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Las promesas a menudo no se cumplen con el paso del tiempo. 

Algunas se cumplen en días, otras en semanas, meses e incluso años. 

Y ese sería el caso para el menor de los Jeon, quien estaba decidido a hacer algo que cumpliría la promesa que su hermano había hecho en silencio, cargada de resentimiento.

Los sentimientos aceleraron las cosas y le permitieron conocer a alguien antes de lo que su hermano mayor había imaginado. Tres meses fueron suficientes para que un viernes por la noche aceptara salir con uno de sus buenos amigos de la empresa. 

Yoongi, su Hyung, fue el único que logró convencer a Jungkook para que se uniera a él en el bar del que tanto le había hablado desde que se mudaron a la capital.

—Te va a gustar mucho, tienen música en vivo los viernes y sábados —dijo Yoongi, acelerando el paso para alcanzar al elegante pelinegro.

—Eso espero, Hyung. De lo contrario, olvídate de contar conmigo para acompañarte a emborracharte un viernes por la noche —respondió Jungkook, suspirando cansado y mirando el aspecto algo descuidado de Yoongi, frunciendo el ceño y sintiéndose fastidiado por su apariencia—. ¿Así piensas ir al bar?

Yoongi dirigió su mirada hacia su propio cuerpo y sonrió incrédulo ante el comentario de Jungkook, para seguido levantar la mirada y le regalarle una sonrisa descarada antes de defender su apariencia desaliñada.

—Eso es lo que les gusta a las chicas hoy en día... lo sabrías si salieras más seguido de la oficina, Jeon Kookie... —replicó, dándole un par de palmaditas suaves en la mejilla derecha de Jungkook antes de dirigirse hacia el asiento del conductor y desbloquear el vehículo.

Jungkook se quedó petrificado, mirando hacia adelante, con la sangre casi hirviendo por el atrevimiento de Yoongi al tocar su mejilla sin consentimiento.

 Su oído zumbaba por el sonido de las tres lentas palmaditas en su rostro. Apretó sus manos hasta que la rabia desapareció en un instante, cuando el claxon del vehículo lo sobresaltó y saltó como un gato asustado, casi dejando caer su pesado portafolio que siempre llevaba consigo.

Miró al mayor con molestia y este le hizo una señal desde el interior del vehículo para que subiera. 


El chirrido de las llantas cuando el vehículo se estacionó bruscamente y con desesperación hizo que Jungkook mirara con fastidio hacia el mayor, mientras a este último le importaba poco su mirada juzgadora, ya que se arreglaba el cabello en el esp...

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El chirrido de las llantas cuando el vehículo se estacionó bruscamente y con desesperación hizo que Jungkook mirara con fastidio hacia el mayor, mientras a este último le importaba poco su mirada juzgadora, ya que se arreglaba el cabello en el espejo retrovisor del carro.

Sacaba un poco la lengua en señal de concentración, indeciso sobre si dejar un mechón sobre la frente o llevarlo hacia atrás como los demás.

—¿Cómo me queda mejor? —preguntó, mirando fijamente a Jungkook mientras se llevaba el mechón hacia la frente. —¿Así? ¿O así? —preguntó de nuevo, apartando el mechón de la frente.

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