Oh. Esto no tiene que ver con Hunter y conmigo.

—¿Hazel? —pregunta Willow. Se acerca a Hazel y pasa un brazo alrededor de sus hombros—. ¿Estás bien?

—Paris y yo hemos decidido que, cuando nos vayamos a la universidad, intentaremos seguir juntos, pero... —Hazel solloza—. Él se irá a San Francisco. No sé cómo lo vamos a hacer. No creo que funcione. Estoy tan asustada y triste... Antes las relaciones no me duraban nada y miradme ahora, preocupada precisamente porque voy a perderlo antes de tiempo. ¿Y si el amor no es suficiente?

—Ay, tonta —dice Nil, que abraza a Hazel del otro lado—. Venga, ¿cómo no va a ser suficiente?

—Pues eso. ¿Podéis asegurarme que nuestra relación funcionará incluso aunque estemos separados?

—No lo sé —dice Willow—. Eso no se puede saber, Hazel.

—Ojalá —añado. Tuerzo el gesto y me estiro para posar mi mano sobre una de las piernas de Hazel—. Pero hay algo que sí que está claro: ahora mismo os queréis y estáis juntos.

—Es cierto —continúa Nil—. Tenéis que aprovechar todo el tiempo que os queda. Y el día de mañana... ¿quién sabe? ¡Todavía falta mucho hasta que vayamos a la universidad!

Hazel se sorbe los mocos. Nos mira uno a uno, con lágrimas como pequeñas perlas en las pestañas.

—¿No se supone que tendríais que estar diciéndome que el amor es todopoderoso y puede con cualquier obstáculo?

—¿Eso es lo que quieres oír? —pregunta Willow.

Hazel duda unos segundos y, al final, niega con la cabeza.

—No. La verdad es que me gusta que me digáis la verdad y me abracéis. Me ayuda a poner las cosas en perspectiva.

—Ven aquí —digo, y me lanzo hacia delante. Con el impulso nos tiro a todos al suelo, pero a nadie parece molestarle. De hecho, nos echamos a reír.

—Alguien me está clavando el codo en las costillas —se queja Nil.

—Y a mí se me está metiendo el pelo de Hazel en la boca —añade Willow.

—¡No puedo respirar! —Esta vez es Hazel, y los cuatro nos reímos con más ganas.

No sé si hemos conseguido animarla, pero, desde luego, llegamos a nuestras respectivas clases con dolor de tripa y la ropa llena de polvo y manchas de pintura por culpa de habernos revolcado por el suelo.

♥︎ ♥︎ ♥︎

—Te he apuntado en el siguiente examen de conducir.

Cierro la taquilla de un portazo y me giro para encarar a Hunter.

—Perdona, ¿qué? Creo que te he escuchado decir que me has apuntado al siguiente examen de conducir.

—Es que eso es lo que he dicho.

Tengo que tomar aire cuatro veces para evitar soltar un grito.

—¿Por qué narices...? —empiezo. Me muerdo la lengua por culpa de la rabia. Me arde el rostro y el calor baja por el cuello y se extiende por todo mi cuerpo—. ¿Me odias? ¿Esta es tu forma de vengarte por lo del viernes?

—Claro. —Hunter pone los ojos en blanco. No parece afectarle en absoluto que, en estos momentos, tenga ganas de matarlo—. Estoy tan furioso contigo que no se me ha ocurrido mejor forma de desquitarme que intentando que te saques el carné de conducir.

—¡No estoy preparada! —suelto. Creo que estoy hiperventilando. ¿Hace calor o es cosa mía? ¿El Creek siempre ha tenido el termostato tan alto?—. Voy a suspender, y seguro que atropello a un ancianito y, Dios mío, Hunter, voy a ir a la cárcel. ¡Quiero ser abogada! ¿Cómo voy a ser abogada si tengo antecedentes penales?

Nunca digas nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora