Imaginemos que llevo una semana en esta situación de no saber qué mierda hacer con mi vida, ni con nada de lo que me acaba de ocurrir. Imaginemos, porque ya son 30, mañana 31, días que estoy buscando respuestas. Por otro lado, aprendí a sacarle provecho: Julián es un señor muy gentil que, a pesar de no darle explicación de mí, acepta pepitas de oro que consigo tocando piedras cerca a la carretera. Las recibe y me da fruta a cambio. Probablemente se está haciendo rico en comparación a la cantidad de oro que le he dado por día, pero desde que descubrió que era real y no pirita o alguna mierda por el estilo, no ha dejado de ser mi fuente de alimento diario. Un problema menos.
>Y ya, tu vida es buena y no necesitas más. Dinero infinito, comida infinita...
–Ya, pero... ¿No estoy gastando al pobre viejo?
<Le das dinero a cambio, ¿no? Bueno, oro. El oro se vende. Él recibe dinero. Le pagas por sus servicios, no veo cómo te aprovechas de él.
–Es cierto, pero llevo días con la misma ropa.
>Un mes.
–Un mes con la misma ropa. Y no puedo ponerme otra porque se convertirá en oro.
<¿Has pensado en usar guantes?
–Sólo tocarlos para ponérmelos los convertirá en oro. Y no sé qué tanto sirvan unos guantes tiesos...
>Para golpear a alguien. Has tenido suerte pero, ¿cuánto tiempo más crees que pase sin que alguien se entere de tus poderes? Algún fulano se enterará y te hará su puto ganso de los huevos de oro. Probablemente más literal de lo que quisieras.
–El punto es que no sé qué hacer... apenas cumpliré 16, ni siquiera he acabado la secundaria, estoy solo, aún no puedo quitarme la escena de mi padre siendo asesinado frente a mí, no olvido la sensación de ser digerido por la tierra, no entiendo cómo un puto palo de mierda- que se supone no existía- me dió esto, Y NO SÉ QUÉ HARÉ POR EL RESTO DE MI VIDA.
>Niño, la mitad de adultos no saben qué pingas están haciendo con su vida.
<Y el resto de jóvenes tampoco saben qué harán con su vida. Por lo menos tienes una fuente de ingresos infinita.
–Ya, ya, pero, ¿cómo viviré? Comprar una casa, trabajar, no puedo tener una puta vida normal con esto encima...
>Exacto, ya no eres normal, ya acéptalo. ¿O necesitas un mes más sangrando al anciano?
<Le estamos pagando. No lo sangramos.
Pensar contra mí ya se hizo hobby. Ya aprendí a diferenciar a las dos voces, e incluso les he agarrado cierto cariño. No es, tampoco, como si pudiera ir con algún amigo del cole a decirle "oye, tengo poderes, puedo convertir lo que sea en oro"... Osea, mala idea no sería si al menos tuviera algún amigo en el cole. No me queda familia, no tengo amigos realmente, tal vez uno que otro compañero con quien me lleve bien pero ya, es todo. Mi única amiga existe por redes, no sé de ella hace un año. José me caía bien, aunque era un pajero. Y Mike se creía la gran cagada por ser extranjero, como si no tuviera yo algo de eso también... Soy malo para socializar.
>Ya dijiste eso. Pero bueno, no tienes con quién hablar, excelente, me alegro que nos llevemos bien y seamos amiguis.
–No dejo de pensar en el esqueleto. En el trono. La leyenda...
<Ya lo pensamos mucho este mes, y no hay ninguna conexión real que podamos tener. Nada concreto. Es una leyenda, no nos sirve.
–La maldita vara era una leyenda, y ahora soy, somos... soy esto. ¿Cómo voy a tener respuestas si ni siquiera sé cuál es la pregunta correcta? O sea, ya, ¿tengo poderes por la vara? ¿Por el esqueleto? ¿Por que a Dios le pareció gracioso joderme dos veces en un día?
STAI LEGGENDO
Midas
Narrativa generaleNo todo lo que brilla es oro. Soy Midas. O así quiero que me conozcan. Perdí mi nombre el día que perdí a mi padre, pero gané algo que ni siquiera pedí, una maldición de la que no me puedo librar. Así que, tocará hacer algo con ella.
