Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.
Una vez más volvía a marcar su número, era la quinta vez que marcaba y esperaba que respondiera, a los tres timbres me enviaba a buzón y una vez más mi teléfono terminaba siendo arrojado a la cama como si tuviera la culpa de que no respondiera. Había perdido la cuenta de llamadas, mensajes y mensajes de voz había dejado en la última semana, no tenía idea de si había apagado el teléfono o se había desecho de él, me volví a sentar en la cama y me recosté dejando mis piernas en el borde tocando el suelo, mis manos frotaron con mi cara con gran fuerza ahogando mis frustraciones en cualquier dolor físico que pudiese llegar a sentir.
Cuando se fue, Fred no se llevó nada, todo se quedó en mi habitación y una parte de mi esperaba que viniera por ellas y tal vez de esa forma entonces podríamos hablar, yo podría hablar. Era pasada la medianoche, en mi mente ni siquiera estaba la idea de mi transformación, el volverme inmortal no era un problema para mi ahora y aunque fue algo que desee, ahora realmente no sé qué es lo que quiero. Dejé el teléfono cerca de mí, en la mesa de al lado de mi cama y me metí bajo las cobijas, no quería estar dormida por si acaso Fred veía uno de los miles de mensajes que le había enviado, el pequeño aparato fue lo último que vi antes de cerrar mis ojos.
Mi brazo se estiró por la almohada y con último deseo en mente, me quedé dormida, o algo así puesto que al sentir como el lado de la cama a mi espalda se sumía por el peso de otro cuerpo, instintivamente me gire y pase mi brazo por aquel torso firme, pero no fue hasta que su frío roce me despertó por completo haciendo que me alejara, era Edward.
—Disculpa. No pretendía asustarte. — murmuró él con media sonrisa.
—¿Entonces por qué entraste así? — pregunté frotando mis ojos antes de mirarlo, había perdido todo confort en ese roce frío que alguna vez me brindó calor, sencillamente esperaba algo más.
Edward no apreció mi respuesta y frunció ligeramente el ceño sin decir nada.
— ¿Esperabas a alguien más?
— Esperaba poder dormir.
— Bueno no permitas que yo sea un obstáculo... — señaló él con media sonrisa, y algo en mi sonrisa no se sintió bien, fue tan forzada que agradecía que la luz estuviese apagada.
Lo cierto era que desde que los Cullen volvieron las cosas no habían seguido como antes, aún amaba pasar tiempo con Alice y hablar con ella como una vieja amiga, pero cuando Edward me tomaba en sus brazos, la sensación en mi cuerpo era realmente extraña, era como su toque fuera desconocido o ajeno para mí, el hecho de que ni siquiera me gustara mirarlo a los ojos era algo que me hacía saber que no estaba bien. Al dormir, los latidos inexistentes de su corazón sólo daban lugar a mis pensamientos que me susurraban que no continuará y pronto los susurros se convirtieron en gritos que me hicieron alejarme.
— ¿Qué ocurre contigo? — preguntó Edward mirando cómo me cubría con las cobijas y me quedaba mirando al techo, Fred siempre conjuraba un cielo nocturno e inventaba nombres de constelaciones y estrellas, formaba figuras con ellas y las hacía moverse a su gusto para ayudarme a dormir.
