Capítulo 23: «Por favor di que sí»

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Carter Mason

— ¿Dónde es que tienes la cabeza? — revisaba los ejercicios con tanta atención y asentía dándome a entender que los comprendía «Lo que no sabe es que mi cabeza está en su cara, en su molesta y adorable cara»

— ¿Tienes alguna idea de cómo hacerlos? — pregunté preocupado «¿Desde cuándo me preocupo?»

— Por suerte, sí — respondió segura, bebió su malteada rápidamente e hizo a un lado el vaso. — Bien, empecemos por los más fáciles y luego los difíciles

— Okey — dije confiando en ella, sacudí mis manos y piernas, todo mi cuerpo en sí, es mi manera de prepárame para lo que yo llamo tortura. 

                                                                             [...]

Pasamos toda la tarde ahogados en números, signos y estúpidas ecuaciones.

— Emerson

— ¿Si Carter?

— Te juro... que si llego a toparme con la persona que combino números y letras... la asesinaré, sea quien sea. — comencé a golpear mi cabeza contra la mesa. — Ya no puedo más, es todo, mi cerebro va a explotar, ven y siente como laten mis neuronas. — dije dramático.

— No exageres Carter. — bebió de su tercera malteada, al menos probó los dos sabores. — Solo falta una hoja. — bostezó.

— Tú también estas cansada ¡Solo mírate!

— ¿Gracias? — esbocé una sonrisa. 

— ¿Qué te parece si terminamos mañana en el receso? — suspiró pensativa y pasó sus manos por su cara. — Matemáticas toca a la ultima hora los días martes

— Tienes razón, mucho de algo no es bueno

— Karate Kid ¿Eh? — alcé las cejas, ella sonrió de oreja a oreja y comenzamos a guardar nuestras cosas. — ¡No puedo creer que te hayas bebido tres malteadas! — Me puse mi gorra negra.

— ¡Estaban deliciosas! — exclamó con acento italiano, no pude evitar reír con fuerzas mientras salíamos del restaurante. 

Sentado en mi moto la observaba, tan rara, tan ella.

— ¿Q-Qué? — preguntó extrañada, seguíamos afuera del restaurante.

— ¿Me acompañas a un lugar?

— ¿Dónde?

— No seas curiosa Emerson ¿Sí o No? — observó su celular

— Seis y treinta — dijo dudándolo un poco «Por favor di que sí»

— Será divertido — intenté convencerla.

— Déjame avisarle a mi tía. — comenzó a teclear y después de unos pacientes minutos de espera. — Bien, tengo permiso

Amely

Vamos en la moto a quien sabe dónde; me gusta abrazar a Carter, sentir su espalda, es cálida, sonreí para mí y apoyé mi cabeza en su espalda, pude notar como giró un poco su rostro hacía mí y sonrió feliz, eso me hizo sonreír más ampliamente a mí y también me hizo recordar que talvez él es el chico del semáforo «¿Talvez? No creo que haya alguien más con una moto así ¿O sí?» «¡No! ¡Claro que no!»

Fruncí el ceño al ver lo oscuro y desolado que es el lugar al que llegamos. 

— Es aquí — dijo estacionando la moto, luego entramos a una clase de edificio abandonado.

Mi Recuerdo Más PreciadoWhere stories live. Discover now