Eritrofobia ⋆.˚ YeonGyu

¿Eritrofobia?

Se sintió un poco mal por ese chico, por pensar que sus halagos eran inocentes.

Ahora entendía por qué ese chico de cabello castaño caminaba lejos de él y por qué no le tenía mucho agrado, era porque las cosas que le decía en broma, para el contrario no lo eran. Un pequeño sentimiento de culpa lo invadió.

—Hyung ahora es un caso resuelto. — Sentenció cerrando la página.

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Yeonjun tenía eritrofobia, no era una enfermedad ni un miedo como tal, sino que el hecho de sonrojarse era algo irritante para él. Beomgyu no conocía la razón del por qué le daba tanto pudor sonrojarse cuando era algo completamente normal, quizás existía una historia detrás de su "fobia", pero lo desconocía. Con toda esa información que leyó en la noche antes de descansar, asistió a la escuela sin poder parar de pensar que le hubiese encantado conocer a Yeonjun años atrás cuando era un niño cachetón para ver sus mejillas sonrojadas.

La primera hora de receso quiso aprovecharla para probar a Yeonjun, así que ni siquiera le avisó a Heeseung a dónde iría, aunque este no tendría ni que preguntar, y salió corriendo del salón como si hablásemos del mismísimo Flash hasta la cafetería del primer piso. Para su suerte Yeonjun ya se encontraba haciendo fila junto a Soobin y otros dos amigos más. Elevó sus brazos, moviéndolos de un lado a otro para intentar captar la atención de Soobin, y al lograrlo, en lenguaje de señas le pidió que lo dejara estar detrás de Yeonjun. Beomgyu tomó una bandeja, Soobin se detuvo un segundo fingiendo que pensaba elegir qué comer para que éste aprovechara y se situara al lado del objetivo.

—Hyung, ¿El sol te dio permiso para que brillaras más que él este día?

Yeonjun dio un respingo al notar como Beomgyu apareció de la nada a su lado.

—Sí, buenos días para ti también, Beomgyu. —Contestó casual dirigiendo su mirada a las bandejas con comida frente a ellos, tratando de no avergonzarse por los tempranos halagos del menor.

Algo en la mente del pelinegro le decía que no ya iba a ser fácil, pasaron bastantes semanas desde la obra, ambos chicos se volvieron un poco más unidos, y con el tiempo Yeonjun se acostumbró a sus halagos, por lo que cada vez le resultaba más difícil incomodarlo. Podría decirse también que luego de su papel como Aurora, perdió la vergüenza en muchas cosas, o quizás aprendió que existen peores cosas por las cuales avergonzarse.

¿Entonces qué podía hacer?

Tuvo una idea que lo hizo acalorar hasta a él, pero era arriesgarlo todo o nada.

—Oh, tienes algo aquí.

Mostrando una actitud segura aunque moría de nervios por dentro, Beomgyu aprovechó que Yeonjun estaba concentrado en servirse la comida para limpiar con su pulgar una mancha imaginaria en la mejilla del mayor.

Yeonjun quedó atónito ante el movimiento tan inesperado, ¿Por qué estaba actuando así de precipitado tan de pronto? Normalmente solo eran palabras vergonzosas, pero ya estaban pasando a otro nivel, a uno más íntimo, y eso lo aterraba.

"¡Solo fue un liviano toque, Choi Yeonjun! ¡Deja de pensar en cosas tan estúpidas!", se repitió Yeonjun en su mente.

Sintiendo como el calor se expandía de su mejilla al resto de su rostro, levantó su bandeja y se fue sin mirar atrás.

Un recuerdo del pasado se refrescó en su memoria, para ser más específicos, la fiesta de primeravera de primer año.

Como era de costumbre, la escuela acostumbraba a realizar una pequeña fiesta en celebración de la llegada de la primavera, un momento donde todos se disfrazaban o utilizaban coronas de flores, bailaban y compartían comida. Ese día Yeonjun quiso usar una bonita corona de flores violetas, llamando la atención de muchas personas por lo adorable que se veía. Hasta cierto punto la atención no era incómoda para él, pero el problema era que ese día, más de cinco personas lo rodearon para despeinarle el pelo en forma de caricia y le apretaron con suavidad las mejillas, haciendo que el buen ambiente se convirtiese en uno abrumador. Esa cantidad tan desbordante de halagos tiñó de rojo hasta sus huesos, era incapaz de poder escapar, ante la incontrolable situación solo supo sollozar hasta que se detuvieron. Desde entonces, a Yeonjun no le agradaba para nada la atención, y menos que lo tocasen.

Pero volviendo a Beomgyu, en realidad, no le había resultado tan extraña su actitud, si no que le resultó extraño que un simple toque lo pudiera hacer sentir tan... no podía describirlo, no fue incomodidad, fue algo cálido que nunca antes le había causado otra persona.

Al llegar a la mesa donde se encontraban Kai y Tae conversando, con cautela Yeonjun se sentó en la otra punta a esperar que su calor corporal se estabilizase, pero no pasó mucho hasta que Soobin regresara con Beomgyu detrás.

—¡A que no saben quién ganó por primera vez un sorteo en internet!— Comentó Soobin sentándose junto a Kai mientras que su acompañante se ubicó con timidez en frente junto a Yeonjun.

—Imposible que seas tú, nunca ganas los sorteos.— Contestó Tae llevando el tenedor con comida a su boca.

—Sí, sí, gracias, Tae, no hace falta que me felicites así.

—¿Qué ganaste, Bin? —Le pregunta Kai interesado en la repentina suerte de su desafortunado amigo.

Soobin rió nervioso ante la pregunta.

—Un par de calcetines de Cars.

Kai se atragantó con su comida al reírse exageradamente del premio de su amigo, a lo que Soobin dio palmaditas sobre su espalda para ayudarlo.

La conversación continuaba con tranquilidad entre los tres amigos, quienes ignoraban el hecho de que en el otro extremo de la mesa se situaban dos chicos apartados del contexto.

—Yeonjun hyung... tengo algo que decirte...

—¿Qué es?

—Tienes eritrofobia. —Aún con el cubierto en su boca, Yeonjun lo miró extrañado. ¿Eritrofobia? ¿Qué era eso? Una fobia, claramente, ¿Pero a qué? Que supiera, él no le temía a algo en concreto, ¿O sí? —Sonrojarte te genera vergüenza, ¿Cierto? La eritrofobia es el miedo o rechazo a sonrojarse.

No pudo responderle por dos motivos:
1) El tenedor seguía dentro de su boca.
2) Lo que decía Beomgyu lo dejó sin palabras.

¿Miedo a sonrojarse? ¿Es realmente eso?

Por primera vez Yeonjun se cuestionaba más a profundidad por qué sonrojarse le daba tanto pánico, y viajando en su máquina del tiempo mental, recordaba que todo empezó en su infancia cuando un niño se burló de sus mejillas rojas diciendo que eran extrañas. Desde ese día, ese tierno atractivo lo vio como algo negativo, tenía la idea de que al sonrojarse no se veía bien y que eso llevaría a que se rieran de él y lo molestaran. Evitaba hacer cosas que lo hiciesen enrojecer, como visitar a sus tías que siempre le decían cuán lindo era, no dejar que su abuela volviera a decir que era el nieto más hermoso que tenía, no ir de compras con su madre porque llamaba la atención de sus vecinas, y entre otras cosas.

Entonces podía decir que sí, tenía un gran rechazo a sonrojarse. Lo odiaba, y siempre le dificultó hacer cosas que él quería por miedo, porque no importaba si era algo bueno o malo, se sonrojaría de la vergüenza.

Ante la evidente sorpresa del mayor, Beomgyu sonrió con inocencia más allá de que en su mente no tenía planeado nada inocente.

—Hyung... —Llamó bajito, acercándose un poco al oído de Yeonjun. —Me gustas mucho cuando te sonrojas.

La mente de Yeonjun quedó en blanco por un segundo ante el tibio aliento de las palabras del menor, y tan pronto su cerebro analizó la oración, un calor tan fuerte como los rayos del sol en verano, ardió por todo su cuerpo. Sintió caliente hasta las puntas de sus temblorosos dedos.

Y como ya era de costumbre, el pelinegro se levantó de golpe de la mesa para salir a pasos largos de la cafetería, ganándose la mirada de sus amigos y demás compañeros extrañados por su actitud.

Beomgyu no pudo evitar reír tiernamente, sabiendo que en realidad a Yeonjun le había gustado tanto lo que escuchó que tuvo que escapar para ocultar su emoción.

Y así pasaron los meses, Beomgyu molestando cada tanto a Yeonjun, y Yeonjun escapando. Almorzando algunos días juntos, otros por separado, hablando de cosas interesantes, y a veces de nada sin importancia, así hasta que llegó el ansiado día de la graduación.

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