No contesto. Abro la boca y lo intento, pero es que no me salen las palabras. Al final, asiento. Siento un guijarro en la garganta que me impide tragar con normalidad. Puedo poner de excusa la tristeza por la pérdida, pero lo cierto es que los ojos se me llenan de lágrimas por la emoción, por saber que, por lo menos, he podido ayudar a Hunter a que se reconcilie con su hermana.

—Solo era cuestión de entendimiento —susurro, despacio—. No he hecho nada más que decirle que, pese a todo, eres un buen tío y que tenemos mucha suerte de tenerte en nuestras vidas. Aunque creo que tú también deberías pedirle perdón a ella. Por seguirla y, ya sabes, comportarte como un acosador.

Hunter sonríe y mi corazón da un brinco.

Es una de las sonrisas más bonitas que le he visto jamás, ¡y eso que podría elaborar una lista de mis favoritas! Pero es que esta es diferente. Es limpia, tierna. Es una sonrisa que no necesita ir acompañada de palabras porque lo dice todo.

Podría quedarme toda la tarde embobada y no sentiría que estoy perdiendo el tiempo, así que tengo que hacer un esfuerzo enorme por retirar la mirada y echar a andar.

Willow me espera.

—¡Luego nos vemos! —digo a modo de despedida. Doy media vuelta y echo a correr rumbo a la parada de metro.

♥︎ ♥︎ ♥︎

Nil está esperando fuera de la galería con cara de sufrimiento.

—¿Qué? —le pregunto a modo de saludo. Mi amigo se señala la frente—. Muy bonita y lisa. ¿Qué crema hidratante usas? Porque igual deberías pasarme tu rutina de skinca...

—¡No es eso! Mira: estoy empapado. Sudando como un cerdo, vamos. ¿Por qué has llegado tan tarde?

—¿Y tú por qué no te has metido dentro de la galería a esperarme? Además, no soy la última. ¿Y Hazel?

—Con Paris. ¿Por qué te crees que he preferido morirme de calor? Están en plan parejita feliz. Y me alegro por ellos, te lo juro, pero se han besado ocho veces en menos de un minuto. De esos asquerosos que suenan como a ventosas. —Nil imita el sonido y yo suelto un «¡puaj!» que va a medio camino del desagrado y la carcajada—. No te rías. ¿Sabes lo incómodo que es ser la tercera rueda de esos dos?

—Me imagino.

—¿Te burlas de mí?

Pongo los ojos en blanco y entrelazo mi brazo con el de él.

—No osaría. Vamos a buscar a Willow.

Nil solo se queja un poco cuando lo arrastro al interior de la galería. Me sorprende lo llena que está. A ver, no me cabe duda del talento que hay en el club de arte, pero no esperaba que una exposición de estudiantes de instituto moviera a tanta gente. Pensaba que esto solo ocurría en las películas.

Los estilos no pueden ser más diferentes. Yo entiendo poco de arte, así que no soy el público objetivo, pero es difícil no quedarse quieta mirando cada una de las obras, incluso las que me parecen más incomprensibles. Hay cuadros, esculturas, vídeos y actuaciones en directo. Performance, me digo. Willow me habló de ellas una vez.

Entre tanta gente y arte, será complicado encontrar lo que buscamos.

—¿Quién crees que es el quinto retrato? —me pregunta Nil.

—Mm... Buena pregunta.

—¿Tampoco te ha dicho nada?

—Ni una sola palabra.

Nil guarda silencio unos segundos.

—Tratándose del amor, la gente que resta es muy limitada, ¿no? Willow no quiere a casi nadie. Ya nos ha retratado a nosotros.

Nunca digas nuncaWhere stories live. Discover now