremos que te lleven a la cárcel —dijo mi padre mientras me abrazaba con mucha fuerza — No sabes cuanto te extrañaremos, mi amor —se separó y mi madre me abrazó.

— Come bien, duerme bien, haz todo lo que te digan para que no te hagan daño, pero aún así, intenta que no te acepten —me susurró mi madre— No queremos que te vayas para siempre, tenemos los lujos suficientes para ser felices aquí, así que nunca pienses en el dinero —me besó en la frente — Los guardias están afuera esperándote.

— No quiero ir, mamá —abracé con fuerzas a mi madre — No quiero ser una princesa, no quiero usar vestidos lujosos, no quiero usar maquillaje, no quiero casarme con alguien que no sea Giselle.

— Lo sabemos, cariño —mi padre me acarició el cabello — Sabemos que quieres pasar el resto de tus días con Giselle, pero solo queda esperar a que la princesa se arrepienta y te rechace.

— Rezaré todos los días para que eso pase, hija—mi madre se separó de mi y limpió mis lágrimas— Suerte —me mostró su mejor sonrisa aunque sabía que cuando me fuera, ella lloraría todo lo que se ha estado aguantando en mi presencia.

— Los veré el próximo lunes —agarré mi pequeño bolso donde solo tenía mis cosas más preciadas — Myeong, cuídalos mientras no estoy, te veré en un año más —me agache para abrazarlo—Ojalá pudiera llevarte, serás lo que más extrañaré —me volví a levantar y mire por última vez mi hogar y a mis seres queridos, Giselle se encontraba llorando en el hombro de mi madre. Mi padre intentaba sonreírme, aunque ya tuviera los ojos llorosos — Adiós, familia

Salí de mi casa y me encontré con un lujoso auto negro. Yeji se encontraba afuera y al verme se acercó corriendo para poder llevar mi bolso, al parecer desde ahora seré tratada como una princesa, cosa que no me molestaba completamente.

— ¿Cuándo conoceré a la princesa? —pregunté cuando ya estábamos en el auto, camino al lugar que me quedaré.

— La conocerás cuando te cases con ella —la mire sorprendida — Tal vez la conozcas ya que ella ha estado ansiosa de verte, pero por tradiciones no puede, comienzo a pensar en que tal vez se termine escapando o algo.

— ¿Y cómo es la princesa? —pregunté mientras veía el paisaje.

— No lo sé, solo unos pocos guardias han podido verla —suspiró — Pero se rumorea que es la princesa más linda que el reino ha tenido y que es muy inteligente.

— Espero que cuando me conozca me deje ir —susurré.

— No creo que lo haga, es una chica con muy raros gustos —la mire rápidamente — Generalmente sólo toma medio año entrenar a una persona para que sea digno del futuro rey, pero por pedido de ella nos ha mandado adaptarla a sus gustos.

— ¿Qué tipo de gustos? — pregunté mientras pensaba en qué tal vez me iban a cortar el pelo, operarme o algo.

— Fetiches sexuales —susurró — Y son desagradables.

— Por favor dime que no son golpes o amarres —la mire y ella solo trago — Dios, voy a morir acá —suspiré.

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