17. EL DÍA MÁS FELIZ

4K 183 7
                                    

El agente sacó unas esposas y se las puso a Lorenzo.

- No puede ser, Lorenzo no ha hecho eso - protestó Irene.

- Bueno, la Señorita ha puesto hoy una denuncia que dice que todo sucedió el pasado fin de semana.

- Mónica, por favor, esto es una locura. Fuiste tú la que me forzó a mí casi - protestó Lorenzo.

Pero aun así, los agentes se lo llevaban detenido.

- Hijo, haz algo - le dijo Pilar a Sergio.

Irene empezaba a llorar, se sentía impotente, conocía a Lorenzo y sabía que no haría algo como lo que Mónica decía que había hecho.

- Él me forzó, me obligó a follar con él en su taller — reafirmó Mónica con cinismo.

Los agentes se lo llevaron hacia el coche, y Lorenzo le dijo a Irene:

- Llama a mi abogado.

Irene estaba destrozada, Lorenzo podía haberle puesto los cuernos con Mónica, pero no la había violado, de eso estaba segura.

Viendo como se lo llevaban se sentía triste y preocupada. Sergio se acercó a ella y la abrazó:

- Lo siento. Se suponía que este debía ser el día más feliz de tu vida, pero...

- No te preocupes, hasta este momento realmente lo ha sido.

Irene estaba muy nerviosa, empezó a sentir que el corazón le iba a mil por hora y que su bebé se movía revolviéndose dentro de ella, como si hubiera notado que algo grave pasaba.

Sergio al ver su estado le dijo:

- Vamos dentro - y luego dirigiéndose a su madre le dijo: - Qué se vayan todos a casa, mamá.

Y entre Doña Pilar y los padres de Irene se encargaron de despedir a todos los invitados. Mientras, Sergio y Rosa acompañaban a Irene al interior de la casa.

- Esa Mónica es una buena arpía, ¿no? - dijo Rosa.

- Sí. Se lo hizo pasar muy mal a mi hermano cuando terminaron. Pretendía que Lorenzo le pagara una indemnización por el tiempo que había pasado con él y por haber roto el compromiso.

Ya en el salón de la casa los tres, Irene se sentó en el sofá.

- ¿Y si subimos a la habitación y te quitas el vestido? - le propuso Rosa.

- No sé, ¿y Lorenzo?

- Ahora mismo no podemos hacer nada más por él - aclaró Sergio - y mañana por la mañana llamaremos al abogado. Todo saldrá bien, ya lo verás.


* * *

A Irene el domingo se le hizo eterno, porque aparte de llamar al abogado y contarle lo sucedido no pudieron hacer nada más. Además, Irene había pasado muy mala noche, sin poder dormir casi, pensando en el pobre Lorenzo.

El lunes a primera hora estaban casi todos en el juzgado. Les habían avisado de que a las 10 sería el juicio rápido.

Estaban todos en una pequeña sala. El abogado hablaba con Irene.

— Quiero que declares, que le cuentes al juez exactamente lo mismo que me contaste, ayer a mí ¿entiendes? Lo que viste la noche que te encontraste a Mónica en el piso.

— Vale — afirmó Irene.

Y entonces la puerta se abrió y Lorenzo entró acompañado de dos policías que lo custodiaban.

— Lorenzo — Irene corrió hacia él y lo abrazó.

— Yo no hice nada de eso que dice esa arpía — dijo Lorenzo.

— Ya lo sé — afirmó ella y lo besó.

Un beso que a Lorenzo le supo dulce como el azúcar, después del día que había pasado en el calabozo, los abrazos y besos de Irene eran como estar en el paraíso.

— Siento que nuestra noche de boda fuera... tan atípica. Odié no poder estar contigo. — se disculpó Lorenzo.

— No pasa nada

— Aunque por lo menos ha servido para que te quedes.

Irene rio suavemente. El abogado se acercó a Lorenzo.

— Bueno, ya sabes, tú tienes que declararte culpable — le recomendó el abogado — pero con el testimonio de Irene y los mensajes que Mónica te envió antes y después, yo creo que la cosa no va a prosperar. Así que tranquilo. Como mucho quizás te pongan una orden de alejamiento.

— Bueno, no pienso acercarme a ella nunca más.

Les avisaron de que ya podían ir y entraron todos en la sala de juicio. Irene y Lorenzo fueron los últimos, pues no querían separarse. Pero finalmente tuvieron que hacerlo.

Mónica estaba sentada junto a su abogado, llorando. Irene la miró maldiciéndola. Ella, Sergio y Pilar buscaron asiento en la primera fila.

— Será mentirosa la tía, ahí llorando como si la víctima fuera ella — señaló Doña Pilar.

— Tranquila, Lorenzo saldrá de esta.

Irene estaba convencida de ello.


* * *

Lorenzo estaba nervioso. El juicio empezó y primero declaró Mónica. Obviamente, todo lo que dijo era mentira, dijo que Lorenzo la había forzado y que ella no pudo escapar de él, ni negarse a hacer lo que él le pedía.

Lorenzo la escuchaba, sentía asco, no entendía como había podido estar tan ciego con ella.

Después fue él quien declaró, contando precisamente todo lo contraría a lo que ella había contado. Que ella había ido al taller voluntariamente y lo había seducido.

A continuación, fue Irene la que declaró. El abogado le preguntó sobre la noche en que se encontró a Mónica saliendo de la habitación de Lorenzo. Ella contó todo lo sucedido, dejando claro que no parecía que hubiera ido hasta allí a la fuerza, si no todo lo contrarío.

Además de las declaraciones, el abogado presentó también las imágenes de aquella tarde en el taller, ya que había una alarga con grabación de imágenes en el taller.

Con cada nueva prueba iba quedando más claro que todo había sido una jugarreta de Mónica.


* * *

Se hizo un receso en el juicio, pues era casi la hora de comer. A Lorenzo lo metieron de nuevo en el calabozo, aunque antes de marchar para allá, Irene se acercó a él, lo besó, y le dijo:

— Todo saldrá bien.

Eso hizo que Lorenzo se sintiera más reconfortado, además, se sentía contento, porque a pesar de todo, Irene seguía a su lado, se preocupaba por él, y le estaba apoyando totalmente.

Irene, Pilar y Sergio fueron a un restaurante cercano al juzgado, en lugar de ir al bar de los juzgados, pues estaban seguro que Mónica iría allí.

— Bueno, creo que la cosa va a ir bien para Lorenzo — dijo Sergio.

— Sí, pero no entiendo con qué fin ha hecho esto Mónica — se preguntó Pilar.

— Supongo que no quiere que me case con Lorenzo, o por lo menos que esté con él. Yo lo veo como una manera de separarnos — Dijo Irene.

— Sí, pero ¿por qué? ¿Qué saca ella de eso?

— Mamá, ella aún quiere a Lorenzo, creo yo. Además de que más que a Lorenzo, lo que quiere es el dinero, la fama y la posición que puede darle ser la mujer de Lorenzo.

— Pues qué triste, pobre hijo mío, lo que tiene que pasar por culpa de esa mujer — se lamentó Pilar.

— Bueno, saldrá de esta, ya lo verá — señaló Irene convencida.

Después de comer, volvieron al juzgado.

El juez pidió que entrará un nuevo testigo, pero no aparecía. Todo el mundo se miraba preguntándose donde estaría o quien sería y entonces sonó un móvil, era el móvil de Sergio.

MAMA POR SORPRESAWhere stories live. Discover now