Vodka

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-Atsushi-kuuun.

Decadentes,  el nombre se alarga en su lengua, fluye en un aire pesado y quebradizo, hundiéndose en el suelo al igual que sus rodillas que piden ceder. Su cuerpo se manifiesta divertido y torpe y es Atsushi quien detiene la eminente caída de su embriaguez.

Atsushi-kun.

Y su subordinado entre refunfuños, se pasa uno de sus brazos alrededor del cuello, sujetándolo de la cintura y pidiéndole en frases distorsionadas que por favor se levante. La realidad alterada le parece el doble de graciosa, su cabeza gira alrededor de la imagen distorsionada del rostro más joven. Un rostro preocupado, de esa preocupación que provoca carcajadas y promesas de buen comportamiento que jamás se cumplen.

-No quierooo- se queja, tratando de deshacerse del que le ayuda para volver a tomar la botella de vodka.

Mas, no debe subestimar la fuerza del tigre. En su desvarío escurridizo una presión en su cintura lo retiene en su lugar y una voz cansada le perfora el oído bajo frases que entiende a medias. No tiene remedio, escucha dentro de brumas curiosa, no es apropiado para un pupilo ir por su mentor en ese estado.

No lo va a lograr sacar de ahí, le contesta en un farfullo inteligible, ejerciendo fuerza para tirarse al suelo y fingirse dormido.

Pero Atsushi persiste. Ha educado bastante mal a ese niño se reclama a sí mismo sin llegar a fastidiarse con el otro, al final Atsushi está cumpliendo con lo que cree que es su deber, y esa obligación innecesaria hace que el intercambio sea aún más estrambótico, el doble y triple y cuádruple de aguantable.

-Si no quiere caminar Dazai-san, yo lo llevo- dice Atsushi cargándolo entre sus brazos, cansado de ese intercambio de frases cortadas y palabras alargadas que no llegan a nada.

Le sorprende su astucia. El joven es difícil de domar, pero en niveles de astucia su cabeza desquiciada es más perspicaz. Lo abraza por los hombros, acercando su boca hedionda a vodka a la oreja del menor.

Saca una carta arriesgada. Una que es tan peligrosa como hilarante y estimulante.

-Atsushi-kun- nombra, provocando que los vellos de su nuca se ericen como los de un gato asustado- te quiero.

-Dazai-san no sea de esos borrachos empalagosos- replica sin el menor atisbo de incomodidad en el rostro.

Lo está ocultando, lo nota en su manera de entonar las palabras, en el leve temblor en sus brazos que se resisten a ceder, en sus orejas rojizas.

-Atsushi-kun, te amo.

Y para que no quede duda de lo dicho, le da un beso en los labios, de esos besos diáfanos y curiosos. Que dicen nada y todo y murmuran una indecencia sensual.

Su reacción es la esperada, sus brazos se rinden y se ríe con ganas en el suelo sin sentir la magnitud del golpe en su cuerpo. Y Atushi petrificado, más tieso que una estatua antes de colapsar contra el suelo, tarda en comprender lo ocurrido. Ríe y espera con la botella de vodka entre los labios que su cara se vaya tornando en un rojo explosivo. Una emoción burbujeante nace en el fondo de su estómago al jugar con su subordinado , le causa una inmensa satisfacción verle cubrirse el rostro con las manos. Olvidándose de detener su borrachera.

                                         •••

Al despertar su cabeza da vueltas, la boca le sabe amarga y algo en sí despide un olor que le causa nauseas. Tarda en identificar el lugar donde se encuentra. Los recuerdos de la noche anterior son retazos sin sentidos que no comprende como se unen entre sí. No recuerda nada después de haber vomitado. Y vomito después de subirse a un karaoke y exclamar con orgullo cada verso de I kissed a girl, cambiando de vez en cuando el girl por boy y lanzar miradas provocativas a su pobre subordinado derrotado y sentado en la barra del bar.

Vomito después de haber besado a Atsushi.

Todo el mundo sabe que es un desvergonzado, siempre lo ha sido, pero en aquella a ocasión su acción le ha causado una vergüenza inaudita. Siente un ligero ardor en la cara, al cual puede culpar por la emoción evocada por el recuerde o porque está listo para volver a vomitar. Intenta moverse, escapar de recuerdo para recuperar su corporeidad y determinar que ese beso no ha significado nada, pero eso enmpeora su situación. Su cabeza estalla, la culpa viene como un bombardeo de bochorno. La tierra castiga su falta de responsabilidad.

-No debería moverse Dazai-san- le dice una voz desde algún rincón del apartamento.

Un escalofrío le corroe y de no ser porque es un borracho licenciado, ya estaría excusándose por su actitud. Prefiere pretender que no ha sucedido nada digno de mención.

-Atsushi-kuuun- arrastra las vocales a modo de queja- ¡Nunca más vuelvo a tomar vodka!

Escucha una risa reprimida. No es divertido, desea asegurarle, nada de divertido es amanecer con ese retumbar en la cabeza y la certeza de que la noche anterior solo ha sacado lo peor de su personalidad.

Atsushi aparece desde la cocina con un vaso de agua y unas cápsulas. A partir de la disposición de su subordinado no puede hacer una hipótesis de lo que su beso ha significado, su cara no expresa nada más que una leve muestra de preocupación y diversión en partes iguales. No sabe que piensa. Todo lo delata y ese mismo descubrimiento lo mantiene expectante. Espera que de una señal que le indique cómo debe actuar. La situación no está en sus manos y eso lo torna distante.

-Hizo el ridículo en el bar- le dice como si careciera de importancia, y la carece porque es lo normal, sin embargo debajo de esa indiferencia también hay mofa, una burla aparentemente inocente-  ¿debo suponer que no recuerda nada?

-¿Hice algo que merece mención?- pregunta tomando el vaso que le tiende junto con las pastillas y escrutando su rostro para leer la más mínima mención del tema.

El joven ladea la cabeza, llevándose inconscientemente la mano a la boca. Mantener todo su autocontrol para no revelar su falsa no le resulta sencillo, el gesto le impone como primer impulso hablar del tema, pero no, no será él quien lo saque a colación. No recuerda nada, se miente sin caso. A su mente solo viene ese beso y esas palabras: "Atsushi-kun, te amo." No va a poder lograr contenerse. Quiere repetirlo y decirle que no ha jugado, va enserio.

-No, a excepción a que después de vomitar por primera vez una camarera nos echó del bar con un cuchillo de cocina. Le vetaron la entrada, otra vez.

Hunde la cabeza sobre el futón, y suelta un fingido lamento para no levantar sospechas del mal que le acaba de proporcionar. La historia no le satisface, siembra en su cabeza llena de rayos y figuras puntiagudas un malestar pesado. Si Atsushi no ha mencionado aquel acto es porque no lo considera importante, o tal vez lo ha considerado una simple broma de borracho.

No debe preocuparse en ese caso. Si Atsushi lo ha tomado en ese sentido sería un esfuerzo innecesario justificarse. ¿Justificarse en qué sentido? ¿Confesarse como un criminal de sus sentimientos y libido pecaminosos? No tiene cabeza para hacer esas aclaraciones.

Sin embargo al levantar la cabeza para tomar agua, descubre una sonrisa en el rostro de su subordinado.

Una maldita sonrisa que le dice:

"Es un mentiroso, Dazai-san."

Oiiiiii

Estaréeeeeee editando esta historia un poquillo.

El primer capítulo no tuvo muchos cambios, pero más adelante si habrá algunos cambillos, sobretodo de estilo y redacción. Besitos.

Aiiiii y otra cosa también pueden encontrarla en ya en Ao3 ahí la historia aparecerá en su versión editada, por lo que solo tiene un cap, pero iré actualizándola con diligencia, lo prometoooooo. Vaiiiiiii

Last nightWhere stories live. Discover now