Capítulo 10

53 6 2
                                    

Taehyung

Jungkook levanta la cabeza para mirarme, con tanta fuerza, que tengo miedo de que se haya hecho daño en el cuello. Sus ojos me miran muy abiertos. Está en shock.

Es adorable.

Creo recordar que no es la primera vez que veo este gento en él. ¿Cómo no me había dado cuenta hasta ahora de lo tierno que es?

Con cautela, posa su mano sobre la que tengo enredada en su pelo y por arte de magia, sonríe, dejándome ver esos dientes de conejo que tiene.

Por Dios, ¿cómo es así de guapo?

Siento una bandada de gaviotas revolotear en la boca de mi estómago y eso me asusta como la mismísima mierda. Nervioso, aparto la mano de su cabeza y me mata ver la expresión de tristeza que nace en sus ojos. No podría explicar que sentimiento me abruma, pero lo que sí tengo claro es que no quiero que esos ojitos llenos de vida se vean así, por lo que, amparado por la soledad en la que nos encontramos, muy despacio, vuelo a acariciar su rostro. Pero esta vez me deleito en la suavidad de su piel. Acaricio la pequeña cicatriz que tiene en la mejilla.

Recuerdo cómo se hizo esa marca. Estaba en el recreo, hace un par de años, y sin querer, su amigo Yoongi, le dio un balonazo en la cara. No sé por qué, pero ahora mismo me da pena que hubieran hecho daño. No lo puedo explicar, pero ahora mismo, su bienestar es una prioridad para mí.

- ¿Te dolió mucho? - le digo mientras le sigo acariciando.

Me revuelvo un poco incómodo, pero me obligo a seguir sonriendo. No puedo entender que son todos estos sentimientos que me están embargando, estos nervios, y, sobre todo, esta necesidad de que no me deje nunca.

- No tanto como mi pecho hoy, cuando me he dado cuenta de que no estabas detrás de mí - me dice si apartar sus ojos de los míos.

¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué mi corazón late desenfrenado? ¿Por qué estoy feliz por lo que acaba de decirme?

- Lo... siento - tartamudeo pues está acercándose a mí, lentamente.

- Deja - sigue acercándose - de - su nariz casi está rozando la mía - disculparte - gira un poco la cara y su nariz acaricia mi carrillo. - No ha sido culpa tuya.

Lo tengo encima y tengo miedo de que pueda sentir el alocado ritmo de mis palpitaciones.

- Jungkook... - me tiene totalmente rendido.

- Taehyung... - sus labios rozan mi boca al pronunciar mi nombre.

Poseído por un ardiente deseo, le beso, con torpeza. Cierro los ojos. Sus labios son suaves y me devuelven el beso. Siento una de sus manos acariciar mi mejilla y puedo asegurar categóricamente que es el mejor beso de mi vida... hasta que recuerdo que es un chico y me separo.

¿Me gusta Jungkook?

Sólo sé que me ha encantado besarle. Que se ha sentido como si fuera la primera vez, pero no sé cómo se siente él. Aunque, su mano en mi cara, es una buena señal, ¿no?

Le miro a los ojos, sigue realmente cerca de mí y puedo ver el asombro en su cara. Y entonces escuchamos el picaporte de la puerta y se aparta de mí a toda velocidad.

- ¿Qué tal te encuentras, hijo? - mi padre trae una bolsa con hielo. - Estás todo rojo, ¿tienes fiebre? - me dice poniéndome la mano en la frente y juro que estoy a punto de desmallarme porque si llega a entrar tres segundos antes, nos hubiera encontrado labio a labio. Y entonces, al muy idiota de Jungkook se le escapa una risita.

¿En serio? Capullo.

- Tú también estás bastante rojo, Jungkook - le dice mi padre consiguiendo que el muy idiota deje de reírse por fin - Y eso que no hace nada de calor...

- ¡Namoo! - dice de pronto Jungkook levantándose y abriendo su mochila. - La Sra. Lee nos ha dado esto - le tiende el Walkie-Talkie. Hemos quedado en que le avisaríamos en cuanto llegaramos. Estará preocupada.

- ¡Oh, que buena idea! - exclama maravillado. - En cuanto pueda, compraré un par de chismes de estos - dice mi padre yéndose por donde ha venido, en busca de pilas, supongo. - Le diré que los dos estáis bien - se gira para mirarnos. - Y por favor Jungkook, ponle el hielo a Tae en la cabeza.

Y mi padre vuelve a marcharse dejándonos solos.

Con cuidado, Jungkook se sienta en la cama y me pone el hielo en el golpe. Tengo un buen chichón y siseo por la impresión.

- Aguanta un poco. Te hará bien - me dice concentrado en lo que está haciendo.

Sin querer, mis ojos viajan a sus labios y me pondo, inevitablemente nervioso. Mi padre nos ha interrumpido, y lo más cómodo, ahora mismo, es fingir que no nos hemos besado. 

La Tormenta del MilenioWhere stories live. Discover now