The Ghost of you

178 33 36
                                    


Jamás había visto sus manos temblar tanto. Jamás había sentido su garganta apretarse como para que sus palabras salieran tan agrietadas. No sería capaz de ponerle nombre a ese sentimiento aunque lo intentase, porque tampoco jamás lo había sentido. ¿Desesperación? ¿Pánico? ¿Una mezcla de los dos?

No era la primera vez que veía a alguien morir, pero sí la primera vez que se le iba alguien entre las yemas de sus dedos. Y ni habiendo vivido la muerte de un ser querido como Hinata se había preparado para esto. Porque Mikey no se suponía que tenía que morir. Nunca, mucho menos delante de él. Mikey no tenía que estar en esa situación.

Las últimas palabras del ahora moreno retumbaban en sus oídos mientras sus frentes se tocaban con suavidad y las lágrimas caían incesables sobre sus ojos ahora cerrados. No sabía qué otra cosa hacer que seguir sujetándolo, era lo único que su cuerpo pedía en ese momento y era lo que iba a hacer. Si Manjiro había sufrido toda su vida, le acompañaría en la muerte todo el tiempo que hiciese falta antes de volver al pasado y salvarle; aunque en parte sabía que si no se separaba de él y si seguía aferrándose era porque tenía miedo. Tenía miedo a afrontar la realidad y aceptar que se había ido. Lo sabía, podía notar que la sangre había dejado de abandonar su cuerpo. Podía sentir que su calidez se iba perdiendo, que lo abandonaba al igual que el líquido carmesí lo había hecho. ¿Cómo afrontar que Mikey ya no estaba a su lado? Todos los recuerdos que tenía del pasado se hacían presentes en su cabeza.

—Oe, Takemichi—escuchó una voz tras de él que lo devolvió, en parte, a la realidad, sobresaltándolo. No recordaba que estaba ahí. Tampoco le importaba.

No contestó, así que tras un par de segundos esperando, Naoto prosiguió.

—Tenemos que irnos.

—No voy a dejarle aquí—esta vez, las palabras salieron con rapidez, sin duda. Su voz, a pesar de seguir rota por el llanto, sonó totalmente seca.

—Deberíamos volver a Japón para encontrar más evidencias de lo que pasó y poder intentar cambiar este futuro. Tenemos que centrarnos en salvar a...

—¡HE DICHO QUE NO VOY A DEJARLE AQUÍ! —gritó, sin saber de dónde había sacado las fuerzas. Abrazó con más fuerza el cuerpo sin vida del de ojos azabache y clavó su nariz en su mejilla. Sabía que no podría salir de allí con él pero se negaba a aceptarlo—¿Por qué has disparado?

—Pensé que iba a dispararte, Takemichi. No sabía que tenía puesto el seguro.

El mayor se mordió el labio con fuerza, provocando que se le escapase una pequeña gota de sangre. Le daba completamente igual.

—No me haría daño. Mikey-kun no me haría daño —susurró, separándose unos centímetros del rostro del chico que sujetaba entre sus brazos, solo lo suficiente como para poder observarlo. Tenía miedo, no, no tenía miedo, tenía pánico a girarlo. Naoto le había disparado en la cabeza y lo último que quería era quedarse con esa horrible imagen grabada en sus retinas. Lo que sí quería recordar era ese dulce rostro tranquilo apoyado en sus manos. ¿Pero cómo hacerlo? Acarició con dulzura el cabello que se le había pegado debido a la sangre en su frente y dejó un pequeño y corto beso en ella—. Voy a encontrar al culpable de todo esto y lo mataré con mis propias manos si hace falta. Da igual las veces que tenga que volver, te voy a salvar, Mikey-kun.

—Vamos, Takemichi, no tenemos mucho tiempo—insistió. Naoto no entendía por qué reaccionaba tan mal a la muerte de Sano, pero en esa situación prefirió no decir nada más.

Takemichi sabía que en el fondo tenía razón, no solo en que tenían que irse, sino que también entendía el que hubiese tenido que disparar. Pero su yo más instintivo y exterior estaba furioso. ¿No podría haberle disparado a otro sitio? ¿Tanto le odiaba? ¡Él mismo le había insistido una vez en que lo matase, joder! ¿No podría haberle avisado como suelen hacer los policías? ¿No podría...? Su voz interior trataba de convencerle de que no.

—Lo primero que pensé fue en dispararle porque si morías aquí...

—Lo sé—respondió. Lo sabía, pero no lo compartía. No lo diría tampoco en alto, no ahí, pero estaba seguro de que si tuviese que volver a pasar por esa situación preferiría morir mil veces antes de volver a sentir la calidez de Mikey desaparecer entre sus dedos llenos de lágrimas y sangre. Volvió a besar su frente una vez más, de forma que Naoto no lo viese. No quería que siguiese cuestionando su relación con Mikey, no entendería cuán importante se había vuelto para él en tan poco tiempo.

Se separó con suavidad y cogió el cuerpo del chico entre sus brazos con toda la delicadeza que pudo, tratando de no tocar esa zona de su cabeza... pero era prácticamente imposible. Tragó saliva y lágrimas con fuerza. No se esperaba que fuese tan ligero para estar en esa situación, pero su corazón se rompía nuevamente al pensar en que todo el peso que llevaba sobre sus hombros había desaparecido y ahora, de alguna forma, Takemichi lo cargaba. Lo apoyó sobre el mismo lugar donde lo vio nada más entrar, dejando que la luz bañase su rostro y se forzó a sí mismo a sonreír entre lágrimas. Levantó el puño hacia el cielo, justo a tiempo de ver un pájaro dar círculos en el cielo justo por encima de ellos, y sus ojos se llenaron de determinación.

—Nos volveremos a ver, Mikey-kun, y esta vez haré todo lo posible para que no te separes de mi lado.
En cuanto Takemichi se giró, caminó junto a Naoto hacia el exterior del recinto. Fue difícil para el viajero en el tiempo no girar la cabeza y echar la vista atrás, pero si volvía a ver su rostro sin vida no sabría cómo reaccionar. Una vez estuvieron fuera detuvo su paso mientras Naoto seguía caminando. Cerró los ojos con fuerza y trató de imaginar la sonrisa de Manjiro, pero era incapaz, a su cabeza solo venía la sensación en sus manos de su herida, la calidez de la sangre entre sus dedos, el frío de su cuerpo y aquellos ojos y sonrisa llenos de dolor. Sintiendo cómo volvía a formarse un nudo en su garganta, abrió los ojos y se miró las manos manchadas de sangre seca. Levantó la cabeza y echó la vista atrás, deseando poder retroceder solo unos minutos en el tiempo para volver a entrar en esas ruinas una vez más y cumplir la promesa que le había hecho a Mikey sin que todo terminase de esa forma. ¿De qué servía poder viajar si no podía elegir exactamente a cuando? Él solo quería tener como último recuerdo su rostro feliz en lugar de uno sin vida...

Y ahí estaba. Justo en el tejado del derrumbado edificio mirándole con esa sonrisa que solo en el pasado había podido llegar a apreciar. Estaba feliz, no había sangre, le miraba agitando su mano para despedirse de él y, aunque solo estaba en su cabeza, pudo escucharle.

"Gracias, Takemicchi"

Definitivamente, le salvaría aunque él fuese el que perdiese la vida en el camino. Pero sabía que, aún consiguiéndolo, recordaría aquella escena por el resto de sus días. Aquel fantasma de su pasado le seguiría a donde quiera que fuera.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Mar 27, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

The Ghost of youWhere stories live. Discover now