Capítulo 10... Y Para Siempre

41 6 4
                                    

— Mi Pequeña Sawyer, aunque ahora no tan pequeña — recitaba mis votos en la iglesia frente a ti, tomados de la mano; no puedo estar más feliz.

— ¿Me estás diciendo vieja? — me interrumpiste bromeando, yo no pude evitar reír; el sacerdote aclaró su garganta recordándonos que nuestras familias estaban presentes.

— Lo siento, perdón, ehmm... prometo ser para ti más que tú amor, prometo ser para ti más que un amigo, prometo ser la respuesta a tú llamado, para lo que necesites, ahí estaré sin dudarlo ni por un segundo; prometo jamás olvidar que esto es por siempre y para siempre, prometo que no importa lo que pase, nuestro amor siempre me guiara devuelta a ti, atráeme a ti una y otra vez como un imán y no me sueltes jamás porque solo en tus brazos prometo descansar — hablé desde el fondo de mi corazón, tú me miraste con tu rostro iluminado y sin poder ocultar tus mejillas sonrojadas y tus ojos cristalizados; pestañeaste varias veces y sacudiste tu rostro preparándote para recitar tus votos.

— Prometo prepararte el café más delicioso del mundo, bien cargado y bien caliente, como te gusta — iniciaste haciéndome reír, pero lo más gracioso es que solo tú y yo nos entendemos. — Prometo, siempre volar en aquel cielo azul de tus ojos en dónde soy libre de ser yo misma, prometo siempre seguirte a donde vayas sin importar que... prometo atraerte a mí una y otra vez como un imán y prometo que mis manos estarán abiertas siempre a ti para que en ellas puedas descansar — finalizaste dejándome fascinado por tus palabras, me sonreíste y guiñaste un ojo provocando en mí una sensación de felicidad y paz que estoy muy seguro, duraran toda la vida.

                                                                   [...]

Después de la ceremonia y la recepción, después de celebrar con nuestra familia; yo con mi traje formal y tú con el vestido de novia perfecto, fuimos a la cafetería de siempre, donde nuestra loca historia inició, donde por primera vez sentí el glorioso sabor de tus labios.

— Un café bien cargado y bien caliente, por favor — dijimos al mismo tiempo haciendo el pedido amablemente, con nuestras manos tomadas y nuestros dedos entrelazados.

Y un rato después disfrutábamos de nuestro primer café como esposos; el primero, pero definitivamente no el último. 

DE VUELTA A TIحيث تعيش القصص. اكتشف الآن