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Sabes que esto se va a poner bueno cuando la escritora se corta el pelo ✨

— ¡¿Hwanwoong dónde estabas?! ¡Que seas el general no te hace dejar de ser mi hijo! ¡Creí que algo te había pasado! — exclamó su padre doncel al verlo entrar finalmente a la casa, sin embargo se detuvo de golpe al ver que su hijo no venía solo

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— ¡¿Hwanwoong dónde estabas?! ¡Que seas el general no te hace dejar de ser mi hijo! ¡Creí que algo te había pasado! — exclamó su padre doncel al verlo entrar finalmente a la casa, sin embargo se detuvo de golpe al ver que su hijo no venía solo.

— ¿Ya llegó? ¿Está bien? — su esposo llegó detrás, algo rengo pero siguiéndole el paso a Hyungu, y quedó igual de atónito cuando vio a los visitantes en su hogar.

La Reina Madre lo miró con total consternación antes de apresurarse a abrazar al doncel, quien correspondió a aquel abrazo, aún sorprendido, pero con tanta fuerza como ella. Hyejin además de ser en su momento la soberana, también fue su gran amiga, y su confidente.

La amaba tal y como ella lo amaba a él. Buscando y pidiendo al cielo por su bienestar.

Junto a ella venían, obviamente el general, y un joven cubierto por una capa oscura de dorados bordados. La capa del general de la armada.

Harin miró la situación con rareza, y se acercó a su hijo.

— ¿Qué sucede? — inquirió en voz baja, cuidando que el extraño no lo oyera.

— Te lo explicaré después — suspiró Hwanwoong, mirando de reojo al joven que los acompañó por órdenes de la Reina Madre.

Hyungu intercambió varias palabras con la emérita Reina, manteniendo una sería y sombría expresión en su rostro a medida que la conversación avanzaba. Suspiró profundamente antes de acercarse al joven, mirándolo con una dulce sonrisa y tomando con cuidado sus manos. El chico le había rehuído en un breve principio, pero dejó que el amable doncel lo llevara consigo.

— Ven, tesoro, descuida, todo está bien ya — musitó antes de llevarlo junto a él y a la Reina — Amor, pon agua en el fogón y dile a Kiwook que la lleve al lavatorio, por favor — pidió, aunque sonó mucho más como una indicación que no debían desacatar.

Harin suspiró y, tras pedirle a su hijo menor que fuera a buscar a su hermano al taller, se adentró a la cocina de su hogar.

— ¿Un kisaeng? — preguntó asombrado su hermano mayor cuando iban volviendo desde el taller hasta la casa.

— Si... Estábamos de paso por la llanura y encontramos una "Casa de Placer". Pero funcionaba de forma barbárica... En cuanto nos vieron a lo lejos, mandaron a pasar espada a todos los donceles y llevarse a las mujeres. El chico es el único que pudimos salvar. El resto se nos escapó. Está muy lastimado... — explicó en voz baja mientras caminaban.

— Pobrecillo... ¿Quién sabe todo lo que tuvo que sufrir ahí? — suspiró con tristeza el mayor.

— Es solo un kisaeng, Wook. Tengo entendido que desde pequeños lo son. No es algo relevante — rodó sus ojos con fastidio.

La Canción que el Viento se Llevó (YongGu)Where stories live. Discover now