Capítulo 29. Como te quieren.

En başından başla
                                    

Pedri acudió rápido a grabar cuando lo llamé, y los demás trataron de poner orden como haciéndose los interesantes. 

Los más pequeños fueron los primeros en jugar, y así a medida que pasaba la mañana fueron aumentando la edad. A cada equipo lo acompañaba uno de los futbolistas, y los niños no podían estar más encantados con eso. 

Me hacía gracia que muchas madres y padres me pedían todo el rato que les hiciera fotos mientras jugaban, y yo les repetí una y otra vez que estábamos grabando todo y que lo colgaríamos en la página web. Muchos otros me dieron la enhorabuena por la iniciativa, y felicitaron al club en general por la buen labor llevada a cabo. 

Creo que no me senté en ningún momento más de 5 minutos, y estuve todo el rato de aquí para allá, preocupándome de que todo estuviera funcionando como queríamos. Solo hicimos un descanso para comer, y después por la tarde volvimos con los más mayores, que venían a tener entre 10 y 12 años. 

Gavi fue el encargado de acompañar a uno de los equipos, y Ansu al otro. Cuando terminé de apuntar unas cuantas estadísticas, me acerqué al banquillo en el que estaba Gavi de pie, y me posicioné a su lado. 

-¿Cómo van? -pregunté cruzándome de brazos. 

-Ganando -contestó sin mirarme. 

Asentí y sonreí al ver que casi estaba más serio que en un partido suyo. 

No paraba de dar indicaciones, de ir de un lado para otro y de aplaudir cuando hacían algo bien, y eso que él ni siquiera era el entrenador. 

-Pablo, ¿Sabes que solo es un partido benéfico, no? -alcé las cejas hacia él. 

-¿Y? -se giró hacia mí. 

-Vale, vale, perdón -levanté las manos inocente. 

Entonces soltó una risita y se posicionó detrás de mí, rodeándome con los brazos y pegándome contra su cuerpo. 

-Hay que ganar siempre, Val -aseguró dejando después un beso debajo de mi oreja. 

-Ya veo ya -asentí tratando de no ponerme nerviosa. 

Me apretó un poco más, y yo llevé mis manos a sus brazos, que cruzaban por delante de mi cuello, apoyándome después con la barbilla sobre ellos. 

-¿Tienes frío? -preguntó bajito. 

-Un poco -contesté de la misma forma. 

Volvió a frotar sus manos por mi cuerpo y yo traté de entrar en calor. 

-Luego nos damos una ducha caliente -murmuró tan tranquilo. 

Mi corazón dio un vuelco y me giré para mirarlo tratando de reprimir una sonrisa . 

-Hoy no vas a poder escapar -me miró seguro. 

-Ya veremos -repasé su cara de forma rápida. 

Sonrió travieso y yo volví a mirar hacia el campo, a lo que Gavi gritó animando al equipo casi petándome el tímpano. 

-Jesús -me quejé pegando mi oreja al hombro. 

-Uy, perdón -rió y se asomó por el otro lado para dejar un beso sobre mi mejilla. 

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, y no era precisamente por el frío. Aunque usando eso de excusa, me quedé en los brazos de Gavi todo el rato, hasta que acabó el partido. 

Su equipo ganó, y los niños no podían estar más contentos. Todos se acercaron al sevillano corriendo, y yo me aparté para que pudieran abrazarlo, mientras él celebraba con ellos. 

La verdad es que sentí que todo el estrés había valido la pena, cuando vi cómo miraban todos a Gavi. No paraban de sonreírle, de admirarlo y de querer estar cerca de él, como si fuera la última persona del planeta. Y él estaba todavía más contento. 

Me crucé de brazos observándolo y sonreí de forma inconsciente mientras veía lo feliz que era, y lo mucho que le llenaba ese deporte. Justo en ese momento se giró hacia mí riendo, mientras cogía a uno de los niños más bajitos en brazos y lo traía hacia mí. 

-Venga, díselo -apoyó al rubito que tenía entre sus brazos. 

-Muchas gracias por haber organizado esto para nosotros, Valen -habló el chiquito con una vocecilla más que dulce. 

-Ay, no... Gracias a vosotros por venir -puse pucheros felices-. Habéis jugado genial. 

-Es que Gavi nos ha enseñado -aseguró ilusionado. 

-Es que Gavi es muy bueno, ¿Verdad? -asentí obvia. 

-Pues sí, es el mejor del equipo -asintió también. 

Solté una risita y Pablo sonrió algo tímido. 

-Venga, corre, ve con los demás -bajó al niño y lo siguió con la mirada mientras se dirigía hacia el resto. 

Tomé aire y me acerqué al futbolista muy contenta y orgullosa, mientras los padres bajaban al campo con sus hijos y los demás también celebraban. 

-Como te quieren -murmuré mirándolo. 

-¿Has visto? -alzó las cejas con superioridad. 

Asentí y él llevó sus brazos a mi cintura, para rodearla y acercarme hacia él, a lo que rápido interpuse mis brazos entre nuestros cuerpos.

-Gracias por habernos ayudado -sonrió levemente-. Bueno, por haberlo hecho casi todo -corrigió después. 

-Gracias a vosotros por contar conmigo -le quité importancia. 

-Eres la mejor, Valen -aseguró de forma suave. 

Sonreí a modo de respuesta y me quedé observándolo, sin saber muy bien qué hacer, pero con unas ganas tremendas de besarlo. 

Entonces se acercó de forma lenta a mi oreja, después de comprobar de que nadie nos estaba mirando. 

-Disimula un poco más, al menos hasta que salgamos de aquí -habló bajito-. Cuando lleguemos a casa seré todo tuyo. 

Lo alejé un poco a la vez que alejaba mi cabeza de su boca, para después mirarlo con incredulidad.

-A ti creo que se te ha subido la emoción a la cabeza -murmuré. 

Sonrió tranquilo y apartó un mechón de pelo de mi cara. 

-Lo único que se me va a subir hoy vas a ser tú encima -susurró. 

-Pablo -alcé un poco las cejas. 

-Ahora lo estás diciendo bajito, pero dentro de un rato lo vas a estar gritando -se acercó de nuevo a mi oreja.

Chasqueé la lengua y lo empujé del todo hacia detrás, separándolo de mí de una vez. 

Tomé aire tratando de no morirme, y justo en ese momento Pedri apareció a mi lado llevándoseme hacia no sé donde. 

-Todo el mundo está preguntando por ti, venga -ordenó dirigiéndome entre la gente. 

Al final acabé dando un discurso de agradecimiento delante de todos. Agradecí que vinieran, que se animaran a participar, las donaciones de más que hicieron varias familias, la confianza en nosotros y un montón de cosas. Di las gracias también a todo el personal, a los niños, a los padres, a los futbolistas, a todo el mundo. Si no lloré fue porque tenía a Ansu delante haciéndome cosas raras todo el rato intentando distraerme para que me equivocara mientras hablaba, pero poco me faltó. 

Todo el mundo nos dio la enhorabuena por la labor, y también las gracias por haber hecho felices a sus hijos, cosa que me llenó un montón. La verdad es que estaba súper agradecida y muy contenta por el éxito que había sido. 


Olas de intensidadHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin