Souya se salió de la videollamada, tomó asiento en el centro de su cama. Se odió por volver a hacer lo mismo.

—Maldita sea, me volví a dormir— rascó sus ojos — Me odio.

Llevó las manos a su rostro para frotarlo suavemente, estiró sus mejillas hacia abajo. Detestaba bastante hacer siempre lo mismo, y sin embargo, no se esforzaba por cambiar el hábito.

Afuera, un recién bañado Hakkai estaba tratando de no quemar la cocina.

El olor a quemado llegó hasta la estancia intranquila del estudiante. Cerró la laptop para ir a socorrer, verificar, salvar, saber la procedencia de ese aroma desagradable.
Se condujo con ayuda de las paredes y los muebles, ya que andaba todavía medio dormido.

—¡Hakkai! ¿Qué huele a quemado?— Souya apenas tenía los ojos despegados. Se parecía bastante a su hermano risueño en ese momento, solo que sin sonrisas— ¿Qué estás haciendo?—iba tambaleante.

—Buenos días dormilón —se burló el hombre alto.—Estoy haciendo el desayuno, tranquilo— siguió en lo suyo, esmerado.

—¿Quemaste algo?

—Sí—admitió sin timidez.—Pero me lo como, no hay problema.—Hakkai se volteó a ver a su compañero, no pudo reprimirse una carcajada por la apariencia matutina y exótica del chico —Me gusta como tu cabello siempre puede verse más esponjado. Por cierto, lávate la cara Angry— aconsejó.

Indignado se marchó al baño, obedeciendo sin ser forzado. Angry se enjuagó la cara y los dientes, también se peinó de mala gana todo su nido de rizos azulados.

—Todavía huele a quemado— suspiró, secándose el rostro.—¡Hakkai, deja de quemar las cosas!

Shiba era un pésimo cocinero. Había vivido casi toda su vida con comida preparada por terceros, lo habían consentido y mal criado durante años. Recientemente se atrevía a cocinar, intentaba todas las recetas que veía, pero se le daba mal. En su hogar solo le bastaba con sentarse y un plato de comida nutritiva y jugosa se le postraba enfrente.

Ahora en su vida independiente, si quería eso, tenía que levantarse e improvisar con los pocos ingredientes del refrigerador.

Tener un solo limón seco, pan tostado y una bolsa de avena arrumbada limitaba las opciones para preparar sus desayunos favoritos.

El problema se solucionaba cuando Souya resultaba ser un gran cocinero. La mayoría de comidas las hacia él.

—No me quedaron tan bien, pero son comestibles— se dijo Hakkai. Estaba entretenido sirviendo los hot cakes de avena.—¡Angry, ven a desayunar!

Esa mañana fue comprensivo con su compañero, entendió su cansancio. Su buena obra del día consistía en hacer el desayuno para los dos, de paso demostrar que sí era capaz de cocinar algo rico.

—¿Hiciste el desayuno?—preguntó Souya, un poquito más despierto.

—Así es, ¿Quieres café?—Hakkai jaló una silla y palmeó el respaldo, invitando de esa forma a qué Souya se sentara— Hice un par de compras hace un rato, no tenemos nada en el refrigerador— apuntó a una bolsa reciclable.—No compré mucho.

—Oh, debiste avisarme para acompañarte— dijo Angry, avergonzado. Observó los platos de hot cakes amorfos, inflados y de buen color, los comparó con mucho detalle.

Viviendo juntos|| Hakkai × AngryWhere stories live. Discover now