11._Regalo

102 28 2
                                    

Los momentos de una pareja en la cama tienen diferentes categorías. Estan los cotidiano, los exprés, los de reconciliación, los de desahogo y otros tantos, pero hay uno que es especial. El de reencuentro. Nace entre caricias, besos y roces destinados a reconocerse otra vez. Mary y Bills estuvieron juntos todos esos días, pero bastante distanciados. Él la había herido. Y aunque no lo iba a admitir ni mucho menos tenía pensado ofrecer una disculpa por su aventurilla con Leyla, Bills sabía muy bien la magnitud del daño que había provocado. En un rincón de su conciencia haberla hecho sentirse insegura respecto a su forma de demostrar amor le molestaba. Por supuesto Bills responsabilizaba a Mary por sobre reaccionar a su jugarreta. Después de todo como que era muy obvio estaba loca por él. Hasta el obtuso de Champa se dio cuenta de eso, con mayor razón ella no tenía porque dudar tanto al respecto. Se suponía era una mujer inteligente, aunque a veces, Mary, era bastante sensible algo que no le molestaba tanto como si lo hacía el hecho de que ella escondiera esa parte de su persona a él.

Cuando volvió a la cama la observó sentada ahí esperando por él que la tomó de un modo diferente desde el momento en que le quitó el vestido. La súbita delicadeza con la que Bills empiezo a acariciarla, a darle esas pequeñas mordidas que se sentían como pellizcos, tomaron un poco por sorpresa a Mary que se sintió de vuelta a esas primeras veces donde la suavidad no fue protagonista, pero si lo fue ese ánimo explorador en busca de descubrir y memorizar cada centímetro de la piel del otro. Había situaciones donde la fisonomia de Bills podía ser un problema, pero había otras en que resultaba un exótico atributo que él no tenía reparos en emplear como ocurrió esa jornada en que la tendió en la cama debajo de él. Minuto tras minuto el calor entre los dos fue aumentando. Todos los sentidos entraron en ese estado de recepción hambriento por los sabores, los olores y las texturas del otro.

A poco andar Mary comprendió qué buscaba Bills realmente. En más de una ocasión y en medio de las desaforadas caricias de la pasión él le reclamo por dosificar esa otra cara suya. Tal vez por egoísmo, quiso por pretenciosa, Mary muy pocas veces lo cubrió de esas caricias extraídas de su lado sensible. Lo de ella, lo de ambos, era pasión en todos los ámbitos. Pasión hasta el punto de no tolerarse a ratos. Pero como aquello era un reencuentro  Mary respondió a la delicadeza de Bills con lo que él estaba exigiendo y susurró su nombre de forma tierna y calurosa, pues sabía cuanto le gustaba lo endiosaran. Al fin su rugido de gusto se precipitó y su cuerpo quedó tendido sobre el suyo con ese ligero temblor del éxtasis. Mary flexiono una pierna, Bills deslizó sus garras por ese muslo de forma un poco dolorosa. 

-Eso estuvo bien- le dijo la muchacha, una vez recuperó el ritmo normal de su respiración, girando su rostro a él.

-¿Solo bien?- exclamó Bills levantando un poco la cabeza con una expresión que delataba que se sintió un tanto ofendido.

-Lo has hecho mejor- le contestó Mary no pudiendo evitar reírse teniendo que intentar un desesperado escape para evitar la represalia.

-¿A dónde crees que vas?- le dijo Bills al tiempo que, aprovechando ella quedó envuelta en la sabana, la tomó por la cintura y la regreso a la cama- Eres una desconsiderada, encima que decido ser dulce contigo te quejas. Ni sueñes que voy a volver a ser delicado contigo- le advirtió doblando el brazo de la mujer sobre la espalda de la misma- No te lo mereces...

-El que no se merece mi consideración eres tú- exclamó Mary y aprovechando que Bills se había inclinado para hablarle casi al oído y dio un codazo en el costado de las costillas.

Fue un golpe muy bueno que si bien no logró precisamente su cometido, Bills si le soltó el brazo permitiendo que Mary se liberara, pero en lugar de intentar escapar se giro hacia él para atacarlo. Solo estaban jugando, pero eso no evitaba que fueran un poco bruscos y en uno de esos intercambio de manotazos, Bills golpeó el dedo índice de la mano derecha de la mujer haciéndolo crujir de forma preocupante. Mary se cubrió la boca para no gritar mientras sus ojos se le poblaban de lágrimas.

Egoísta.Where stories live. Discover now