➳ℓα ρrορυєѕτα dєℓ rєγ.

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Reino de Camelot

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Reino de Camelot.

El embriagante aroma a pan recién hecho que salía de una pequeña casa de dos pisos atraía a los habitantes de la capital real en aquella mañana soleada, en la ventana se encontraba una joven de cabello algo largo y rosa pastel que a simple vista parecía de 23 años acomodando unas piezas de pan en la canasta de un niño para luego entregársela.

—Muchas gracias señorita. —Agradeció el pequeño recibiendo la canasta con una gran sonrisa.

—Gracias a ti por tu compra. —Le respondió sonriéndole también, observando al pequeño alejarse contento con su canasta.

Una mujer castaña de ojos verdes más baja que ella se acercó a la muchacha sosteniendo una canasta grande con bastante pan cubierto con una pequeña manta, tocó su hombro para que ella volteara y así fue.

—Ya es hora hija, aquí está la ración de pan para el rey. —Le entregó la canasta a lo cual Suzette la acomodó en su brazo derecho.

—Prometo no tardarme, los veo luego. —La pelirrosa se dirigió a la puerta lista para salir.

—Saluda a su majestad de nuestra parte. —El hombre de cabello azul y ojos miel le sonrió tiernamente.

—¡De acuerdo! —Dijo Suzette ya avanzando.

Habían pasado 12 años desde que Suzette había sido acogida por aquella pareja de humanos panaderos sin importar que fuese vampiresa y la historia detrás de ello, desde entonces ella lleva viviendo y ayudando en el negocio familiar llegando a ser considerada como una hija para Rin y Hana, lo cual la hacía muy feliz.

Mucho más feliz que su vida anterior.

Desde la coronación del rey Arturo Pendragon él solicitó que semanalmente se le llevara una considerable ración de pan de aquella panadería, aunque tuviera cocineros el pan de allí era su favorito, era la panadería a la que solía ir de niño.

El caballero sacro que cuidaba las puertas del castillo reconoció la distinguida figura de Suzette aproximándose, su saya larga blanca y su peyote negro que hacían juego con su sombrero.

—Buen día señorita Suzette. —Saludó amablemente.

—Buen día sir Hank, ¿cómo va todo? —Respondió con el mismo tono.

—Todo bien, ha estado muy tranquilo, a excepción de unos niños que estaban peleando frente a mí por un juguete, tuve que regañarlos y enseñarles el concepto de compartir. —Contó con una leve indignación.

—Siempre tan correcto sir, excelente. —Comentó riendo levemente— ¿El rey Arturo está?

—Cuando es día de pan el rey no se mueve para absolutamente nada. —Comentó con ironía mientras peinaba su cabello gris.

—Lo sé, pero la semana pasada no estaba cuando llegué y tuve que irme y volver después, por eso lo pregunto.

—No te preocupes, no ha salido, pero antes...

𝐒𝐄𝐄 𝐘𝐎𝐔 𝐀𝐆𝐀𝐈𝐍 | Kiᴎg.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora