Creo que las personas no serán un problema mayor para mí porque prácticamente estaré encerrada en un plantel estudiantil sin nada qué hacer mientras vivo mi vida como Rapunzel, excepto que me recataré yo misma porque un Flynn Rider no es necesario en mi cuento de hadas.

Y en vez de un sartén, tendré un bate.

Sorry not sorry.

Entonces sentí un tambaleo pequeño en mi asiento, causado por el carro al pisar pequeñas rocas del camino. Puse mi vista adelante, donde se divisaba un extenso puente que daba camino a un enorme castillo que se encontraba un poco más allá.

Soy un alma muy curiosa, así que decidí preguntar acerca de la construcción.

—¿Ese castillo es antiguo o tiene algún acto histórico importante? .—Busqué satisfacer mis dudas, asomándome entre el asiento del piloto y copiloto. El Gorila me miró de reojo y carraspeó su garganta, bajando el volumen de la radio que decía cosas que no entendía y se dispuso a responderme.

—Sí. —Contestó con voz ronca y muy seria—. Ese castillo es su instituto, señorita.

Abrí mis ojos con sorpresa y pude jurar que mi mandíbula se me hubiera caído si no fuera porque estaba pegada a mi boca.

A ver, ¿Me están diciendo que voy a estudiar en un castillo parecido al de Drácula, donde posiblemente se paseen los muertos y las arañas quieran hacer nidos en mi dormitorio?

Universo, ¿Que he hecho yo para merecer este desprecio?, ¡Dime!

Pasé saliva por mi garganta cuando el carro ingresó en las anchas puertas de madera de la arquitectura.

Oh por Dios.

Si por fuera era enorme, por dentro lo era aún más. Ya me veía perdida dentro de él.

Estoy segura que este castillo está hecho de roca pura y por su apariencia parece tener miles de años construido. Para reconfortarme, empezaré a creer que aquí antes habitaba gente importante, como una familia real o algo por el estilo. Ustedes me entienden.

El carro se detuvo y el Gorila se bajó a abrirme la puerta para que yo también saliera de ahí. Suspiré mientras bajaba y él se llevaba mis cosas a la que sería mi habitación. Esta era la primera vez que empacaba casi todo mi armario para un viaje. Bueno, contando que me quedaré como un año aquí y que este será básicamente mi primer hogar ahora, considero que está bien lo que traje.

Con pasos perezosos ingresé al plantel, siendo recibida apenas en la entrada de este mismo por la directora, una mujer de gran porte, con lentes, cabello negro con leves colores blancos de por medio, sonrisa extraña y de ropa llena de pelusa. Era obvio que tenía sus cincuenta o más años, pero ella quería verse joven, por eso se vestía de esa manera y se intentó colorar el cabello, algo que no funcionó del todo porque las canas eran visibles todavía.

Ella me saludó amigablemente y me guió a su oficina.

Vaya, su oficina puede ser un salón de clases por su gran espacio. ¿Será que las habitaciones son así de grandes también? Porque ahí no me importaría compartirla.

Caminé un poco, analizando los alrededores. En eso, un papel color amarillento y a simple vista viejo me llamó la atención en las primeras estantería. Me acerqué inconscientemente y diseccioné mis dedos a él para tocarlo, pero la directora detuvo mi mano en seco, agarrando mi muñeca con fuerza.

Fue en ese momento en el que me di cuenta de lo que estuve apunto de hacer.

—Lo siento. —me disculpé, apenada. No sé cómo mi conciencia no me advirtió de esto.

Rumania High SchoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora