🐺 Prólogo.

301 33 12
                                    

Mis dientes castañeaban incontrolables mientras el vaho se escapaba de entre mis labios y mi nariz debido al frío

Ups! Tento obrázek porušuje naše pokyny k obsahu. Před publikováním ho, prosím, buď odstraň, nebo nahraď jiným.

Mis dientes castañeaban incontrolables mientras el vaho se escapaba de entre mis labios y mi nariz debido al frío.

Dudaba de mover mi cuerpo tan solo un centímetro, pues el movimiento provocaba que los nudos ásperos de la soga rozaran sobre mi piel causando una fricción ardiente que dañaba la zona, dejándola en un tono rojizo.

No estaba segura de cómo debía sentirme; si enojada por los últimos sucesos ocurridos, desencadenados por las mentiras o si debía estar aterrada por el momento que estaba viviendo ahora mismo. De una forma u otra, ya no me importaba porque tenía un revuelto de emociones que me daban náuseas.

Si lograba escapar de esta situación, podía jurar que me cambiaría el nombre y tomaría el primer vuelo a cualquier lugar desconocido y remoto, donde nadie fuera capaz de encontrarme, ni siquiera él, el culpable de todos mis males.

Una parte de mí solo buscaba un culpable y quería tanto que fuese él, y al mismo tiempo, deseaba que no lo fuera. Quizás, toda la culpa era simplemente mía.

Incliné mi cabeza hacia la derecha al escuchar pasos cansados, un par de suelas arrastrándose con desgana a mi alrededor; el nauseabundo aroma del cigarrillo de cuarta chocó con mi rostro, causando una incontrolable tos en mí y acto seguido, unos gruesos dedos acariciaron mi cabello, colocándolo detrás de mi oreja para luego tomar mi mejilla con un apretón para nada suave.

Podía sentir el aliento maloliente y tibio del hombre que nos estaba haciendo la vida imposible y miserable, mis labios temblaron de pronto y mis ojos se humedecieron con impotencia.

No podía ver quién estaba tocándome, mis ojos estaban cubiertos por una gruesa tela que seguramente dejaría marcas momentáneas en mi rostro y cuando sentí un leve roce sobre mis labios, un estruendo se oyó a mis espaldas.

—¡Agh, ya sueltala! —exclamó una voz de la que tanto había añorado escuchar.

—Estás acabado… —susurré en dirección al hombre que había quitado sus sucias manos de mí.

—¡Maldita perra! —escupió furioso y sentí que se movió rápidamente.

—Atrévete a golpearla, no… tan solo vuelve a tocar una sola hebra de su cabello y lo próximo que verás, será el maldito infierno —advirtió en tono amenazante.

Sentí como algo en mi interior se revolvía con entusiasmo, ya no tenía porqué temer, estaría bien porque él no dejaría que nadie se atreviera a tan siquiera mirarme.

Pero al escuchar sus pasos firmes acercarse, de inmediato pensé que no era más que un tonto, ¿no venía acompañado?

Estaba demente.

Estaba demente

Ups! Tento obrázek porušuje naše pokyny k obsahu. Před publikováním ho, prosím, buď odstraň, nebo nahraď jiným.
¡𝐁𝐀𝐍𝐆, 𝐁𝐀𝐍𝐆! |𝐁𝐚𝐧𝐠 𝐂𝐡𝐚𝐧Kde žijí příběhy. Začni objevovat