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▰ el precio de la cruz compartida, parte uno.📌
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YUUTA NO PUDO CREER LO PECULIAR QUE PODRÍA SER UNA PERSONA HASTA QUE VIÓ A HYUNJIN.
—¡No quiero! —negó Hyunjin cruzada de brazos.
—¡¿Ehhh?!
—¡No lo tiene! ¡No la como! —señaló la peli-blanca la comida en la mesa negando otra vez con su cabeza.
Haber, después de salir del Hospital (por no conseguir en la cafetería lo que la chica quería) Satoru los convido a un lugar que le gustaría tanto a Hyunjin como a Maki. Porque la última ya había sido atendida y la maldición en su pierna también.
Pero el problema surgió cuando en el menú, donde había una promoción donde aseguraba que la comida traería un regalo extra.
Yuuta no le tomó mucha importancia... No hasta que al querer dar un bocado a lo que había pedido, su nueva amiga pegó un grito al cielo por no ver lo asignado en la carta.
—Hyunjin... —le llamó el profesor Gojo, pretendiendo estar serio cuando sus ojos tapados por la venda contenían tenían un brillo divertido por la actitud que estaba mostrando la chica.
Hyunjin estaba cruzada de brazos, con ojos cerrados y cabeza hacia un lado junto a un puchero en sus labios como Yuuta ya había notado que hacía a menudo cuando no obtenía lo que quería.
Hyujin era alguien caprichosa.
—¡No! —saltó en su lugar la chica fulminando al Gojo con su mirada—. ¡Aquí dice que es promoción de comida infantil! —señaló la carta del menú—. ¡Con un juguete! ¡Y yo no veo el juguete que debería tener mi cajita feliz!
Sí, estaban en McDonald's.
El ambiente se tornó un poco tenso para el que los atendía, que estaba parado frente a la mesa con una mirada avergonzada y mejillas sonrosadas por lo que soltaba la albina sin siquiera importarle que fuera escuchada por los demás ojos curiosos que captaban su escena.
Maki, que terminó de tragar un pedazo de hamburguesa, espetó:—Hyunjin... cierra el pico. —y dio otro mordisco a la hamburguesa de manera desinteresada.
Le encantaba la comida chatarra al igual que Hyunjin, por esa razón se hicieron más unidas, hasta ser mejores amigas. Bueno, esa era una de las razones...
Pero la peli-blanca, que había escuchado, soltó un gimió en protesta.
—¡No! ¡Quiero mi pedido! —señaló la cajita feliz, la cual había venido con sólo unas tarjetillas de cromo y unos cuantos dulces.
