•Capítulo 2•

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Por los bulliciosos pasillos de la escuela, un joven de largos cabellos negros, con un flequillo blanquecino y con resaltantes rasgos caninos, como un par de orejas y una cola, deambulaba entre los demás estudiantes, evadiéndolos lo mejor posible. Sus extraños ojos miraban a la lejana nada, se veían ausentes, ni siquiera se percató de que el receso había llegado a su fin.

Al notar que la cantidad de estudiantes empezó a disminuir, empezó a caminar rumbo a su salón de clases. Su expresión no reflejaba emoción ninguna, pues no le causaba gracia regresar a esa clase de Trigonometría tan tediosa, de la que sólo atendió los primeros minutos antes de quedarse dormido hasta minutos después de haber comenzado el receso.

Un ruidoso sonido llamó su atención, al alzar la mirada, vio cómo un grupo de estudiantes de grados superiores habían empujado a otro contra los casilleros, haciendo que caiga al suelo. Aquel grupo también pasó cerca de él, de los cuales, uno de ellos golpeó su hombro.

Beck no les prestó atención, a diferencia de aquel chico, él era demasiado alto como para que lo derriben por un golpe así, por lo que pasó de largo. El chico que chocó con él volteó a verlo y no vio la reacción que esperaba, en cambio, el joven de los rasgos caninos le devolvió una mirada fulminante, dejando en evidencia un extraño ojo de color negro con pupila blanca, sobresaltando al mayor, el cual chistó la lengua antes de retirarse junto a su grupo.

Beck se acercó al chico que seguía en el suelo, ayudando a que se ponga de nuevo en pie.

—¿Estás bien? —preguntó, sin mostrar ningún interés real

—Si... Gracias... —aquel chico, de cabello marrón y ojos negros, mantuvo la mirada baja, como si estuviera avergonzado— ¿Eres Beck, cierto?

—Así es, ¿Cómo lo sabes? —con algo de cautela, el más alto se puso a la defensiva

—Somos compañeros de clase —recordó el pelimarrón—. Yo soy Tom Andrew, me siento en la fila de adelante.

—Ah, pues mira, que bien... —por su forma de hablar, no parecía como si él lo fuera a recordar— Deberíamos volver a clases, ya vamos tarde

Tom asintió y ambos volvieron de regreso. Al llegar a su clase, la 1-B, el maestro de Trigonometría ya se encontraba dentro, a punto de comenzar su clase; tras disculparse por la tardanza, ambos jóvenes tomaron asiento en sus respectivos lugares y el maestro reanudó su clase.

—Muy bien, jóvenes —empezó el maestro—. Luego de haber explicado la teoría, ahora podemos empezar con la parte práctica. Beck Rodrig, como usted también prestó atención durante la explicación, ¿Me puede decir como hallar el sen(α) en este paralelogramo?

—Mierda... —maldijo el nombrado, en voz baja, sin ser capaz de dar una respuesta incluso después de un par de minutos divagando 

—Hmm, por lo que veo, no es capaz de hacerlo

Un golpe súbito llamó la atención de todos los presentes, poniendo la atención esta vez en la chica, de cabello negro y puntas violetas, que se ubicaba en el asiento en frente de Beck.

—¿Señorita Pérez? ¿Sucede algo? —la atención se centró esta vez en la pelinegra, quien bajó la mirada, tratando de contener la risa

—No, todo está bien, disculpe —la joven apretó el bolígrafo que tenía en la mano

—Entonces, supongo que no tiene ningún problema en responder en lugar del joven Rodrig

—Claro, si no estoy mal... La respuesta es 4√3 —su respuesta no tardó en llegar, llena de seguridad

—Es correcto, muy bien —felicitó el maestro, dedicándole una mirada fría a Beck—. Espero pueda aprender algo de su compañera, joven Rodrig.

Beck rodó los ojos, no tenía ganas de escuchar reproches. Podía escuchar como la chica delante de él se reía un poco, lo que tiñó sus mejillas de un perceptible tono rojizo.

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⏰ Last updated: Mar 17 ⏰

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