Trance

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Los siguientes minutos en la vida de Leslie pasaron sin registro alguno en su cerebro. Al parpadear y recuperar la consciencia, notó que se hallaba sentada en el asiento de cuero de un coche muy amplio y lujoso.

Quiso reaccionar; abrir la puerta y arrojarse afuera de ser necesario pero al mirar por la ventana vio a sus padres saludándola joviales con Johnny, su hermano menor, en brazos.

¿Cuando había sucedido todo eso? Su mayor problema unas horas antes, por la mañana, era que el pantalón de jean que planeaba usar en la escuela ese día seguía en el cesto de la ropa sucia.

—No traje ni ropa—fue lo que le salió decir aunque no sabía ni a quién le hablaba.

—Me encargaré de proporcionarte todo lo que necesites. Iremos de compras y elegirás lo que desees—la voz del empresario, de Adam, sonó desde el asiento del acompañante que estaba delante de ella. Manejaba un hombre con uniforme negro.

—¿Quieres champán?—le ofreció el hombre, volteándose.

Ella negó, horrorizada. No entendía nada de lo que le ocurría.

—Tengo 17 años. Soy menor.

—Mañana será tu cumpleaños número dieciocho.

—Lo sé, gracias—contestó irónica y miró por la ventana.

—Realizaremos una gran fiesta. Hay muchos detalles que ultimar rápidamente. ¿Prefieres sushi o comida mexicana? La asiática está más de moda, pero como prefieras.

Todo era tan absurdo...

—¿A donde estamos yendo?—preguntó ella al ver que entraban en la carretera.

—A mi finca. Y de ahora en más, tuya también.

—¿Puedes explicarme que...carajo es todo esto?

—Ya te lo he explicado en tu casa, Leslie. Ahora solo debes relajarte.

Todo parecía un chiste. Y uno de muy mal gusto.

NARRA LESLIE

Pronto tomamos un desvío en la carretera y comenzamos a avanzar por un camino por el que jamás había ido. Era bastante solitario; por momentos, nuestro auto era el único en toda la carretera y, en un momento, nos internamos en un bosque.

Yo observaba con confusión mientras nos elevábamos por un puente rodeado de bosques profundos de árboles. Durante una media hora recorrimos aquel lugar hasta llegar a una inmensa finca bordeada por un enrejado de ribetes lujosos y con una cabina de seguridad a la entrada.

—Buenas tardes, Martin—saludó Adam al hombre de seguridad a pesar de que él no conduciera—¿Te gusta el lugar?—se volteó a mirarme.

Yo, aún ofendida por cómo me había desplántado de mi casa, me volteé y ofendida miré hacia otro lado.

Avanzamos ya por un camino de piedras grises adoquinadas hasta la mansión. Alrededor había muchos árboles y yo pensé que al menos ese sería un buen lugar para correr. La casa se veía tan grande que esperaba no tener que pasar demasiado tiempo con aquel hombre.

Apenas me di cuenta cuando el auto frenó y un mayordomo me abrió la puerta.

—Bienvenida, señorita Leslie—me saludó inclinando la cabeza.

Yo no era maleducada pero del asombro no pude responder, de veras que no podía reaccionar. Ya sabía mi nombre.

—Puedo mostrarte la casa—me dijo Adam pero yo estaba muy enojada.

—No me interesa. Quiero estar sola—le dije y él alzó una ceja.

Luego de estudiarme mirándome de arriba hacia abajo, dijo:

—Está bien. Puedes ir directo hasta nuestra habitación.

Nuestra. En una mansión tan grande.

—¿Así que en todo este lugar no tendré algo de privacidad? Podrás haberme comprado, pero te recuerdo que no te conozco.

Me sorprendió que él cediera:

—Si así lo deseas, puedo concederte una habitación y una mucama propia. Pero hoy a las nueve en punto de la noche deberás estar sin falta en el comedor principal en donde tendremos nuestra primera cena juntos y planearemos tu cumpleaños de mañana.

Yo asentí.

—Está bien, pero no me interesa tener ningún cumpleaños—dije—¿Acaso invitarías a mi familia o amigos?

Logré mi cometido: atravesar la raya porque al parecer él se cansó y respondió fastidiado esta vez:

—Estoy siendo muy amable contigo,Leslie. Y la fiesta será un formalismo para ti. Para mí es una campaña más así que o te empeñas en disfrutarla o la sufrirás. Como todo aquí. Recuerda estas palabras y aplícalas a todo en esta estancia.

—Sabía que pronto mostrarías la hilacha...—lo desafié.

—Aquí la cuestión es ver cuando tú lo haces.

—Yo estoy siendo muy sincera—le dije.

—Ya veremos cuánto resistes.

—Ya estoy aquí—dije mirando a mi alrededor—Ya tienes lo que querías...—Lo conseguiste, hijo de puta;pensé.

—Me refiero a ver en cuánto tiempo caes a mis pies.

—Creo que será más fácil que caiga del piso más alto de tu casucha.

—Ja, casucha ¿Y la pocilga de la que te saqué?

—Pues así jamás vas a enamorarme y te informo que a esa casucha, mis padres la construyeron con todo su esfuerzo mientras que estas paredes de papel de seguro están hechas a base del dinero del pueblo.

—No te atrevas a meterte con mi trabajo, jovenzuela impertinente.

—No te atrevas a meterte con mi familia, empresario arrogante—dije y un hombre llegó a recoger mis cosas aunque era absurdo: apenas tenía una pequeña maleta que pesaba menos de medio kilo.

—La guiaremos hasta su habitación, jovencita—me dijo el hombre muy amablemente.

—Nos vemos por la noche, Leslie.

—Me despediría pero como prácticamente me raptaste de mi casa y dado a que ni siquiera estuve en la escuela cuando vendiste tu negocio de mentira, no recuerdo tu nombre.

—Soy Adam Boston y te quedará marcado mi nombre, Leslie Brown. Te lo aseguro.

Yo rodé los ojos antes de retirarme.

Mi habitación quedaba en el sexto piso y por suerte había un ascensor. Todo brillaba. Las paredes, columnas y piso eran de mármol y había vitrales por doquier por lo que todo era súper luminoso.

La impotencia y el odio me recorrían el cuerpo con furia, fluían por mis venas haciendo que todo mi ser temblara y que yo sintiera que iba a desmoronarme.

—¿Hay algo para hacer aquí?—pregunté fingiendo compostura al hombre que me acompañaba.

—Tenemos muchos entretenimientos. Puede preguntarle a su esposo.

Yo asentí tragándome la rabieta que el hombre no merecía recibir. Se la haría a Adam más tarde.

Cuando llegamos a mi habitación, no me gasté en recorrerla. Solo me dejé caer en la cama y ya no pude mantener más la compostura. Me eché a llorar desconsolada como si no hubiera un mañana.

Vendida al CEOWhere stories live. Discover now