Capítulo 20. Pedri...

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-¡Hola, Valen! Buenas noticias, mañana ya podemos ir a las oficinas -anunció entusiasmada-. Te mandaré la dirección enseguida, y quedamos ahí a la hora de siempre. 

-Genial -contesté aparentando normalidad. 

-¿Todo bien? -preguntó entonces dudando. 

-Sí, sí, es que me he puesto un poco mala -mentí. 

-Ah, bueno, cariño, pues descansa, descansa -dijo algo preocupada-. Nos vemos mañana. 

-Sí, de acuerdo. Chau -me despedí sin ganas. 

Colgué y tiré el móvil en un lado de la cama, para después dejarme caer también, tratando de no ahogarme en mi propio llanto. 

Estuve un buen rato llorando, hasta que llegado un punto me quedé dormida. 

Cuando desperté al día siguiente parecía que me hubiera pasado por encima una manada de elefantes. Me levanté como pude y fui directa a la ducha, dándome cuenta de que todavía llevaba puesta la ropa de Pedri. Ni siquiera sé cuántas horas dormí, pero no habían sido para nada reparadoras. 

Me duché con agua muy fría para lograr despejarme, y una vez más o menos lo conseguí, salí para vestirme y bajar a desayunar. Mi madre no estaba, así que cogí una tostada y me la fui comiendo por el camino mientras conducía hacia las oficinas. 

Belén me esperaba en la puerta de la entrada de un gran edificio, así que aparqué enfrente y bajé del coche bastante impresionada. 

-¿Es esto? -elevé la mirada hacia arriba al llegar cerca de Belén. 

-Bienvenida -sonrió entusiasmada. 

-Madre mía... -murmuré ante tal altitud. 

Entramos hacia dentro y Belén me fue enseñando todos los departamentos, así como las salas comunes y un montón de cosas más. 

-Este será tu despacho -señaló hacia una cristalera que dejaba entrever una sala blanca, con un escritorio y un ordenador sobre él. 

Alcé un poco las cejas y después me giré hacia ella. 

-Aunque puedes venir a trabajar al mío -sonrió entonces-. Ven, por aquí -comenzó a guiarme. 

Llegamos a uno que era casi el doble del que acababa de enseñarme, y yo todavía me sorprendí más. 

-Puedes traer tus cosas y lo compartimos, así seguimos trabajando juntas como hasta ahora -ofreció. 

-Muchas gracias -contesté sincera. 

-A ti -sonrió dulce. 

La verdad es que agradecía que me dejara seguir trabajando con ella, porque así no notaría demasiado el cambio. Además me venía muy bien tenerla cerca para pedirle opinión y ayuda en lo que necesitara. 

Llevé mis cosas a su despacho y me asigné una de las sillas negras poniendo mi abrigo encima. Dejé el portátil sobre la mesa y una vez tenía todo listo comencé a trabajar, mientras Belén estaba fuera revisando unas cosas. 

No pude evitar mirar varias veces por el ventanal, recordando a cuando trabajaba en casa de Belén, y Gavi solía aparecer por ahí varias veces a lo largo del día. Sin embargo, eso se había acabado, y ya no lo vería cada vez que fuera a trabajar. 

Por un lado agradecí que estuvieran ya las oficinas, pero por otro me dio algo de pena. 

Tampoco pude evitar mirar varias veces el móvil, esperando a que me llegara algún mensaje del futbolista, cosa que tampoco pasó. Aunque me doliera, sabía que no iba a escribirme, así que traté de mentalizarme en eso y seguí trabajando. 

Olas de intensidadWhere stories live. Discover now