Final Encontré el Camino a Casa

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El compromiso de Terry y Susanna duraría pocos meses, pero fueron meses felices para la pareja. Susanna Marlowe no despertó un domingo en la mañana ante una infección en una de sus heridas recién abiertas. Si hubiera recibido tratamiento antes, tal vez su vida pudiera haberse salvado. Lamentablemente, la chica murió sola, en un cuarto de hospital. Su madre la encontraría en la cama donde el día anterior, sintiéndose mejor y de buen ánimo, le había recomendado a Terry que se presentara esa noche en el teatro, y que la fuera a visitar al día siguiente. El día siguiente no llegó para Susanna.

Terry estaba a punto de salir a la mañana siguiente de la casa de Susanna luego de una muy exitosa noche, cuando una paloma blanca se posó sobre su hombro. Ahí fue que supo que la falsa mejoría de su novia fue sólo eso, falsa, y lloró en su interior en ese momento. Entonces se fue caminando hacia el parque que solía visitar siempre de camino hacia o desde el teatro, donde se derrumbó en un banco y allí se mantuvo un rato, hasta que el sueño y el hambre lo vencieron. Luego de eso, se dirigió a la casa, donde estaba su madre y la madre de Susanna esperándolo con la terrible noticia. Terry se abrazó de ellas y se dejó ir...

.....

"Muere Susanna Marlowe, primera actriz de la Compañía Stratford, compositora de grandes éxitos teatrales y prometida del célebre actor Terence Graham Baker" se leía en los titulares de los diarios días después. Candy cerró los ojos momentáneamente, y al abrirlos, las lágrimas fluyeron sin control. Susanna había muerto y ella se sentía mal y culpable. Por lo menos, ella tenía a Albert, y en ese triste momento, se sumergió entre sus brazos, como siempre hacía cuando enfrentaba una aflicción.

"Ya, Candy, Susanna está con Dios en este momento".

"Yo quería que Terry y Susanna fueran felices, de verdad. Por qué Susanna se fue tan pronto".

"Ya, ya. Creo, mi amor, que ellos sí fueron muy felices, Ya sabes que cuando Dios nos envía a buscar, es porque tiene una misión para nosotros. Susanna fue una gran mujer, que ayudó a Terry y, no lo dudo, fue feliz con él y él con ella", le dijo Albert pasándole el pañuelo.

"Pobre Terry. Espero que sinceramente encuentre paz en medio de este inesperado duelo", le comentó mientras tomaba el pañuelo y recogía sus lágrimas.

"Lo hará. Ya verás, Candy, lo hará", le dijo con cierto grado de tristeza en la voz por ese amigo que ya sentía como su hermano, y al que nunca le dijo esta verdad.

Pero, una vez más, esos brazos protectores cubrieron a Candy y la hicieron sentir, como siempre, que estaba en casa, y él, también, necesitaba en ese momento ese abrazo.

.....

Terry sí había alcanzado la felicidad, aunque se daba golpes de pecho de que se le había ido de las manos, como siempre ocurría. Y así, continuó viviendo con la madre de Susanna, hasta que ella murió años después, y sus otros hijos lo obligaron a salir de allí. Terry entonces se fue a vivir con Eleanor Baker, y con ella se mantuvo, hasta que ella murió, dejándole su casa como única herencia. Él estaba bien económicamente, y vivía bastante cómodo, así que esa era una preocupación menos en su vida.

En los años 30, Terry incursionó en la naciente industria cinematográfica, pero su pasión por las tablas lo alejó pronto del celuloide. Ya en esa época, su edad sólo le permitía papeles más adultos, así que, eventualmente, cuando Robert Hathaway se retiró, Terry se mantuvo como director de la Compañía Stratford, hasta que tuvo que obligatoriamente retirarse después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la industria perdió todo lo glamoroso, sustituida casi completamente por el cine. El teatro, aunque se mantuvo de pie, ya no era lo mismo. Los más jóvenes ahora tenían otras preferencias. El teatro no era una de ellas.

Terry no se casó, ni tuvo hijos, ni tampoco tuvo más contacto con su padre y hermanos. Su círculo de amistades se reducía mientras más actores que comenzaron con él se retiraban para dedicarse a sus vidas y familias. No estuvo con nadie más que no fuera Susanna Marlowe por decisión personal. De pronto, un día, recordó el diario que, en ceremonia ardiente, fue quemado delante de su amigo y alguna vez, sin quererlo así, rival. Lamentó, sin embargo, esa decisión apresurada, pero pensándolo bien, era mejor dejar todo así, y no seguir alargando una historia que nunca tuvo sentido para él.

Era raro reconocer que un romance adolescente, que nunca pasó de una ilusión incumplida, fuera el motor de su vida, el que lo llevó hacia el camino que eligió. Candy fue la que lo llevó a tomar la decisión que nunca hubiera tomado por cuenta propia. Hubiera estado el resto de su vida, o lo que durara, viviendo de la casi caridad del duque, que sabía que tenía una gran responsabilidad al tener un hijo, aunque no fuera en matrimonio, pero no de amor de padre. Él sabía que la única razón por la que lo había hecho era para que Eleanor sufriera, como un castigo por haberse enamorado de él. Pero la vida tiene sus formas de cobrar deudas en vida. Por los diarios supo que el ducado había prácticamente desaparecido de la boca de sus propios hermanos, que eran unos inútiles, y que no eran tan asiduos como los Ardlay en prevenir económicamente para los tiempos difíciles durante y después de la guerra. Su fea esposa, esa a la que él había llamado cara de cerdo, lo dejó tan pronto vio que el duque era un hombre normal, sin riqueza ni castillos en los que depositar sus feas carnes. Por lo que supo, esta señora había logrado atrapar otro marido rico, pero todo terminó poco después de la Depresión del 29, cuando ella, en un arranque de celos al ver a su nuevo marido con otra, terminó perdiendo la vida al tratar de asesinar a la amante. En fin, esas son otras historias para otro momento, más por respeto a la memoria de los muertos. Jamás la odió, pero jamás la quiso.

Daba igual. Pero no Candy, no su rubia pecosa, a la que quiso y no dejó de querer nunca de algún modo. No, nunca la olvidaría. Ella fue por tanto tiempo su musa, su inspiración. Hasta el último día de su vida estaría en su mente, y no, jamás olvidó ese diario, que desapareció para siempre entre las llamas y las cenizas por propia decisión. Quién sabe si él, en una decisión irrevocable, se despidió de cualquier oportunidad con esa quema, que en su tiempo sonó razonable. Pero aún las pérdidas, aún reconociendo lo que pudo haber sido y no fue, aún las lágrimas y hasta olvido tras olvido que había sido su vida, innegablemente sabía que había encontrado su camino a casa y nunca pudo renegar de ello...hasta el final...

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⏰ Last updated: Sep 03, 2023 ⏰

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Encontré el Camino a CasaWhere stories live. Discover now