Su cuerpo se sentía flotar, el amor que recibía de aquel peli-azul era tan cálido que no sabía que pensar y cómo actuar, solo dejo llevarse por el amor. El amor tan dulce y hermoso, así como doloroso.
- Advertencias, los personajes no me pertenece...
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Ya habían pasado alrededor de doce semanas desde el inesperado accidente y Alice no parecía querer mejorar en su vida, habia momentos en que sus recuerdos iban y venían, noches de llantos constantes, lamentos por no poderse despedir de su amado.
Y como el primer día, Clara y Lied se encargaban de limpiar su casa, en arreglar su habitación, de recoger las cosas que tiraba debido al enojo que sentía en esos momentos, le preparaban cada comida del día, sin embargo, él se negaba a comer como era debido.
Cada noche ambos chicos escuchan los interminables llantos, parecía que nada podría calmarlo, que nada de lo que ambos hicieran lo podía ayudar a aceptar su pérdida, pues Alice se aferraba a su pasado.
Ese pasado que lo atormentaba y alegraba de maneras iguales, lo sabía, claro que era consiente de ello, pero mientras más consciente de ello era, más se aferraba a mantener a Iruma presente en su vida, para Alice era mejor imaginar que estaba junto a él que aceptar el hecho de que ya no estaba.
La noche llegó y con ello Alice tuvo que irse a dormir, ya que en sus sueños podría recordar en todo su esplendor a quien más ama. Era era la hora del día que más amaba, era si favorita, al igual que él.
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Alice se encontraba sentado en lo que parecía ser su cama, vio a su alrededor tratando de adaptar su vista, tardo algunos segundos hasta que pudo reconocer que estaba en su habitación. Grande fue su sorpresa en cuando vio a Iruma sonreír le de manera tranquila y cálida, una bella sonrisa, esas a las cuales estaba tan acostumbrado a ver cada mañana al despertar.
Tardo algunos segundos en tratar de mencionar palabra alguna, pues su voz no quería salir.
—¿Estas bien? — su voz salía apenas en un susurro bajo, no quería romper el ambiente que se sentía en ese preciso momento. Se sentía nervioso en ese momento, sus manos comenzaron a temblar de manera lenta y continúa. Un poco de sudor comenzó a hacerse presente e su cuerpo.
—No tienes que preocuparte por mi Alice — la suave brisa que se encontraba presente movía sus cabellos de manera ligera, acariciando su rostro y brindándoles una tranquilidad a ambos.
