(Prólogo)

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En el interior de un establecimiento, de un viejo pueblo perteneciente al País del Hierro, un hombre almorzaba tranquilo, bebiendo de la sopa frente a él, en busca de calor para su cuerpo ante los eternos y fríos vientos.

Su jornada había terminado por hoy, y en estos momentos, en él solo habitaba el profundo deseo de beber, y si le fuera posible, de compartir su cama con buena y dulce compañía.

Ansioso ante dichas ideas, se fue con rumbo a su casa, que se hallaba apartada del pueblo, junto a un gran bosque que los ciudadanos le habían advertido, era peligroso.

En el camino, los fuertes y fríos vientos congelaron su larga barba, algo que, extrañamente, disfrutaba al sentir la sensación fresca sobre su rostro.

Cuando a lo lejos pudo divisar su casa, de repente comenzó a mirar a su alrededor, hallando solamente el bosque cercano, el río y las grandes montañas. Algo era diferente, aquel hombre podía sentirlo, y sus preocupaciones se mostraron certeras cuando, juntó sus palmas formando una posición de manos.

— Liberación — Susurro concentrándose en aquella extraña sensación.

Al instante, una ilusión que cubría todo el paisaje se vio destrozada, dejando al descubierto a dos personas que se hallaban frente a su hogar. El hombre caminó hasta quedar frente a ellos, a una distancia segura de los intrusos, que solo se mantuvieron inmóviles y sin perderlo de vista.

Ambas presencias llevaban máscaras, pero ninguna de ellas daba señal alguna para creer que pertenecieran a alguna de las Naciones Elementales.

De la nada, los puños del hombre se vieron envueltos en chakra, y con voz severa dijo — Si están perdidos, puedo guiarlos al pueblo más cercano, pero... sí buscan sangre, han venido al lugar correcto.

Uno de los intrusos dio un paso al frente, retirando la mascará sobre su rostro — Ha pasado mucho tiempo... ¿No es así, Shinachiku?

Frente a él, uno de los intrusos se había revelado como su hermana, Chiyo Uzumaki, una mujer de 30 años, con gran porte de peligrosidad y elegancia. Rubia, con las marcas de su padre y con la gran belleza de su madre.

El Uzumaki al verla frente a él, con paso lento, se dirigió a ella, y con duda sobre su rostro, termino abrazando a su hermana, que extrañamente, correspondió al rodearlo con sus brazos fuertemente.

Al separarse, se miraron incrédulos, y con dificultad, Shinachiku dijo — ¿Qué haces tu aquí?

— ¿Así recibes a las visitas? — Regaño Chiyo sonriente.

— Lo lamento, no suelo tener muchas visitas por aquí.

— ¿Acaso para mí no hay ningún abrazo? — Dijo la acompañante de Chiyo, que retiro su mascara dejando al descubierto su identidad.

Era Sarada Uchiha, hija del último gran Uchiha, la heredera del clan y sus secretos quien se acercaba y gustosa, recibía el abrazo de su viejo amigo y amor secreto.

Con una fría belleza, Sarada de 31 años se había presentado, ya no era aquella joven que el Uzumaki recordaba, y ahora al verla parecía una amenaza, pero sobre todo, una invitación a la locura.

Aun incrédulo, Shinachiku miro a las chicas, y con una sonrisa sobre su rostro, finalmente las invito a su hogar. La casa era sencilla, una sola habitación en la que estaba la cocina, el comedor, una hoguera y la cama.

— Lamento no poder ofrecerles nada, solamente tengo un par de licores para calmar el frío — Exclamo el Uzumaki mientras llenaba los vasos de sus invitadas.

— Gracias, pero no te preocupes, no nos quedaremos mucho tiempo — Anuncio Chiyo con pesar sobre su rostro.

Al notar esto, Shinachiku miro el rostro de ambas mujeres, que ahora mostraban inseguridad e incomodidad.

— ¿Qué sucede? — Indago el Uzumaki — por la emoción de verlas, lo olvide, pero ahora me pregunto... ¿Por qué están aquí?, han pasado casi 13 años desde que me fui, alguna razón habrá.

Por un momento, el silencio y la incomodidad fue evidente, parecía que ninguna de las mujeres quería responder, algo extraño dada su actitud hace unos instantes, algo que no comprendía el Uzumaki del todo.

— Chicas, por favor, díganme ahora que les sucede — Declaro el Uzumaki harto y extrañado por el cambio de las mujeres junto a él.

Chiyo bebió del licor frente a ella, y con dificultad, miro a su hermano tratando de enunciar palabra — Shinachiku, yo... Sarada y yo estamos aquí porque... queríamos decirte que... nuestro padre... nuestro padre ha muerto...

Al oír la declaración de su hermana, el Uzumaki finalmente comprendió el cambio tan brusco de actitud, pero al contrario de lo que cualquiera esperaría, Shinachiku solo endureció su mirada.

— ¿Cuándo sucedió? — Pregunto Shinachiku a su hermana.

— Ayer, en la tarde... estaba solo con Mama cuando sucedió... — Explicaba Chiyo tratando de contener una lagrima traicionera.

El Uzumaki suspiro pesadamente, pues acababa de recibir un golpe al corazón, gracias al recuerdo de su madre, en el cual no se había detenido a pensar desde hace muchos años.

— Shinachiku — Anuncio Chiyo — Estamos aquí, para convencerte de que vengas con nosotras, de regreso a la Aldea de la Hoja, para que puedas asistir al funeral de nuestro Padre...

Al momento, el Uzumaki negó con la cabeza — Tu sabes que no, no volveré a ese lugar, no voy a ir a verlo... no después de lo que el y la Aldea han hecho.

— Shina, por favor — Intervino Sarada — es tu padre después de todo, ven con nosotras, acompaña a tus hermanas y visita a tu madre.

— He dicho que no, además... ¿Crees que la aldea me recibirá, que me van a recibir con los brazos abiertos después de tantos años? — Dijo Shinachiku alzando su voz.

— ¡Ya deja atrás el maldito pasado! — Grito Chiyo — ¡No vas por la aldea, vas por nosotras, vas por tu familia que todavía te ama! ¡Hazlo tan siquiera por Mama!

El Uzumaki comenzó a caminar en círculos, reflexivo ante las palabras de su hermana ahora molesta, que solo lo miraba expectante y con lágrimas sobre su rostro.

— ¿Ella te envió? — Indago Shinachiku con temblor sobre su voz — ¿Mama sabe que estás aquí?

— No, no lo sabe... fui yo quien decidió venir a buscarte — Dijo Chiyo.

— ¿Y cómo me has encontrado?

Chiyo sonrió triste, miro a su hermano y con ternura dijo — ¿Tú como crees?... fue nuestro padre, él se dedicó a buscarte para saber que estabas bien. Todo este tiempo él sabía dónde estabas, y entre sus cosas, encontré un mapa con todas las ubicaciones en las que habías estado, incluyendo esta.

El Uzumaki tomo asiento frente a ambas chicas, y con un rostro duro, exclamo — Si lo hago, será por mi madre, nadie más...

Ante su declaración, Chiyo sonrió levemente y se acerco junto a su hermano, hasta abrazarlo nuevamente, acompañada de lágrimas de una amarga alegría.

— Muchas gracias... — Agradeció sollozante la Uzumaki recargada en el hombro de su hermano.

Fin del Prologo 

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⏰ Última actualización: Aug 25, 2023 ⏰

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