Capítulo 6. Sé cómo te sientes.

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"If heaven's grief brings hell's rain then I'd trade all my tomorrows for just one yesterday. (Si el dolor del cielo trae la lluvia del infierno entonces yo cambiaría todos mis mañanas por un solo ayer)"
Fall Out Boy, "Just One Yesterday."

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Estaba en un bosque. No se veía apenas; estaba todo oscuro.
No sé por qué pero me sentía cansada y aturdida. Escuchaba como un leve susurro. Era un pequeño arroyo.
Decidí seguirlo mientras se iba haciendo más y más grande hasta encontrarme un río.

Me dolían las piernas de tanto caminar y me flaqueaban.
Paré y me quedé tambaleándome justo a la izquierda del agua, rodeada de arbustos e hierbas.

Me desmayé y acabé en el agua que -por la oscuridad que inundaba el lugar-, parecía negra.

Caí muerta en cuestión de minutos, pues había perdido mucha sangre. Solo sentía dolor en el abdomen.
Y luego ya no sentía nada.

Ni siquiera recuerdo qué o quién me hizo sangrar.

Solo tengo la sensación de que pasó muy rápido.

Pero de pronto despierto sobresaltada y acalorada.

-Solo era un sueño -dije entrecortadamente mientras frotaba mi frente húmeda por el sudor.

«Parecía-tan-jodidamente-real», pensé mientras miraba el techo.

Miré la hora en el teléfono. Las 10:00 a.m.
¿Las 10:00?

-¡Oh, mierda! -grité mientras apretaba los ojos.

Cherry aulló al oírme. Y el móvil vibró, era un mensaje de Kellin.

"¿Para una vez que vengo al instituto no estás? Los chicos y yo nos pasamos por tu clase y no estabas.", decía.

"¿Si me escabullo te vienes conmigo a dar una vuelta por el parque?"

Me pensé un segundo la respuesta mientras repiqueteaba las uñas contra la funda del teléfono.

"Por supuesto. Ahora iré.", escribí y sonreí.

Abrí la ventana para que me diese el aire y fui a vestirme.
Me pareció oír algo en la casa de Darrence y me asomé una vez vestida.

Solo se veían las cortinas blancas, no lograba ver nada más.
Era extraño, tal vez sea normal en él pero, ¿por qué dejaría la ventana abierta? ¿Estará en casa quizás?

Una vez me puse mis vaqueros negros y rotos, una camiseta ancha y amarillenta y unas zapatillas negras; salí a la calle.

Decidí pasarme por su casa. Estaba en la misma planta que el mío; solo que en el edificio de al lado.

Llamé por el telefonillo a un piso al azar -tuve que decirle que era la repartidora de pizzas a una señora mayor. La pobre no sabría la hora que era y yo no pude inventarme nada mejor-. Lo extraño fue que me dejó entrar en el inmueble.

Fui al quinto piso. No sabía exacta y obviamente cual era su hogar, pero intenté buscarlo.
Llamé a varias casas pero nadie me abría la puerta. Excepto una chica de unos veinticinco años que vestía un albornoz rosa chicle y llevaba un moño mal hecho.
En realidad parecía amable.

Un olor a tabaco me sacudió la nariz, pero no hice mueca alguna para no importunar a la chica.

-¿Puedo ayudarte? -dijo amablemente.

-¿Sabes donde vive Darrence Wood? -pregunté y me miró de arriba a abajo.

-¿Eres su novia?, vive justo ahí -señaló con su dedo índice detrás mía.

Azulada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora