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El olor de la comida es perfecto y Sakumo sonríe cuando ve las dos piezas de omurice acomodadas en los diminutos platitos de plástico.

Kakashi había dicho que esta será una cita romántica y súper especial para su (inexistente) relación, pero Sakumo solo había podido pensar que era una reunión de dos niños de seis años que tenían hambre y necesitaban comer.

Así que el omurice es perfecto. Sakumo incluso ha dibujado un par de caritas sonrientes en el omelette y se quita el mandil de la cintura cuando escucha a Kakashi atravesando la reja de la entrada.

Obviamente, Sakumo comerá con ellos. Primero, porque esta es su casa y porque él cocinó, pero también porque Kakashi le había dicho que no lo dejara a solas con Gai considerando lo nervioso que se pone.

Y por mucho que le cueste aceptarlo, de algún modo esa actitud nerviosa le recuerda a él mismo y lo hace sentirse nostálgico, imaginando a su propio bebé sonrojado, temblando, tartamudeando, diciendo cosas lindas todo el tiempo y...

— Estoy en casa — Kakashi grita desde la puerta y Sakumo se asoma justo a tiempo para verlo poner los ojos en blanco — Hubiéramos llegado antes pero Gai es muy lento.

— ¡Kakashi, eso no es verdad! — Gai responde desde el genkan, apresurándose a quitarse las sandalias antes de correr detrás de él — ¡Simplemente hiciste trampa!

Kakashi bufa y lo ignora, encogiéndose de hombros antes de avanzar hacia su padre y...

¿Qué se supone que era esa actitud? ¡Eso no lucía como estar nervioso en absoluto! Kakashi estaba siendo su yo grosero habitual y Sakumo mira a Gai con un poco de pena cuando el chico jadea y trata de recuperar el aliento después de correr desde la academia ninja solo para tratar de alcanzar a su hijo.

— ¡Sakumo-San! ¡Hola! — el saludo de Gai es enérgico y adorable, totalmente emocionado incluso si el chico jadea y se recarga en la pared de su cocina.

— Hola, Gai-Kun — Sakumo le sonríe con felicidad, acariciando su cabecita y despeinado su lindo cabello lacio cuando Gai se acerca a él para darle un saludo formal, sonriendo con más emoción y haciendo que Sakumo se sienta muy feliz antes de volver a ver la terrorífica cara de su propio bebé.

— Mhn, supongo que ya tienes la comida, ¿verdad? — Kakashi lo mira con las cejas juntas y Sakumo aparta su mano lentamente de la cabeza de Gai, luchando por no decir nada inapropiado antes de asentir.

— Sí, está todo listo. Comeremos después de que se laven las manos.

Gai asiente con esa aura brillante y cálida, corriendo al lavamanos de la cocina mientras Kakashi arrastra los pies hasta detenerse a su lado.

Y aunque Sakumo había creído que Kakashi no estaba nada nervioso, finalmente ve un pequeño titubeo cuando Gai le comparte un poco de su exceso de jabón, frotando las manos de Kakashi con las suyas de un modo que su hijo se congela, mirando a Gai con una expresión en blanco que solo confirma lo que Kakashi ya había dicho: ¡Realmente es amor!

(Aunque probablemente hará que Sakumo se quede calvo de todos modos).

— Estamos listos — Kakashi dice cuando ambos terminan de lavarse el jabón, moviéndose hacia el kotatsu que comienza a ser muy útil por el recién llegado otoño.

— ¡Me alegra que finalmente me invitaras a venir, Kakashi! — Gai dice con esa vocecita aguda y se sienta en uno de los cojines mientras Kakashi acomoda los portavasos y mientras Sakumo se da la vuelta para servir su propio omurice — Así podremos entrenar y jugar y entrenar y jugar y entre... ¡Espera un momento! — Gai hace un ruido nasal muy gracioso y luego toma aire de forma ruidosa, haciendo que Sakumo vea sobre su hombro para asegurarse de que todo esté bien. — ¡No me digas que esta es una ingeniosa trampa para finalmente derrotarme en una batalla!

El desastroso equipo HatakeWhere stories live. Discover now