7. LOS PERIODISTAS

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Eran casi las dos de la madrugada cuando volvieron a casa.

A Lorenzo se le había hinchado la nariz y le dolía.

— Toma, abre tú — le dijo Lorenzo dándole las llaves a Irene. Irene abrió la puerta y entraron en el piso.

Todo estaba en silencio.

— Me voy a dormir, estoy agotado — dijo Lorenzo.

— Buenas noches — se despidió Irene.

Cada uno se dirigió a su habitación. Irene se sentía ninguneada. Desde que habían salido del botiquín del hotel, Lorenzo se había comportado como si entre ellos no hubiera pasado nada.

Lorenzo en su habitación no podía dejar de pensar en ella. No sabía que le había pasado, pero tenerla tan cerca mientras lo curaba. Tenerla tan cerca, oler su perfume, le había hecho caer en la tentación. En una tentación que no quería caer. Irene era la madre de su hijo y no podía ser nada más que eso. No quería volver a enamorarse, no podía volver a enamorarse, ya había sufrido suficiente y no quería sufrir más. Como puso se durmió.

El móvil sonaba insistentemente, lo que despertó a Lorenzo. Lo tenía justo en la mesita de noche, alargó la mano y lo cogió, miró la pantalla. Era su madre quien le llamaba.

- ¿Sí?

- ¿Se puede saber que es esto? - preguntó Pilar enfadada.

- ¿Qué? ¿Pasa algo mamá? - preguntó Lorenzo sin saber a qué se refería.

Pilar tenía una revista en su regazo y la ojeaba. En la portada había una foto de Lorenzo y Alfonso enfrentados, discutiendo.

- ¿¡Qué si pasa algo!? ¿Qué pasó anoche en la gala?

Y justo en ese momento Lorenzo ató cabos, seguro que se refería a lo sucedido la noche anterior con Alfonso y Mónica.

- Lo siento, sé que se me fue de las manos y no debía haberme dejado llevar, pero...

En ese momento oyó un repiqueteo en la puerta y después como Irene lo llamaba:

- ¿Lorenzo?

- Mamá, después hablamos - le dijo a su madre, colgó la llamada, se levantó de la cama y se dirigió a la ventana para subir la persiana, mientras le respondía a Irene:

- Ya voy.

Lorenzo abrió la puerta, tras la que estaba Irene, que ya se había levantado, se había vestido y peinado y olía a gel de baño.

- Estamos en todas las revistas y páginas de internet.

- Ya, me visto y ahora hablamos. ¿Por qué no vas preparando el desayuno? - propuso Lorenzo.

- Está bien.

Irene se dirigió a la cocina, mientras Lorenzo se duchaba y se vestía. Mientras lo hacía no dejaba de pensar en lo sucedido en el botiquín. Cuando entró en la cocina, Irene ya había preparado tostadas, café y había puesto la mesa con todo lo necesario para desayunar.

— Buenos días — saludó Lorenzo sentándose a la mesa.

— Buenos días, te he dejado ahí todas las revistas — le indicó a Irene el montón de revistas que había dejado a su lado.

— Vaya, estamos incluso en la portada de alguna de ellas — señaló Lorenzo revisándolas.

— Bueno, sales tú y tu ex-amigo — señaló Irene y acercándose a él observó su nariz y los estragos que el puñetazo había causado en ella — Se te está empezando a poner morada.

MAMA POR SORPRESADonde viven las historias. Descúbrelo ahora