— Es increíble, por favor pide lo que quieras, la casa invita. — Exclamó arreglando sus pantalones.

— Uhm, ¿gracias?— Vacilé confusa.

— No hay de que, recuerdo que eras mi empleada favorita, Mariana. — Declaró mi antiguo jefe, bufé.

— Es María José. — Le recordé.

— Es lo mismo, unas letras más. — Dijo restándole importancia. — Pide lo que quieras. — Añadió. — ¡Hey, Alexandra, muévete y atiende a mi estrella!

— Es Amelia, señor-

Abrí mis ojos grandes al ver a nada más y nada menos que a Amelia parada frente a mí, ¿acaso estaba trabajando aquí? Bueno, era muy estúpida mi pregunta, es obvio que si.

— Atiende a la estrella la casa paga. — Soltó mi antiguo jefe. — Nos vemos, Mariana.

— María- ay olvídelo. — Solté moviendo mi mano desinteresada.

— ¿Qué te ofrezco?— Preguntó Amelia con libreta en mano.

— Un café y un desayuno sencillo. — Pedí cruzando mis dedos en la barra.

— Vale. — Murmuró, dando media vuelta para ir a la cocina.

— ¿Tienes mucho trabajando aquí?— Cuestioné viendo su espalda, ella se giró para verme.

— Tengo unos meses ya. — Respondió bajando la vista unks segundos

— Ya veo. — Murmuré. — ¿No conseguiste un trabajo con mejor paga?

— Bueno, supongo que la vida se encargó de ponerme en mi lugar. — Arrojó con una sonrisa que parecía una mueca. — Ya traeré tú pedido.

Amelia se iba a la cocina y yo solo pude verla perderse detrás de la puerta, me parecía impresionante cómo es que terminó trabajando aquí.

Es decir, en su momento es verdad, puede que por el enojo le haya amenazado, pero jamás cumplí mis palabras, solo me fui de la ciudad y no supe más de ella, hasta hoy.

Supongo que ella tenía razón, la vida se encargó de recordarle su lugar, a veces eso era muy cruel.

Una llamada entrante me hizo salir de mis pensamientos, saqué mi teléfono y contesté rápidamente al ver el nombre de mi hermana, Milenka.

— Hola, babosa. — Saludé tomando un sobre de splenda.

— ¡Ni siquiera te dignas en responder mis mensajes!— Gritó molesta, arrugue el gesto.

— Perdón flor si te marchité. — Bromeé. — He estado ocupada.

— ¿Dónde estás? Quiero echar veneno un rato. — Comentó con voz más calmada.

— ¡Queremos!— Se escuchó un grito, alejé el teléfono haciendo una mueca.

— Auch. — Me quejé, Milenka rió. —¿Valentina está contigo?

— Si, vine a ayudarle con algo de su empresa. — Explicó mi hermana, chasquee la lengua.

— Bueno, iré a verlas. — Dije con una sonrisa. — ¿Quieren desayuno? Es comida grátis.

— ¡Quiero un frappé! ¡Huevos y tocino con pan light!— Gritó Valentina, rodé los ojos.

— ¿Algo más alteza?— Dije con ironía, se escuchó silencio en la línea.

— No, creo. — Escuché decir a Valentina.

— ¿Y tú Ilenka?— Inquirí tamborileando mis dedos

Así coincidimos || TerminadaWhere stories live. Discover now