Capítulo 14: Confesiones dolorosas.

1.9K 194 57
                                    

CAPÍTULO 14.

CONFESIONES DOLOROSAS. 

Tenéis una notita al final del capítulo. Gracias por leer!!

Me remuevo entre las sábanas que me envuelven. Siento calidez y estoy tan cómoda rodeada por todo el cuerpo de Sean que tengo ganas de quedarme aquí eternamente y no empezar mi día, pero él no para de recolocarse, intentado tomar distancia de mi cuerpo y causando que esa nube de mi cabeza se vaya poco a poco.

- ¿Puedes parar de una vez? - le pregunté entre quejidos con los ojos cerrados, pegándome más a su cuerpo para no perder el calor, pues a lo largo de la noche me había dado cuenta de que este apartamento era muy frío, al menos comparado con mi casa.

No escuché su respuesta, pero se mantuvo estático detrás de mí. Agarré su brazo, sujetándolo alrededor de mi cintura, suspirando de gusto volviendo a dejarme llevar por el sueño. Aunque no tardó mucho en volver a molestarme.

- Sean. - suspiré girándome para verlo con los ojos entrecerrados. - ¿Se puede saber cual es tu problema? - volví a quejarme, apenas enfocando la mirada en él cuando toda mi atención se dirigió a otro sitio, uno que hizo que el sueño que tenía se esfumase. - Joder.

Fue lo único que fui capaz de pronunciar viendo como el bulto de su bóxer iba en aumento y él se encontraba con una de sus manos en la cara y la otra justo ahí, tapándose ligeramente avergonzado. Lo poco que veía de sus mejillas se encontraba con un color rojizo y después de observar por unos minutos su cuerpo, fijándome en su abdomen marcado, los tatuajes que lo recorrían y finalmente en aquello que había captando todo mi interés, aparté la mirada lo más rápido que pude.

- Dios, lo siento. - murmuré con vergüenza, poniéndome de espaldas a él. Pero al momento me di cuenta de mi error, al sentir esta vez aquello que no había hecho cuando me encontraba tan dormida. Grande, duro y tan cerca de mi culo que me hizo suspirar y sentir una chispa de excitación en la parte baja de mi estómago. - Vale no, está posición no. - volví a darme la vuelta, incorporándome en la cama antes de que las hormonas me hiciesen hacer alguna tontería de la que quizás me arrepentiría minutos después o horas, dependiendo de lo que durare la tontería.

- Ya sabes como funciona esto. - habló por fin, tomando la almohada para colocarla encima de su parte más íntima, intentando que yo no viese lo que ya había analizado bastante bien. - No quería incomodarte nena, por eso me movía tanto. - murmuró apoyándose contra el cabecero, dejando de estar tumbado.

- No...no me has incomodado, es algo normal. - intenté tranquilizarlo, sin querer hacer que se sintiese peor o su cabeza formase algún otro pensamiento. - Y no te disculpes, yo soy la que debería hacerlo. Al fin y al cabo estoy invadiendo tu cama y no paraba de pegarte a mi. - murmuré cruzando mis piernas sobre el colchón, intentando que de esa manera la excitación que me había producido sentirlo desapareciese.

- ¿Has dormido bien? - preguntó intentando desviar el tema de conversación, algo que tanto yo como mi sistema nervioso y hormonal agradecimos internamente.

- Si, tu cama es muy cómoda. - asentí con una sonrisa, sin querer apartar mis ojos azules de los suyos. - Realmente necesitaba descansar, ayer el día fue muy largo. - suspiré evitando volver a llenar mi cabeza de malos pensamientos y temores.

Junto a Sean la noche se había pasado rápida, sin pesadillas, sin miedos y sin preocupaciones. Me había envuelto con sus brazos y su calor, trasmitiéndome esa tranquilidad que tanto necesitaba para poder cerrar mis ojos y descansar, sabiendo de sobra que si me hubiese quedado en mi casa o incluso en el sofá del apartamento sola, no lo habría conseguido en ningún momento. El insomnio y los malos recuerdos hubiesen vuelto a hacer mella en mí, sin permitirme conciliar el sueño en ningún momento.

Afrodita🌼Kde žijí příběhy. Začni objevovat