𝐈

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Frigora Intra Te

        Adhara Black no era como muchos

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        Adhara Black no era como muchos. Por ejemplo, era una heredera que había sido criada como la perfecta dama y, aún así, adoraba la atención tanto como el peligro al tener sangre de Merodeadora. A pesar de eso, la menor de las Black no podía evitar sentirse intimidada, aunque no lo mostrará, por la cantidad de miradas y susurros que la seguían en esos momentos. Nunca había sido ajena a estos, pero tampoco había tenido que pensar mucho sobre ellos. Ahora si tenía que hacerlo porque su tío había decidido escapar del lugar más seguro del mundo mágico, luego de Gringotts, y nadie sabía cómo lo había logrado o dónde se encontraba.

No ayudaba que la mayoría de magos pensaban que Sirius Black era su padre y no Regulus, pues muchos se habían olvidado del menor de los herederos Black de ese tiempo luego de la noticia del crimen del mayor y solo asociaban el apellido con este.

Adhara se encontraba guardando sus últimos deberes en su baúl cuando un ruido en la ventana le llamó la atención. Acercándose a este, una mirada llena de curiosidad se adueñó de su rostro al ver la piedra que había sido lanzada a este, confusión que creció al no ver a alguien que pudiera haberla lanzado. Dejándose llevar por su curiosidad, Adhara abrió la puerta de su balcón y salió a este. Su cabello castaño se movió por el viento, pero la atención de la Black estaba en sus alrededores.

No había nada.

Encogiéndose de hombros, Adhara se adentró nuevamente en su habitación. No se dio cuenta del gran perro negro que la observaba con una mirada llena de afecto detrás de unos árboles en su gran patio.

No sabía que esa había sido la primera vez en doce años que Sirius Black había visto a su única sobrina, la única familiar de sangre que vivía que de verdad le importaba. La hija de su difunto hermano, con el cual nunca se había podido reconciliar haciéndolo lamentarse toda su vida por eso. No cometería el mismo error con su sobrina.

Por su lado, Adhara no podía ignorar el hecho de que desde el escape de su tío, su madre y Remus se encontraban alerta pero nada en comparación a cómo se encontraban a medida se acercaba el inicio de Hogwarts. Eleena hasta había dudado en firmar su permiso para ir a Hogsmeade, solo lo hizo cuando Elliot le susurró al oído algo que Adhara no pudo escuchar. No entendía por qué la protegían tanto, no creía que algo que realmente le interesaría a su prófugo familiar sería buscarla. No había razón por la que lo haría.

Pero Eleena sabía que Sirius amaba a Adhara como si fuera su propia hija. La había criado desde que nació básicamente como propia debido a las circunstancias y debido a que era la hija de su hermano, además de ser la hija de la mujer que amaba más de lo que esta sabía.

Y aunque la mayor de las Black supiera que Sirius era inocente, no sabía lo que Azkaban le había hecho y no quería que su hija lo supiera antes que ella.

Aburrida de su lectura, Adhara salió esa tarde al patio de su casa con su Nimbus 2001 que Draco le envió como regalo ese verano. Tal vez nunca lograría jugar quidditch para el equipo de su casa debido a que los Slytherin no aceptaban mujeres, pero aún así seguiría leyendo jugadas y practicándolas pues le gustaba mucho el deporte. Voló alrededor de su gran patio, practicando diferentes tácticas de vuelo, y luego se sentó en el puente de madera frente a la laguna de su casa. Le gustaba observar el agua. Si habían dos cosas que Adhara consideraba terapéuticas eran el agua y las estrellas. Admirar ambas le traía una paz que no lograba muchas veces explicar.

𝐕𝐨𝐢𝐝 ʰᵃʳʳʸ ᵖᵒᵗᵗᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora