MARGINADA

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En una mesa
rodeada de amigas
callada estoy,
intentando escuchar
todo lo que dicen.
Detalles no pierdo,
pero hablar de trabajo
no pueden parar.

Entre ellas hablan y hablan,
hablan sin parar;
no me dirigen la palabra.
El aburrimiento y el cansancio
empiezan a aparecer.

Claro, será porque
yo no trabajo;
claro, será porque
soy muy relajada;
claro, será porque
de temas de conversación
yo carezco.
O ¿será porque adaptarse a mí,
ellas no saben?
Sea lo que sea,
sólo una cosa segura existe:
algo complicado estoy preparando
para que el día en que las echen
yo recorra su mente.

Me dan ganas de irme,
siento que sobro,
me siento como un florero
o quizás como una pared.
Siento que en una marginada,
yo me convertí.
Supongo que piensan
que sentimientos,
yo no tengo;
y que la exclusión
no me está permitido sentir.

Si ibáis a ser así,
¿entonces por qué invitarme?
Siento que mi tiempo
yo pierdo.
Podría estar
estudiando las leyes
de la educación,
podría estar
en un tranquilo paseo
con quien amo,
podría estar
viendo una película
con mi madre.

Entre ellas siguen hablando;
incómoda no me siento,
pero quiero desaparecer de ahí,
quiero irme sin hacer ningún feo.
Imposible es eso,
pues si me voy,
ya hice el feo y perdí.

¡Qué ridículo!
La razón y el corazón,
en esta situación,
de acuerdo no están.

¿Qué hago?
¿Me quedo o me largo?
¿Tomo venganza o no?
A ti te pregunto, lector
porque idea no tengo
de lo que hacer debo.

EMOCIONESWhere stories live. Discover now