Capítulo 12

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Anahi se dejó caer en el sofá, pulsó el botón del contestador y corrió la cinta. Una parte de ella esperaba que Alfonso la hubiera llamado para decirle que se había equivocado y pensaba que merecía la pena intentar salvar su amistad, pero en el fondo sabía que era una ingenuidad. Alfonso había dejado perfectamente claro lo que pensaba y no había ninguna posibilidad de que volvieran a ser amigos.

Anahi esperaba también que hubiera olvidado su estúpida exigencia de que se hiciera un análisis de sangre para determinar la paternidad del niño, pero, desgraciadamente, en eso también se había mostrado inflexible.

Durante las tres últimas semanas, la única vez que lo había llamado había sido para contestar a un mensaje que le había dejado en el contestador exigiéndole que le diera el nombre de su ginecólogo; quería iniciar el procedimiento para averiguar la paternidad del bebé. El análisis no era del todo infalible, pero sabrían por lo menos con un noventa por ciento de posibilidades de acierto si el hijo era o no suyo. Alfonso había abordado directamente la cuestión y en cuanto había conseguido la información que quería, había dado por terminada la llamada.

Lo que más le había herido a Anahi había sido la falta de expresividad de su voz.

Hablaba como si sus veintidós años de amistad nunca hubieran existido.

Anahi estaba desolada y echaba terriblemente de menos a Alfonso. La constante compasión de Rachel apenas le servía de nada. En cuanto le había confiado a su ayudante que estaba embarazada y que el hijo podía ser de Alfonso, Rachel no paraba de leerle la cartilla. Como oyera una sola vez más que estaba siendo poco razonable además de egoísta, iba a ponerse a gritar. Y lo último que quería oír otra vez era lo estúpida que había sido al dejar que un tipo como Alfonso escapara de su lado. Y cada vez que intentaba explicar su postura, Rachel elevaba los ojos al cielo y le decía que era su peor enemigo.

Y lo peor de todo era que Anahi estaba empezando a sospechar que Rachel tenía razón.

La cinta llegó al principio.

Y el contestador comenzó a sonar.

—Ya tenemos los resultados de las pruebas —se oyó la profunda voz de Alfonso.

La emoción que había nacido en el corazón de Anahi al empezar a oírlo, se hizo añicos ante la frialdad de su tono.

—Tenemos una cita mañana a la una. Nos veremos en el ginecólogo.

A Anahi se le llenaron los ojos de lágrimas, y ni siquiera intentó reprimir el sollozo que se había adueñado de su garganta. Había perdido a su mejor amigo. A la única persona que siempre había creído en ella, que la apoyaba y quería por cabezota o ridícula que fuera.

Gracias al destinoWhere stories live. Discover now