RELOJ

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Desde que nacemos vemos pasar los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses... Hasta convertirse en años. Ese reloj nos tiene marcados desde el primer pequeño estallido del bigban, viendo cómo el mundo evoluciona, desde las primeras células en el agua, hasta el último ser que escriba una última palabra.
Ese reloj nunca se detendrá, aunque ya no existe la humanidad, solo podemos imaginar que cuando el universo estalle el reloj parará, pero y si después del estallido sigue funcionando, porque todo vuelve a empezar. No soy capaz de comprenderlo, pero me parece fascinante todo lo que ese reloj ha podido ver antes de mi nacimiento y todo lo que verá después de mi muerte.
Tenemos marcados los grandes momentos, nuestro primer recuerdo de un cumpleaños, la edad en la que conociste tu primer amor, cuando te sacaste el carnet de conducir; que estás tan nerviosa que solo deseas terminar el examen, nuestro primer día entrando a estudiar lo que realmente nos gusta, tenemos marcados hasta los peores momentos, la muerte de las personas que nos dieron la vida. Yo tengo marcado el 23 de marzo del 2006, ese día fue mi primera pérdida, el amor más grande de una niña, su padre. La última vez que el reloj me quito lo más preciado que me quedaba fue el 28 de agosto del 2020. Desde entonces me he vuelto a refugiar en mi misma, ya casi ni siento, la vida ahora es monótona. Lo único que sé es que ese reloj me seguirá rompiendo lo poco que quede de mí, hasta entonces seguiré intentando volver a sentir.

LUCES Y SOMBRAS: POESÍA DE VIDAWhere stories live. Discover now