VI

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La mujer se acercó con paso firme. Pepito la observó con detenimiento, echándose hacia atrás: cuando ella se acercó le llegó un olor nauseabundo de ratas muertas y agua podrida.

SIn embargo, ella sonreía de forma jovial y soñadora.

Jacob solo era capaz de sonreir.

—Mi nombre es Jacob. Y este de mi hombro es Pepito, un amigo —dijo señalando al grillo, que retrocedió de forma instintiva de nuevo en cuanto ella le miró.

—¡Qué cosa más mona! Encantada de conocerte, Pepito —dijo afablemente la mujer, inclinándose para verle más de cerca—. Yo soy Elphaba.

—Igualmente... —respondió Pepito, un poco aturdido por el miasma que salió de la boca de la mujer al hablar.

—Ahora mismo te acompañaré a tu destino, Elphaba, querida.. Antes de ponernos en marcha debo arreglar unos asuntos con él —se disculpó Jacob.

—No hay problema —asintió ella. En un gesto fluido, la mujer sacó una pequeña rama de madera de uno de los bolsillos de sus oscuras ropas e hizo un gesto ante ella: una silla se materializó al instante, donde tomó asiento con gesto tranquilo.

Disculpándose de nuevo ante la dama, Jacob retrocedió a uno de los pasillos y le llevó hasta un solitario pasillo repleto de cuadros, todos ellos iluminados por una luz azulada que parecía dar vida a los lienzos.

—¿Qué es este sitio? —preguntó Pepito ante la belleza hipnótica del lugar. Un cuadro con un feroz león jugueteando con un pequeño ratón llamó especialmente su atención.

—El pasillo de las fábulas —respondió Jacob de pasada—. Pero escuchame, pues tengo que proponerte algo. Quiero que viajes con ella.

—¿Cómo? —replicó sorprendido—. ¿Es que acaso la conoces?¡Casi nos intenta matar al príncipe y ha mi!

—Es parecida, pero no es ella —negó Jacob—. Yo la he conocido miles de veces antes, pero siempre de forma distinta.

— Es...bueno, como dijiste tu, ¿un reflejo entonces? —comprendió Pepito—. Dime, ¿quién es ella, entonces?

—La bruja del Oeste. La cuál responde a otros muchos nombres: la Dama Gothel, Baba Yaga, Frau Trude, así como la Reina Malvada o La bruja ciega, entre otros nombres y títulos distintos —recito-. Verás, los Soñadores a veces invocan reflejos de la misma persona para distintos sueños. Ya has visto sus mundos, limitados y torpes. Lo cierto es que suelen ser un poco vagos —sonrió Jacob—. Ahora mismo debe de haber una docena de otras como ella, sino más, repartidas por los distintos sueños, todas similares pero distintas las unas de las otras.

—Brujas todas —insistió Pepito, poniendo los ojos en blanco.

—Una frase que ningún otro Pepito habría dicho —señaló Jacob—. Vamos, ¿qué tienes a perder? Seguro que os podéis ayudar el uno al otro.

Aquellas palabras hicieron recordar a Pepito sus viejos días dorados, cuando guió a Pinocho en sus pasos de marioneta a niño. Aunque ese pensamiento le creó cierta confusión.

"¿Es realmente ese mi recuerdo, o son las memorias de otro?"

—Eres muy inteligente, y aunque esta versión tuya sea algo gruñón, tienes un buen corazón. Quién sabe, tal vez puedas llevarla por el buen camino —insistió Jacob con vehemencia.

Pepito dejó ir un suspiro.

—¿Qué ocurre si me niego?

—Ya lo sabes. Pero eso depende de ti.

De príncipes, brujas y grillosWhere stories live. Discover now