Prólogo

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Refunfuñando por haber tenido que atender la barra, Taehyung salió a tomar un poco de aire nocturno mientras decidía fumar para aliviar el estrés.

Sacó entonces  una cajetilla de cigarrillos de su delantal y sacó uno,  manteniéndolo en sus labios mientras buscaba su encendedor en uno de sus bolsillos.

—Carajo... —murmuró fastidiado al no encontrar el encendedor. —Lo dejé en la barra de bebidas... —habló nuevamente pateando suavemente una de las botellas vacías de Soju que estaban tiradas en el suelo trasero. —No volveré en 10 minutos, es mi momento de descanso. —Concluyó consigo mismo apoyándose en la pared del edificio vecino y mirando al vacío.

No pasó mucho tiempo hasta que se aburrió de estar parado en el mismo lugar sin hacer nada y empezó a caminar en círculos, mirándose los zapatos e intentando engañar a su mente necesitada de que no debía fumar un cigarrillo para aliviar el estrés de una noche agitada en el bar, hasta que de repente, la puerta se abrió y Taehyung esperó ver aparecer a uno de sus amigos.

Pensó que habría sido salvado y que alguno de ellos traería consigo un encendedor.

—Qué bueno que me has salvado... —dijo antes de levantar la mirada. —¿Traes un encendedor?

Pero sus palabras se interrumpieron de golpe cuando vio al hombre elegante de traje y cabello azabache, que lo observaba seriamente.

Frunció el ceño rápidamente e intentó parecer igual de amenazante, advirtiendo al intruso.

—Esta es una zona restringida, solo el personal puede entrar... —dijo señalando el letrero que estaba en ambas caras de la puerta.

Hubo un breve silencio entre ambos, y sus miradas se encontraron descaradamente, imaginando varias escenas con el desconocido.

Finalmente, el hombre de traje elegante y cabello peinado habló primero, sacando un porro cubano de un estuche pequeño y delicado, para fumarlo, tal vez invitando al chico de cabello castaño que había querido acercarse durante algún tiempo.

—Tranquilo... solo vine a fumar un poco. Uno de tus amigos me dio permiso para hacerlo. —le dijo después de darle una calada al porro y soplar el humo hacia el rostro de Taehyung, dejando al chico asqueado y molesto por haber sido dejado de lado.

Taehyung cerró los ojos con rabia y apretó los puños, haciendo todo lo posible por controlar su ira y no espantar a un cliente con un alto potencial de consumo en el bar, porque sabia muy bien que si el jefe se enteraba, estaría en graves problemas.

—¿Quién de ellos te dio permiso para venir a esta zona? —preguntó curioso, girándose en sus talones para mirar al hombre de vestimenta elegante.

—Eso es lo que menos importa ahora. —respondió Jungkook con picardía, mirando de arriba abajo el cuerpo del castaño mesero, indicándole que habría llegado a ese lugar para hacer cualquier otra cosa que no fuera fumar.

Taehyung miró fijamente al hombre elegante, cada vez más convencido de que le estaba coqueteando, y en su mente, mil conversaciones tenían lugar, con él atreviéndose y retractándose de la loca idea que tenía en mente.

"Es ahora o nunca, Kim Taehyung", pensó antes de sonreír y atreverse a dejar de lado su conciencia para entregarse a sus deseos más profundos.

 Retrocedió un par de pasos para observar la reacción del hombre de cabello azabache y se percató de que no había cambiado de posición y aún sostenía el encendedor en sus manos, una señal clara de su serio interés y su determinación para no rendirse fácilmente.

Siguiendo los pasos de los príncipes de las películas y series que tanto le gustaban, Taehyung hizo que la punta de su talón tocara la puerta, para ágilmente subir su mano hasta la manija y rápidamente colocarle el pestillo, para acto seguido, alzar la mirada y observar fijamente los ojos del otro, mordiéndose el labio inferior con sutileza y sonriendo como un niño travieso, seguro de que aquella noche se cumplirían sus sueños y su anhelada buena vida.

El aspecto elegante del hombre, su forma de hablar y el lujoso reloj de oro que llevaba en su muñeca eran claras señales de que tenía frente a sí a un pez muy grande, que pronto sería atrapado si el no intervenía antes.

—Creo que me temo que no puedo aceptar su encendedor —habló vacilante el castaño, alejándose de la puerta mientras se acercaba lentamente al pelinegro de forma provocativa—. Pero, lo que sí puedo aceptar en esta ocasión es un beso suyo... —dijo descaradamente, estando muy cerca de los finos labios adornados por un sutil lunar.

Quedando atrapado entre el cuerpo del chico y la fría pared de ladrillos rojizos, Jungkook sonrió victorioso y, con el permiso del chico, besó sus labios carnosos de un rojo intenso, que se volvieron su adicción y los mejores labios que había besado en un largo tiempo.

Sintiendo cómo su cuerpo ardía con cada caricia del pelinegro, Taehyung fue llevado a otra posición, ahora él apoyado contra una de las paredes y sudando a pesar de estar fuera del edificio, en medio de la fría noche de invierno en la capital. Suspiró impresionado por la fuerza del pelinegro y su habilidad para llevar a cabo todo aquello.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco besos fueron los que Jungkook le dio en el rostro a Taehyung, mientras sus manos acariciaban la cintura, espalda y nalgas del contrario, deleitándose con cada toque

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Uno, dos, tres, cuatro, cinco besos fueron los que Jungkook le dio en el rostro a Taehyung, mientras sus manos acariciaban la cintura, espalda y nalgas del contrario, deleitándose con cada toque. Luego, se apartó de aquellos labios acalorados para disfrutar la vista del rostro cuadrado pero definido y delicado al mismo tiempo.

El tono de piel canela de Taehyung se convirtió en el favorito de Jungkook, contrastando maravillosamente con su propia tez. Sus labios carnosos encajaban perfectamente con los suyos, y su cabello castaño embellecía la escena que tenía frente a sus ojos. Sosteniendo el cuerpo de Taehyung en sus brazos, moviéndolo hacia arriba y abajo para crear un vaivén placentero, logró arrancarle algunos gemidos al chico.

—Maldición... creo que no puedo más... —susurró Taehyung exhausto, apoyando su frente en uno de los hombros de Jungkook, permitiendo que los movimientos de pelvis de este último continuaran complaciéndolo. —Creo que acabo de perder mi trabajo aquí... —añadió entre risas, sintiendo cómo Jungkook le daba un beso en la mejilla y apartaba unos mechones sudados de su frente.

—No te preocupes... conmigo lo tendrás todo —respondió tranquilamente Jungkook cuando los ojos de Taehyung se encontraron con los suyos.

—¿Tenerlo todo?... —respondió Taehyung casi bufando— ¿Qué te hace pensar que eres diferente a los demás hombres? —preguntó, aún riendo, mientras dejaba unos besos húmedos en el cuello de Jungkook, tratando de volver a la realidad de los hechos y no fantasear con que el hombre frente a él se había enamorado para toda la vida en un solo momento.

 Quería mantener la idea de que el azabache era como los demás, aquellos que después de endulzarle el oído y besarle las manos, lo convencían de tener sexo y luego lo dejaban atrás.

—Me ofende mucho que pienses que soy como los demás hombres... una bestia egoísta que solo busca su propio placer y luego te abandona —respondió decepcionado Jungkook, haciendo que Taehyung detuviera las caricias y lo mirara directamente—. ¿Sabes qué me hace tan diferente a los demás hombres? —preguntó, con la mirada de Taehyung clavada en la suya—. Es que si deseas ser dueño de este lugar, podría comprártelo en este mismo momento y ponerlo a tu nombre... Oh, si deseas mudarte a otro país conmigo, lo haría sin dudarlo... incluso si quieres irte a París en este preciso instante, lo haría por ti... y si lo tuyo es más subjetivo, renunciaría a mi dignidad, ser y cordura en este mismo instante —concluyó besando los labios curvilíneos de un Taehyung que ahora era un mar de lágrimas al escuchar a alguien hablarle con el corazón.


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