— Mira. Sabes que, ya déjalo así. Pero no seas tan duro con Jimin y trata de mostrar un poco de felicidad por él. — Sin esperar una respuesta, por parte de mi hermano mayor, di la vuelta y mascullé. — Estaré esperando abajo.

Seguramente me había ganado una reprimenda por parte de mi hermano, pero para ser sinceros, no me preocupaba en lo más mínimo. Hoy era un día muy importante y me sentía extasiado de felicidad. Disfrutaría cada momento y guardaría cada pedacito de esta noche, en mi mente y corazón, sintiéndome más que feliz y emocionado, por poder compartir y acompañar a Jimin, en este día tan importante para él. A decir verdad, había algo más profundo, en mi razón de sentirme tan feliz y es que era la primera vez en mucho tiempo, que compartiría con mi familia.

Era extraño, pero se sentía bien.

siempre había tratado de mantenerse alejado de los eventos en familia y del ojo público. Pero hoy iba hacer completamente diferente. Disfrutaría cada momento y posaría para las cámaras, como lo haría un Jung. Si bien es cierto, él nunca había sido fanático para las cámaras. Aun recordaba aquel día, cuando era un niño de siete años y debía asistir junto con mis padres, a aquel evento de caridad, donde habían asistido, muchísimas personas importantes y de alto rango en la alta sociedad. Había sido uno de los peores días de su vida, cuando después de intentar alcanzar a Jimin, jugando al congelado, junto con otros niños, había hecho que uno de los meseros del evento, tropezara, volcando las copas y el carísimo vino, al suelo. Mi padre había mantenido una expresión neutral, mientras que mi madre, siendo ella, se encargó de humillarme y castigarme, por haberlos, según ella, hecho quedar en ridículo. Desde entonces, se había encargado de llevarme a eventos, que fuesen necesarios y para su conveniencia.

Pero esta noche sería diferente y le desmostaría a ella y a todos, que podía ser un completo Jung, sin ser un desastre.

Me apresuro a salir del elevador, cuando las puertas se abren, dirigiéndome por las puertas traseras al jardín. No vi a mi padre por ningún lado y esperaba que para cuando Jimin bajara, ya estuviera en su puesto, para llevarlo al altar.

Cuando salí por las puertas corredizas de vidrio, la suave brisa de la tarde azoto en mi cara. Aparte con mucho cuidado un mechón de pelo, que había salido salvajemente de mi pulcro peinado y observe con fascinación, como había quedado la decoración.

El altar había quedado hermosísimo. Una pérgola alta, había sido decorada con flores y cortinas, mientras un camino de pétalos blancos, esperaba por Jimin, para brillar. De ambos lados del camino, había sillas adornadas, con telas y un moño en el respaldo, mientras que las sillas donde los novios iban, tenían lazos y flores, en los espaldares y laterales. De lo más, había flores y pétalos por doquier, regados por todas partes. El que la boda fuese al aire libre, con un hermoso jardín de por medio, hacía que todo se viera, tan natural y lleno de paz y tranquilidad. Todo estaba preciosísimo.

Con una enorme sonrisa en mis labios, doy un paso hacia delante, para ubicarme en el puesto que debía ocupar como el padrino de Jimin. Madre había tratado de convencer a Jimin, para que Lía fuese su madrina de boda. Según ella, así debía de ser, ya que Taehyung iba a ser el padrino y, por ende, los dos debían acompañarlos al altar. Sin embargo, Jimin fue claro y persistente en su decisión y no dejo que madre, interfiriera en su decisión.

Apartando el recuerdo a un lado, sigo caminando, dirigiéndome hacia el lado izquierdo. Es entonces cuando lo veo. Una sonrisa estúpida, se pinta en mi rostro y mi corazón empieza a latir con fuerza. Kim Taehyung está al otro extremo, y cuando alza su mirada, sus ojos negros hacen contacto con los míos. Me pierdo en esos profundos ojos durante unos segundos, con el pulso acelerado.

Había estado pensando en Taehyung todo el día. Incluso ahora mismo, lo había estado haciendo. Pensamientos explícitos, recuerdos que no debería estar pensando, en absoluto. Esas cosas estaban provocando una reacción en él. Una reacción, que tenía que cuidar.

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