Whisky bell's

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Sus ojos castaños brillan brumosos a través de los barrotes de la celda. Esos ojos perdidos o en el aire y cazando mentiras superfluas acompañan la suavidad de una sonrisa triste. La bruma del alcohol sincera los sentimientos de su mentor. La mentira cae, y pese a sus bromas y comportamientos infantiles, en el fondo de todo aquello siempre está ese olor a tristeza.

El ruido de sus pasos atrae la atención del castaño, difundiendo una sonrisa de alegría falsa en su semblante.

-¿Te gustan mis pulseras?- pregunta y saca de entre las rejas sus dos muñecas encadenadas.

No. No le gustan. Como tampoco le gusta verlo en el suelo medio ebrio recordando cosas las cuales sabe que no puede comprender. No le gusta esa separación que hay entre ambos tan evidente. Y ante todo, no le gusta ese labial carmesí que se derrama desde sus mejillas hasta sus labios. Lo detesta.

-¿Quién era esa mujer, Dazai-san?

La pregunta le alarma. No es algo en lo que deba inmiscuirse, desde hace tiempo sabe que Dazai tiene el tipo de vida lleno de amantes. Que haya estado con una mujer no debe sorprenderle, en realidad ni siquiera el hecho que esté en la cárcel por disturbio público debe sorprenderle. Aún así, en su interior algo quema, está molesto, y los indicios de esa molestia se manifiestan en esa pregunta tan poco discreta. Debería retractarse pero no lo hace.

-¡Qué grosero, Atsushi-kun!, en lugar de contestar mi intrigante pregunta me inquieres por un crimen pasado- reclama en un mohín infantil que se difumina al instante con una sonrisa sardónica- No estarás celoso, ¿verdad?

-¡¿Celoso?!- pregunta alarmado.

-No grites que te pueden escuchar- señala la celda de a un lado donde un hombre duerme profundamente.

-¿Por qué estaría celoso Dazai-san?- se niega a esa posibilidad. Aunque su corazón arda en una ira agria. No, no está celoso, de ninguna manera.

-Tu cara lo grita. Estás celoso, se te nota a esta en la manera de hablar- ríe entre dientes sacando sus manos por los barrotes de la celda - ¿quieres saber quién era ella? Dímelo tú.

No tiene deseos de debatir contra algo que al final no recordara. Su voz es líquida, se desliza por la cárcel como un sueño burbujeante. Está ebrio y cuando está en esa situación no hay nada que pueda hacer al respecto. Piensa en la pregunta. Investigó un poco lo que pasó antes de ir a ver al mayor a su celda. Puede decir que sabe lo fundamental, aunque el ardor en su corazón ciega la razón y le es difícil por el momento unir los hechos, se centra en la pregunta. ¿Quién era ella?

La cara de Dazai está llena de lápiz labial, sus ojos brumosos se pierden en recuerdos perdidos. Y eso duele. Le duele estar tan lejos, siempre lejos del mayor sin saber lo que piensa o lo que siente. No lo sabe y cree que jamás lo sabrá, hay una gran división de metal entre ambos. Los barrotes no solo son materiales sino que también los dividen en otras cuestiones.

Su cara llena de un rojo difuminado, alas de mariposas quemadas.

-Fue ella- su cabeza aclara todo.

Encarcelaron a su mentor por disturbio público. Sin embargo, Dazai nunca, ni siquiera ebrio, sería tan imprudente como para lanzarse contra alguien a plena luz del día y rodeado de personas. Conoce su manera de actuar, siempre elige un lugar donde no haya gente. Tal vez para evitar justamente el disturbio público. Entonces, ¿qué pasó?

-Cada vez te estás haciendo un mejor detective, Atsushi-kun- le elogia haciendo sonar los eslabones de sus esposas- ¿me creerías sí que dijera que fue ella quien se me lanzó encima?

Lo cree. Simplemente necesitaba que se lo dijera, el resquemor de su interior se evapora.

-Sí- exclama aliviado.

-¿Creíste que te sería infiel de una manera tan descarada?- le pregunta riéndose entre dientes.

Y siente un rubor extendiéndose por sus mejillas ante la palabra infiel, su respiración se corta y su pecho un hueco le inhibe siquiera tragar saliva. No entiende a qué viene aquel término y casi siente la necesitadas de preguntarle por qué infiel cuando su cabeza encuentra una explicación. Es una infidelidad en una cuestión de acompañante de copas. Las últimas cinco veces que su mentor ha estado ebrio él lo ha acompañado a casa.

Suspira pero esta vez sin alivio. Mas bien, con un ardor en el corazón que le incineran la cabeza en una molestia irracional.

-Es mucho pedir que esta situación le sirva como lección ¿verdad?- enfrenta aunque en realidad quisiera reclamarle por no estar cuidando sus palabras.

Detesta ese juego.

-Adivinaste pero lo juro, es la última vez que tomo whisky.

Aquella intervención hace explotar su paciencia. No entiende porque cuando su mentor está ebrio se vuelve repentinamente idiota respecto a las emociones de los demás. Es alguien inteligente, alguien que mide sus palabras para manipular a su voluntad a cualquiera y también para no abrir heridas en el alma de los otros. Dazai no es tonto, sabe leer a las personas, sabe como se sienten y qué tipo de palabras no soportan. Pero cuando está ebrio ignora todo eso, su lengua es torpe y... lo que dice le molesta.

Siempre dice que dejará un licor después de besarlo. Siempre le echa la culpa al alcohol de sus lívido. Siempre es con él. Excepto en esa ocasión que recarga su cara llena de pecado a través de las rejas. No puede tolerarlo, le fastidia. Y tal vez sienta un poco de celos.

En ese descuido brumoso toma la cadena de sus esposas con fuerza, jalándola hacia a sí. Su cabeza se dice que es ruin, que es un malvado, que no debería estar aprovechándose de un borracho que no tiene equilibrio y ante su acción es evidente que va a caer hacia delante.

Se reconoce en una falta demasiado grande. No debería aprovecharse de un borracho, y aún así lo besa. Con una pasión ardiente y burbujeante. Amarga y dulce y celosa. Muy celosa. Lo besa como si de esa manera estuviera reclamando ser el único. Es un deseo que jamás dirá en voz alta pero sí a través de esa fuerza física que une sus labios. Tal vez su enojo sea injustificado, tal vez no tenga razón para sentirse así, al final Dazai solo lo besa cuando está ebrio, solo le manifiesta un cariño romántico después de un par de copas. No debería tomárselo tan personal.

Pero arde, y duele. Odia esa separación física y emocional que hay entre los dos. Odia no poder decirle al día siguiente que se han besado y que le ha gustado y que quiere más y que quiere ser el único y que... lo quiere. Lo quiere demasiado.

-Ahora sí, Dazai-san, ya puede dejar el whisky- determina separándose. Y al hacerlo ese odio se evapora, ese impulso le parece idiota. Al separarse todo se hace real, y su crimen es peor. El triple o cuádruple de peor, lo suelta. ¿Cómo aclarará esa situación?- Yo-o-o-o- tartamudea arrepentido por lo que acaba de hacer- ¡perdón! Me tengo que ir.

Se escabulle sin darse cuenta de que la mirada de Dazai brilla y sus labios rojizos sonríen con cierta malicia.

Last nightWhere stories live. Discover now