Castigo ※╰SaneIno╮

⇨Castigo pt. Final⇦

¡Llegamos al último capítulo, así que disfrútenlo!

🐺🐺🐗🐗

Inosuke iba en total silencio, se sentía malditamente avergonzado después de lo sucedido y quería golpearse contra el tablero del co-piloto. ¿Por qué el amor te vuelve tan estúpido? Se preguntó a sí mismo y soltó un suspiro maldiciendo.

—¡Maldición!— dijo apoyando su frente contra el tablero del co-piloto.

—¿Puedo saber qué te sucede?— preguntó deteniéndose ya que el semáforo estaba en rojo y aprovechó de observar a su novio.

—Tsk, no es nada— respondió bufando.

—Hey— llamó al chico quién le observó y se acercó para darle un pequeño beso antes de volver a seguir su camino. —Deja de pensar en cosas insignificantes.

Ante aquel rápido beso Inosuke se quedó quieto unos segundos, fue tan normal, como saludarse y se sintió avergonzado y emocionado al mismo tiempo. Soltó un suspiro para darse coraje y confianza.

—Yo.. dije que iba a quedarme en casa de Monjiro— dijo en un susurro mirando por la ventana debido a que sentía mucha vergüenza, ya que claramente eso tenía otro significado.

Sanemi le dio una rápida mirada al chico y buscó rápidamente un lugar donde poder estacionarse y así poder hablar con este más claramente, ya que su mente viajo hacía otra parte cuando el menor mencionó aquello. Una vez estacionado se giró rápidamente hacía su novio.

—¿Es exactamente lo que creo?— preguntó mirando al chico.

—¡Creo que es obvio, idiota!— dijo con su rostro enrojecido de la vergüenza.

—Sólo quería confirmar— dijo acercándose al chico y devorarle los labios.

Ambos se besaron con desesperación y necesidad. Sus lengua se entrelazaban siguiendo el mismo ritmo, peleando y explorando lo máximo posible del otro; compartiendo saliva. Se separaron por falta de aire y apoyaron sus frentes observándose a los ojos.

—No podemos ir a mi casa ya que Genya esta ahí— dijo sin dejar de mirar al menor. —¿Está bien ir a un hotel?

—¡N-No me preguntes eso!— gruñó apretándose del mayor.

—Debo hacerlo— confesó.

—¡Antes ni lo hacías y me cogías en cualquier parte!— soltó sin darse cuanta de lo que había dicho. —¡Sólo conduce!

—Bien, no debí preguntar— dijo entre dientes ya que el chico tenía razón, siempre lo habían hecho dejando de lado la comodidad del menor. —Lo siento.

—Tsk, no soy una chica como para que te importe eso— dijo sacando su teléfono. —Da igual.

—De todas maneras, lo siento— volvió a decir.

—Eres diferente— dijo sin despegar sus ojos de su profesor. —Solías ser un maldito salvaje y gruñón.

—Quién lo dice— soltó un bufido.

—¡Lo digo enserio!— gruñó volviendo a poner su atención en su teléfono, debía enviarle un mensaje a su amigo de cabellos burdeos.

—Bien, lo siento, prosigue— dijo buscando un lugar en donde detenerse.

—Tsk— chasqueó la lengua. —Sólo digo que no eres tan salvaje como pensé.

—Já, digamos que nunca se conoce bien a una persona— confesó con media sonrisa. —Puedo ser la peor persona si quieres, pero eso no significaba que realmente lo sea. Solo me adapto al contexto.