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Nunca había estado tan nerviosa en toda mi vida, conocer a los Weasley y como yo jamás había estado en Londres, Fred insistió en tomar el camino largo, lo cual fue muy considerado de su parte después de la aparición repentina en el suelo inglés. Las calles en enero aún estaban cubiertas de nieve, y había sido una buena idea llevarme la cámara que Renee me había dado por mi cumpleaños pues Fred insistió en tomar muchas fotos.
Pasamos la gran parte de la mañana recorriendo Londres, y era impresionante como una ciudad a pesar del frío y la nieve, me recibía con tanta calidez, aunque tal vez se debía al hecho de que Fred tomaba mi mano en todo momento. Las calles estaban decoradas aún por navidad y año nuevo, aunque las luces estaban apagadas, debía ser hermoso por la noche.
— Vendremos por la noche, lo prometo — dijo Fred invitándome a avanzar por el puente lleno de nieve derretida, el místico Big Ben frente a mi parecía ahora que estaba viendo una postal o una fotografía de Internet.
— Vamos ponte ahí. Te tomaré una foto...— pedí sacando mi cámara y él ríe antes de tomar mi mano y ponerme a su lado.
Miró a su alrededor y murmuró algo por lo bajo y la cámara levito en el aire antes de que el pusiera un brazo sobre mi cintura, picó mis costillas ligeramente haciéndome reír y vi el flash de la cámara por el rabillo del ojo, yo jamás sonreía en fotos, entonces Fred me hacía cosquillas discretamente para obligarme a sonreír para la fotografía, una táctica que siempre le funcionaba.
El frío en Londres no era tan malo como pensé que sería, y estar en Forks ahora me hacía soportar más tiempo en la calle, pero cuando el reloj marcó las 12, supe que era tiempo de abandonar la ciudad. Pero Fred prometió que sería un viaje especial y yo sabía que no decía mentiras con ello. Tomó mi mano y caminamos hasta la estación de King's Cross, yo jamás había viajado en tren y eso el lo sabía, así que no dudo en llevarme en tren hasta Devon.
—Deja que te pague, aunque sea la mitad...— insistí una vez que nos alejamos de la taquilla para avanzar por el andén.
Pero Fred negó guardando su dinero en su abrigo de color café antes de indicarme el camino al tren, la gente iba y venía, algunos corrían y empujaban para llegar a sus trenes, pero Fred avanzaba con tanta calma que me hizo creer que perderíamos el tren.
Los paisajes de Londres estaban cubiertos de una densa capa de nieve, los campos y pueblos que pasamos estaban solitarios bajo ese fino manto de color blanco. Cuando menos lo sentí, Fred se había quedado dormido sobre su regazo, sus largas piernas no cabían en el asiento así que una estaba doblada con su pie encima del sillón y la otra yacía en el suelo.
— Te duermes justo cuando quiero iniciar una conversación, que lindo...— me burle por lo bajo, pero él no se inmutó.
Debía estar cansado después de quedarse conmigo despierto hasta tarde, asegurándose de que yo no tuviera pesadillas, y aunque habían disminuido no podía evitar pensar que pedía mucho al hacerlo desvelarse casi todas las noches, aunque sus desvelos habían servido para crear dos nuevos artículos para sortilegios Weasley; un caramelo que te permitía dormir sin tener pesadillas y otro que te mantenía despierto, me aterra decir que yo fui el sujeto de prueba para el primer caramelo y fue solo suerte que no tuviera efectos secundarios.
