15. MALDITA MUJER

3.8K 203 9
                                    

— ¡Maldita mujer! — maldijo Lorenzo.

Sin duda, Mónica había conseguido lo que quería. En aquel momento se sentía sucio e impotente, ¿por qué se había dejado llevar por aquel deseo? ¿Por qué no había sido fuerte en aquel momento? Entró en el baño de su habitación y encendió el gripo de la ducha. Esperó a que saliera el agua caliente y se metió debajo y entonces, mientras el agua resbalaba por su cara y por todo su cuerpo, empezó a llorar.

Irene en su habitación, acostada sobre la cama, también lloraba. Encontrarse a Mónica en su casa, saliendo de la habitación de Lorenzo y pavoneándose de haber follado con él, le había dolido y mucho. Había creído que el acercamiento de Lorenzo con ella había sido sincero, que realmente él se estaba enamorando de ella, pero en realidad, todo había sido mentira. Quería morirse, desaparecer. Lo único hermoso que había sacado de todo aquello era aquel hijo que llevaba en sus entrañas y que cada vez amaba más. Era lo único real que tenía y lo único por lo que valía la pena seguir con aquella farsa que Lorenzo le había propuesto el día en que se conocieron. ¡Qué ilusa había sido al creer que podría enamorarlo!


* * *

Lorenzo fue el primero en levantarse aquella mañana y por primera vez en mucho tiempo sentía que no quería levantarse, que quería quedarse para siempre acostado en la cama. Trató de escuchar, pero no se oía nada, así que dedujo que Irene aún estaría en la cama. Y entonces oyó el agua de la ducha, sin duda se había levantado.

Irene, bajo la ducha, pensaba en lo que debía hacer ahora. Sin duda, no iba a quedarse en aquella casa, se casaría con Lorenzo, pero después de la boda se marcharía y no volvería hasta que se acercara el momento del parto.

— Buenos días — saludó seriamente cuando llegó a la cocina, donde Lorenzo ya había empezado a preparar el desayuno.

— Buenos días — respondió él — Siento lo que pasó anoche, yo... no sé qué me pasó — intentó disculparse.

— Lo que te pasó es que te follaste a tu ex, porque aún la quieres, ¿verdad?

— No, no es eso — trató de negar Lorenzo, mientras Irene se sentaba en la barra para desayunar — ella es una manipuladora y yo...

— Te dejaste manipular — terminó Irene.

Lorenzo suspiró dejando una taza de café frente a Irene.

— Me casaré contigo — empezó a explicarle ella — pero después de la boda me iré y no volveré hasta que el niño tenga que nacer.

— Pero... — trató de protestar Lorenzo.

— Ya lo tengo decidido y nada va a convencerme de lo contrario.

A lo que Lorenzo solo pudo ceder:

— Está bien.

Desayunaron sin decirse nada más, y estaban recogiendo la mesa cuando Lorenzo le recordó a Irene:

— Esta noche será mi despedida.

— Ya lo sé.

Entonces sonó el móvil de Lorenzo que lo cogió y miró, luego discriminó la llamada, por lo que Irene le dijo:

— Puedes cogerle el teléfono a esa mala pécora.

Estaba claro que Irene estaba dolida y cabreada con todo aquello.

— No es ella — dijo Lorenzo.

— Ya, claro, por eso no le coges el teléfono — bufó Irene.

— Ella no significa nada para mí.

— No, claro, solo un buen polvo, ¿verdad?

— ¿Estás celosa? — preguntó Lorenzo con cierto temor, aunque era evidente que esa era una de las cosas que afectaban a Irene.

MAMA POR SORPRESAWhere stories live. Discover now